XIX. Una parte de la euforia

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Victoria's pov:

Una tormenta decidió caer sobre la ciudad esa noche, lavando las veredas y todos los elementos que podía ver desde mi ventana, adornados por el vaivén de los árboles contra el viento. Fumando un cigarrillo contra la ventana fría, el vapor empañaba el vidrio, formando un espacio borroso donde dibujé una carita feliz en un gesto tonto y pequeño.

Tuve dos noticias después de que Gustavo se fue a casa.

Primero: Mi vieja me llamó para decirme que volvería al día siguiente, trayendo mis regalos favoritos como siempre traía cosas de sus viajes para mí. La estaba extrañando, aunque en su ausencia podría estar chapando con Gustavo en cualquier rincón de la casa. Bromeé con su llamada tardía deseándome feliz año nuevo, ya había pasado una semana de 1984 y escuché risas cómplices como respuesta. Así es como trato con ausencias que no puedo curar, en algún momento tenemos que reírnos de eso, en algún momento tenemos que dejar de lado nuestras preocupaciones y expectativas sobre buenas relaciones. Así estábamos mejor, nos llevábamos muy bien cuando estábamos riendo.

Segundo: Ese año comenzaba con la mejor noticia que podríamos tener; Federico Moura llamó a Gustavo, proponiendo un proyecto para Soda Stereo después de verlos en el escenario. Ni siquiera notamos su presencia ese día y tantas cosas sucedieron que nos vimos envueltos en un torbellino de cambios, palabras impulsivas y, sobre todo, realización. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras él me contaba todo por teléfono; eso era amar, las emociones de Gustavo me invadían y se mezclaban con las mías y yo estaba tan ansiosa como él, contando los minutos hasta tener noticias al respecto. Los chicos irían al estudio por la mañana.

Las cosas no dejaban de girar desde el nuestro primer beso. Aturdida con todo, pocas certezas se me permitían sentir; finalmente, me dejé llevar. Ya no quiero tener control sobre nada, ni un poquito. Si hubiera sabido lo divertido que era vivir así, me habría rendido antes. Ya no quiero ser fría, siento un calor de adentro hacia afuera extendiéndose por mi pecho y tiene aroma a hogar. También hace un poco de calor en mi habitación, las lluvias de verano y su poder incomparable para hacer todo insoportablemente más caliente, pero aún así son bellas, las últimas gotas obstinadas y delicadas golpean contra la ventana para despedirse. También me despido, acostándome en mi cama y rodando entre las sábanas antes de finalmente quedarme dormida, sabiendo que mañana será un largo día.

[...]

Dos voces en el piso de abajo me despiertan, reconozco a mi vieja e intento descifrar con quién está. Suena un poco extraño porque mamá dijo que su novio no vendría a casa, no recibimos muchas visitas y ninguno de los chicos vendría sabiendo que mamá ya llegó de viaje.

Estirándome en pasos silenciosos hasta el pasillo, tengo que frotarme los ojos para asegurarme de lo que estoy viendo. Gustavo y mamá están riendo mientras desayunan juntos. Sí, Gustavo ni siquiera recordaba el nombre de mi madre hace dos días y en este momento parecían mejores amigos.

 Sí, Gustavo ni siquiera recordaba el nombre de mi madre hace dos días y en este momento parecían mejores amigos

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Envenenara Mi SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora