Toto
Cada semana que pasa, solo puedo pensar en una cosa. En saber si tendré una hija o un hijo con ella. Cada día pasaba más rápido y yo cada día perdía más la paciencia en que llegaran los cinco meses y saber el sexo. Porque no me había dejado venir a ninguna de las ecografías y revisiones. Y empezaba a pensar en muchas cosas.
–¿Por qué no me dejas ir? ¿Me ocultas algo?
–Nada, mi amor. Me gusta ir sola.
–No pasaría nada por un día que te acompañe...
–Tú quédate en casa.
Gruñí y me crucé de brazos.
Cristina
Lo que Toto no sabía es que ya sabía el sexo de mi bebé, lo pudieron ver más pronto por la posición del feto. Estaba de cuatro meses. Y por eso no quería que viniera. Quería que fuera una sorpresa para él. Y sabía que quería una niña. Que por cierto, nuestro bebé era una niña. Después de cada eco que me acompañaba Anna, salía más feliz que nunca. Algunos días iba al cementerio a ver a mis abuelos y hablaba con ellos. Sabía que desde donde estaban, me oían. Ella era la única persona a la que había dejado acompañarme, incluso un día le compró un clavel a mi abuela. Nunca sabré cómo averiguó que era una de sus flores favoritas. Pero bueno, por esas cosas ella era mi hermana.
–Seguro que están orgullosos de ti –decía mientras salíamos, dándome la mano.
–Sé que sí.
Sonrió.
–¿Cuándo piensas decírselo?
–Mañana es nuestro aniversario, así que...
–¿Y cómo se lo vas a decir?
–Me vas a acompañar a comprar un chupete rosa y lo meteré en una caja.
–¡Ay! Qué bonito –se emociona conmigo.
–Sí –sonreí.
Y allí nos ves a las dos. Felizmente yendo a por mí plan maestro. Estaba tan pero tan feliz. Por fin era feliz con alguien que lo daba todo por mi.
Dos horas más tarde llegué a casa e inmediatamente escuché la ducha, por lo qué fui a esconder el regalito y fui al sofá.
–¡Ya estoy aquí!
–¡Te he oído! –minutos después apareció ya vestido y con el pelo húmedo.
–Bombón.
–Ven aquí y dame mi beso, hombre.
–Ven tu...
Y vino, claro que vino. A llenarme la cara de besos. Era increíble. Él, todo de él me encantaba. No me cansaría nunca de su forma de demostrar afecto.
–Mañana es nuestro aniversario.
–Sí, lo es.
Lo miré. No iba a cansarme de mirarlo nunca más. Iba a estar con él toda la vida pasara lo que pasara. Él también me mira, y al hacerlo, sonríe. Sus ojos están brillando. Brillan por mí.
–¿Te puedo ser sincero? –asiento–, se me había olvidado –murmura.
–... Ah.
Se me queda mirando un rato, y luego suelta:
–Y tú vas y te lo crees... –empieza a reírse.
–Que susto,.
–Podré olvidarme de otras cosas, pero algo que tenga que ver contigo, jamás.
–Vaale.
–Ahora que caigo, ¿ya sabes el sexo de nuestro hijo?
–No.
–No me seas mentirosa, por favor te lo voy a pedir –se pellizca el entrecejo y vuelve a mirarme.
–¿De qué hablas?
–Sé que lo sabes.
–¿Cómo?
–Anna se ha ido de la lengua.
–Que maja ella...
–Dímelo.
Toto
En verdad Anna no me había dicho nada, pero me moría por saberlo. Necesitaba saberlo.
–Que no lo sé, amor.
–Joooder... ¿Me vas a tener aquí esperando como un enfermo?
–Sí, porque es una niña.
–Sé que lo sab... ¿Qué?
–¡Una niña!
La abracé con todas mis fuerzas, casi me pongo a dar saltos.
–¿De verdad? –no había nada que me pudiera quitar la sonrisa de ahora mismo.
–Sí –sonríe.
–¡Lo sabía! –parecía como si hubiera ganado el mundial–, en el fondo siempre supe. Obviamente vas a vivir conmigo.
–Ya lo hacemos.
–Hablo de mudarnos. Construirnos una casa para nosotros. No este piso.
–¿De verdad?
–De verdad –asiento.
–¡Sí!
–Cuando quieras empezamos a planificarlo. Y por cierto, feliz aniversario –le enseñé mi teléfono con las doce de la noche marcadas en el reloj.
–Feliz aniversario, mi amor.
Me esperaba el resto de mi vida a su lado. Aún me quedaban unos cuantos años que deseaba disfrutar junto con ella. Porque jamás me había enamorado así de una mujer.
Unos meses después.
Estaba en el altar esperando ver a mi futura mujer entrar de la mano de mi padre. Yo esperaba allí intentando contener las lágrimas, por alguna razón me emocionaba tanto que no sabía cómo manejarlo. El hecho de saber que la iba a ver ahora vestida de blanco, con esa preciosa barriga donde en menos de un mes nacería nuestra hija me emocionaba como nunca. Empezó a sonar la música, ella ya entraba, no podía aguantar para verla. Y tras unos segundos que se me habían hecho eternos, entraron ellos. Era lo más bonito que había visto nunca. No pude dejar de sonreír. Sin apartar la mirada de ella, acabó de acercarse, mi padre le besó la mejilla, me dirige una mirada y se va a sentar con mi madre. Estuvimos diciéndonos las palabras que el hombre nos dictaba, y tras acabar, la besé en los labios. Y después, la fiesta.
Fue el día más feliz de mi vida. Mi hija no podía dejar de llorar, y mi hijo pequeño no quería separarse de mí ahora esposa. Solo esperaba volver a ser buen padre y que esto dure para siempre, porque es ella o ninguna.
–Rosa, deja de llorar... –ya me empecé a reír. La abracé.
–No puedo.
–Sí puedes. Bébete una copa y disfruta, anda.
–Voy.
Miré a Cristina, ella tampoco dejaba de sonreír. Sabía que había elegido bien por primera vez a la madre de mis hijos. No digo que los que tengo no me gusten, los adoro, lo que no elegí bien fueron las madres.
Y después de una gran fiesta, la noche de bodas acabó con nosotros en la cama haciendo el amor. Disfrutaba cada momento a su lado, por mínimo que sea.
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enséñame lo que sabes [finalizada]
FanficImagínate tener al profesor más sexy de tu vida y no poder resistirte a la tentación. Habrá problemas, tristeza, decepciones... pero al final, amor. ¿Quieres ver que ocurre en esta pasional, erótica y divertida historia? ¡Entra!