Prologo

336 11 1
                                    

Los últimos días de clases antes de las vacaciones siempre adelantaban su cumpleaños, 18 de diciembre. Era la primera vez que celebraba su cumpleaños sin la presencia de su padre, quien en cada cumpleaños subía a la pequeña al auto y viajaba a diferentes lugares para celebrar. Visitaron playas, museos, parques, bibliotecas y multitud de atracciones... Los favoritos de Vicky siempre fueron los museos de arte, sus dotes artísticas se despertaron desde pequeña y se volvieron más vívidos cada día con la ayuda de su padre.

La niña miraba la calle a través de la ventanilla del autobús. Sus lágrimas inundaron sus ojos temblorosos, su rostro se tensó en un intento fallido de no desbordarse. En la siguiente parada, como siempre, Gustavo sería el próximo niño en subir al autobús. El hijo mayor de los Cerati era un chico genial, muy inteligente y activo, se comunicaba como alguien mucho mayor que su edad. Los adultos siempre dijeron que nació para ser artista y quizás todos los nacidos bajo el signo de Leo sean así.

— ¿Qué pasa, Victoria? — Gustavo se sienta en el banco de al lado, despertando a Victoria de la inmensidad de pensamientos en su mente.

— Hola, Gus. — Se seca las lágrimas con el dorso de la mano y fuerza una sonrisa. — En unos días será mi primer cumpleaños sin papá.

~

Hubo largas horas de clases. Vicky salió rápidamente por la puerta de la escuela con sus libros en brazos y mirando al suelo.

— ¡Oye, espera un minuto! — Cerati corrió hacia ella. — ¡Feliz cumpleaños! — Le entregó un paquete de caramelos y flores blancas, probablemente robadas por él mismo en algún jardín.

La chica sonrió como respuesta, completamente diferente a la expresión triste que tenía en su rostro horas atrás. El único impulso en ese momento no pudo ser otro que un fuerte y cálido abrazo.

— Muchas gracias. ¡Eres mi mejor amigo!

Envenenara Mi SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora