III. Algo ha cambiado

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[El sol se estaba poniendo en el horizonte, sólo los rayos tenaces estaban presentes en el cielo rosado. El pibe jugaba con la hierba entre sus dedos, visiblemente tenso.

— Victoria, ¿no ves que te he amado desde siempre? — Él suspira.

— Obviamente no, has tenido decenas de novias. — Se le formó un nudo en la garganta.

— Y rompí con todas, porque no hay sitio en donde no estés. — Se frota la cara con las manos.

¿Por qué solo ahora?

No puedo empezar esta nueva etapa de mi vida sin ti.

¡Pero nunca estuviste sin mí! Y siempre seré tu mejor amiga.

Sabes que no estoy hablando de eso.

¡Lo sé, pero eso es lo que somos!

Mírame, Vicky. - Con el pulgar le levantó ligeramente su rostro.

No puedo, no... - Mantuvo los ojos cerrados para controlar sus deseos.

Deja de privarte de lo que quieres... — La interrumpió.

Sus respiraciones cada vez más estrechas se mezclaron. Nació un tierno y lento beso, se dejaron caer sobre la hierba.

Se alejaron para mirarse el uno al otro.

Allí estaba Gustavo. Gustavo sobre su cuerpo.]


Victoria despierta.

"¿Qué pasa, cabeza hueca?" Pensó en voz alta, hablando sola.

Pasaron los minutos mientras ella miraba al techo, procesando lo que acababa de suceder. Era un sueño muy realista y la sensación del beso aún persistía en sus labios, lo que le hizo pensar que no sería tan malo si este escenario impensable se convertirse en realidad... Un pensamiento que pronto fue reprimido.

Su teléfono empezó a sonar. Se levanta perezosamente para alcanzarlo y se sienta en el borde de la cama.

— Hola?

— ¡Vicky! ¡Ya te extraño! — dijo Martina entusiasmada.

— ¡No puedes vivir sin mí, pequeño rayo de sol! — Bromeó Victoria, refiriéndose a los rulitos rubios de Martina.

— ¡No puedes vivir sin mí, pequeño rayo de sol! — Bromeó Victoria, refiriéndose a los rulitos rubios de Martina

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Martina, fotografiada por Vicky.


— ¡Por supuesto que sí! — Se río — ¿Y cómo van tus vacaciones?

— Sin muchas emociones... Al menos estoy sola, mamá ya se fue de viaje. Gus me invitó a un nuevo proyecto hoy, no sé qué esperar, pero estoy feliz de verlo después de tanto tiempo.

— ¡No creo, Vicky! Tuve una cita con un chico y él me dijo que estaba tocando la batería con Gus en una banda. ¿Lo conoces?

— ¡Es Charly!

— ¡Dios mio! Muy guapo. Me muero recordando nuestros besos... — Suspiró.

— ¡Tina, eres una pervertida! — Dío una buena carcajada.

— Sabes que no puedo resistirme a un hombre rubio que se preocupa por la naturaleza.

— ¿Entonces estás saliendo con tu versión masculina? ¿Y me invitarás a la boda?

— ¡Sí, serás la madrina junto con Gustavo, loquilla! — Martina bromeó.

Aunque no tenía pruebas concretas, creía firmemente que Gus amaba a Victoria en secreto. Y es cierto que Martina era una buena observadora.

Vicky se quedó en silencio por segundos, solo se escuchaba su respiración.

— Tina... Soñé con él... — Hizo una pausa. — Y nos besamos.

— ¡Cielos! ¿Y cómo te sentiste?

— No puedo mentirte, la sensación fue re buena. No creo en premoniciones en los sueños, pero esta vez me afectó y no sé cómo voy a enfrentarlo sin sonrojarme.

— ¡No pienses así! Sabes que creo que siempre ha estado interesado en ti, pero no te preocupes de antemano. No puedes controlar ni predecir lo que sucederá.

— Lo intentaré, Tina...

— Sabes que estoy a tu lado para cualquier cosa.

— ¡Gracias! Tengo que colgar, te llamo más tarde.

— ¡Cuidate!

~

Victoria no podía dejar de pensar en lo sucedido, en lo hermoso que se veía Gus en su sueño. Algo dentro de ella había cambiado desde la última vez que se vieron, lo que sentía ahora era demasiado lioso, como como una tormenta en su pecho. Poco a poco el sueño se convirtió en un factor decisivo para comprender lo que gritaba su corazón.

¿Cómo pudo una simple visita haber cambiado tantos años de amistad? Enredarse en su subconsciente y hacerla soñar con lo inimaginable, increible y repentino.

En ese momento, ni siquiera sabía qué ropa ponerse. Se bañó lentamente, se puso perfume y se pintó los labios de rojo escarlata. Finalmente, optó por una camisa blanca con botones que le quedaba más grande que su talla, combinada con pantalones cortos de mezclilla y zapatillas Converse; era simple pero le daba un aspecto delicado y perfecto para el clima del día.

 Finalmente, optó por una camisa blanca con botones que le quedaba más grande que su talla, combinada con pantalones cortos de mezclilla y zapatillas Converse; era simple pero le daba un aspecto delicado y perfecto para el clima del día

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Abrazó sus propias piernas, se acurrucó y apoyó la cabeza sobre las rodillas. Perdida en sus pensamientos, se sentía terriblemente vulnerable.

Victoria no era el tipo que se dejaba intimidar por los chicos, era todo lo contrario. Ella siempre mantuvo una distancia sentimental con todos, algunos la imaginaban como inalcanzable o rompecorazones, pero a ella simplemente no le interesaba vincularse con nadie, todos parecían tan iguales que no valían la pena.
En este sentido, ella y Gustavo tenían mucho en común: él casi nunca estaba sin novia, pero siempre empezaba y terminaba muy repentinamente por su falta de interés, aunque podía estar con quien quisiera en cualquier momento.

Envenenara Mi SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora