XXIV. Día común

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Gustavo's pov:

18 de Diciembre de 1984.

Estaba ansioso para que Vicky se levantara esa mañana de sábado. La dejé durmiendo en nuestra cama mientras salía para los últimos preparativos de la sorpresa de cumpleaños. Subí las escaleras con un poco de dificultad por la bandeja de desayuno con su torta favorita, chocolates y una botella de espumante; en la mano derecha, un ramo de rosas amarillas, exactamente su flor favorita.

Al girar las llaves en la cerradura, ya estaba en la cocina, vistiendo solo ropa íntima y una de mis camisas de botón, haciéndome recordar nuestra noche. Hermosa, demasiado buena para ser real, una diosa en formas humanas. Pasé unos segundos admirando la visión que tenía, Victoria concentrada en hacer el té, su rostro era pacífico y formaba un pequeño pliegue en la comisura de los labios, sonriendo discretamente. Aclaré mi garganta con la intención de llamar su atención, haciéndola girarse repentinamente para mirarme.

- Dios mío, Gustavo, ¿qué es todo esto? - Se acercó, tocando las pétalas amarillas con entusiasmo. Su sonrisa ahora era aún más grande.

- Feliz cumpleaños, amor de mi vida. - Apenas pude terminar la frase al ser sorprendido con un beso suyo.

- Te acordaste incluso de las rosas. ¡Y son amarillas!

Mientras Victoria expresaba sus impresiones sobre mi sorpresa, rodeó mi cuello con los brazos, dejándose llevar por el momento. No había sensación mejor que verla vibrar de felicidad, iluminando toda la casa.

- Espero que te haya gustado todo. - Una sonrisa orgullosa se extendió en mis labios. - Y aún hay más.

Casi me había olvidado de la parte más importante. Saqué de mi bolsillo la cajita con un collar, era tan perfecto para ella que la imaginé usándolo en el mismo momento que lo vi en la vitrina. Al ver su reacción de sorpresa, tuve aún más certeza de que acerté en mi elección. Ella llevó las manitas hasta la boca, suspirando mientras el brillo de las piedras rojas era revelado.

- Es absolutamente deslumbrante, mi amor. Vení, ¿me ayudás con esto? - Se giró con entusiasmo frente a mí para que le pusiera la delicada pieza en su cuello.

Mientras cerraba el collar en su nuca, ella tocaba el colgante de corazón incrustado con piedritas rojas. El tono del accesorio contrastaba perfectamente con su piel suave, tanto que no pude resistir y le planté un beso en su cuello.

 El tono del accesorio contrastaba perfectamente con su piel suave, tanto que no pude resistir y le planté un beso en su cuello

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- Perfecta, ¿no? Sabía que se vería hermoso en vos, pero superó mis expectativas. - Acaricié su cabello, apartándolo hacia un lado.

- Claro... - Se giró, mirándome. - ¿Necesito estar a la altura de tu belleza, no creés?

- Ya estás a mil años luz adelante, Vicky. - Sonreí mordiéndome el labio inferior, admirando la visión frente a mí.

Poniéndose de puntillas, Victoria me alcanzó para un beso, enmarcando mi rostro posesivamente.

Envenenara Mi SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora