𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈

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Izuku jamás había escuchado acerca de los dones que rodeaban a la familia Bakugou, debían ser poderosos para que la familia tuviera una reputación de temer, en algún momento de su vida cuando era pequeño su padre le había hablado sobre el señor Bakugou en aquel entonces, antes de que Bakugou Katsuki fuera conocido.

Chiyo le propuso dormir un rato, para matar el tiempo, pero Izuku le aclaró que prefería pedirle permiso a Katsuki antes de hacer alguna otra cosa. Chiyo le insistió en que no era necesario, pero se negó.

Y mientras caminaba para ir a hablar con él, Chiyo lo observaba preocupada.

Chiyo le dijo que camino tomar para poder llegar con Katsuki, quiso ir solo para empezar a darse valor cuando tuviera que andar por los pasillos solo, si quería ser un esposo digno, tenía que demostrarlo.

—También puedo aprovechar y preguntarle sobre su don, ¿qué será, tornados, fuego, manipular las cosas, leer la mente? Debe ser un don sorprendente —se detuvo frente a una puerta mientras seguía murmurando para sí mismo.

Hasta que la puerta fue abierta con brusquedad, el pecoso se sobresaltó al ver al cenizo al otro lado de la puerta, tenía el ceño fruncido y lo miró extrañado.

Izuku se sonrojó al verse en descubierto por el cenizo, por alguna razón ver ese gesto le gustó mucho a Katsuki.

Aquel sonrojo adornando sus mejillas pecosas junto a su cabello verde, lo hacían ver como una...

—Fresa —dijo sin pensar.

—¿Eh?

—¡Nada! 

Katsuki desvió la mirada avergonzado, Izuku al ver eso le obsequió una tenue sonrisa. Tal vez y todo lo que le dijeron de él eran simples rumores y creencias que tenían de él. 

No estaría mal pasar tiempo con él.

—¿Qué hacía? —tuvo la iniciativa de preguntar.

Por alguna razón el estar con él le daba confianza para hacer las cosas y preguntarlas, no se sentía como en su familia, aprisionado, como si tuviera una cinta en la boca que le prohibiera expresarse.

Se sentía libre.

—Revisaba unos documentos y cartas de algunos pueblos cercanos, desde alianzas hasta peticiones de ayuda para lidiar con algunos extras.

Izuku creyó que no le respondería con tanta explicación, eso lo hizo sentir bien de cierta manera.

—¿Y tú?

Se sonrojó al oírlo preguntar.

—B-Bueno, lo estaba buscando.

A Katsuki le quería dar un tic en el ojo, quería que lo tuteara; iba a ser su prometido, no cualquier persona.

Pero tampoco quería pedírselo tan directamente.

—¿Para qué me buscabas?

Justo cuando Izuku abrió la boca para hablar, un bostezo se le cruzó a medio camino. Rápido se tapó la boca avergonzado de haber bostezado frente a él.

—Deberías dormir un poco, imagino que el viaje fue agotador.

—P-Pero-

—Si tu preocupación es sí puedes hacerlo, claro que puedes, no soy tan desalmado como para no permitirte descansar. Si necesitas algo, dímelo.

Izuku bajó la mirada apenado, estaba sintiendo muchas emociones en ese momento, y su corazón no paraba de saltar, no sabía porqué.

—Me imagino que Chiyo ya te mostró tu habitación, así que puedes ir a descansar.

—¿D-De verdad puedo?

A Katsuki le sorprendía mucho que Izuku tuviera tantas dudas a la hora de hacer una pregunta o pedir algo, como si toda su vida lo hubieran privado de cualquier necesidad básica que todo ser humano necesitaba para poder vivir tranquilamente.

En cambio aquel pecoso, parecía que tuviera miedo a las represalias por pedir algo tan básico.

—Entiende Deku, cualquier cosa que necesites ya sea dormir, comer o simplemente estar en un solo lugar quieto, dímelo —mencionó cruzándose de brazos.

Izuku estaba sonrojado, no podía controlar su corazón y todas sus emociones eran reflejadas en sus gestos faciales.

Para Katsuki era un deleite aquella imagen.

—¿Y qué hará usted?

—Primero, háblame de tu, pronto estaremos casados, y segundo, iré a mi trabajo. Debo instruir a los nuevos reclutas y entrenarlos.

Izuku se mordió la lengua antes de preguntar algo mas, le iba a costar mucho trabajo tutearlo, por mucho tiempo estuvo acostumbrado a llamar a los demás de manera formal. Desde pequeño solamente había interactuado con las criadas de la mansión y muy apenas y les dirigía la palabra.

Aunque estuviera acompañado de ellas de vez en cuando, se sentía solo.

Pero ahora, se sentía diferente; era diferente.

—¿En qué trabajas?

La curvatura de la boca de Katsuki se alzó diminutamente e Izuku apenas alcanzó a percibirla.

—Evidentemente soy el que está a cargo del comité Bakugou, por generaciones mi familia se ha encargado de exterminar a aquellos que usan su don de mala manera y arriesgan la vida de los demás. 

Katsuki no sabía porqué, pero la sonrisa que mostró Izuku después de decir aquello fue la más sincera y grande que había visto hasta de su parte.

Por otra parte, a Izuku le emocionaba saber cuál era su trabajo, protegía a los demás de las malas personas, no entendía porque Nemuri y Setsuna le habían dicho que era alguien despiadado.

Katsuki no era malo.

Justo cuando iba a decir algo otro bostezó se atravesó, volvió a sonrojarse de la vergüenza.

—Anda, ve a descansar, yo volveré en unas horas —empezó a caminar a la salida.

—¡Bakugou!

Katsuki se detuvo y lo volteó a ver esperando que hablara.

—Buena suerte en tu trabajo —le dio una reverencia.

A pesar de que Katsuki le había dicho que no hiciera más reverencias o algo por el estilo, él sentía que debía hacerlo, porque Katsuki se lo merecía.

Ambos se dieron una sonrisa antes de que Katsuki se fuera por completo.

Izuku estaba feliz, y eso lo podía asegurar por el sonrojo que aún permanecía en sus mejillas y por su sonrisa.

Arreglo Matrimonial ||KatsuDeku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora