Habían pasado un par de horas y seguía igual. Con la diferencia de que al haber llorado tanto ya no le quedaban más lágrimas que soltar.
Katsuki no se había querido separar de él por nada, sabía que su prometido lo necesitaba más que nunca en ese momento.
Y es que no podía criticarlo ni nada, nadie podía hacerlo ni debía. Porque vamos, ¿quién brinca de alegría después de enterarse de que su madre ingenió todo un plan donde solo era usado como una pieza de peón?
Nadie.
Sobre todo alguien como Izuku, que por lo que sabe siempre fue privado de su propia felicidad.
Sintió como Izuku se reacomodaba en la cobertura de su cuello, parecía un pequeño niño que buscaba con urgencia los cálidos brazos de protección de aquella persona que más seguridad te da.
Claro que Katsuki tenía pendientes por hacer, pero realmente no podía pensar en nada más que en el bienestar de Izuku.
Izuku se había vuelto lo más importante en su vida. Siendo algo curioso ya que nunca creyó verse de esa manera en algún momento de su vida.
No era creyente del destino ni de esas cosas que dicen las señoras mayores al momento de que se sumergen en las conversaciones, pero justo en ese momento, teniendo a Izuku en sus brazos; podía creer fielmente en que el destino sí existe.
Sin pensarlo, comenzó a tararear una melodía, con la intención de que el pecoso se relajara. Cosa que funcionó ya que pudo ver como una leve sonrisa aparecía en su rostro, besó sus rizos verdes y acarició su espalda.
Suspiró, tendría que posponer todo lo pendiente para mañana, en esos momentos quería llevar a su prometido a casa, donde pudiera estar tranquilo sin pensar en absolutamente nada que tuviera que ver con su familia.
Pero si tenía que ser sincero, familia no eran.
—Cariño, tengo que ir con Kirishima a dejarle algunas indicaciones sobre lo que se hará con tu familia, en cuanto termine nos iremos a casa, ¿te parece?
Izuku asintió, y muy a su pesar se separó del cuerpo del cenizo. Katsuki acarició un poco su cabello y le dio un casto beso en sus labios, Izuku correspondió conmovido. Amaba lo que Katsuki le hacía sentir a su corazón.
Antes de irse le volvió a dar un beso, siendo esta vez en la frente. Izuku sonrió y lo vio irse por la puerta, le gustaba la manera en la que Katsuki lo hacía sentir protegido y querido.
Con Katsuki había encontrado un hogar, y se sentía tan bien por fin pertenecer a uno. Sentir que tenía uno.
Un hogar al cual volver cuando las penumbras que la vida te daba te atormentaban incontables veces, al punto de querer desaparecer, siendo el único lugar en el cual estarías seguro.
Toda su vida su hogar nunca lo sintió como uno, siendo privado de muchas cosas desde que era un niño. Y ahora, todo era diferente.
Tenía amigos, podía decir lo que pensaba sin temor, al fin tenía voz la cual podía expresar lo que él quisiera.
Sonrió satisfecho para sí mismo y se levantó, Katsuki le había dicho anteriormente que podía explorar su oficina si él así lo quería. Claro que al principio se había negado rotundamente ya que él consideraba la oficina de Katsuki como un espacio íntimo y privado, por lo que no podía vagar por ahí como si él quisiera. Pero el cenizo ya le había dado luz verde para poder hacerlo, y siendo sincero consigo mismo, no tenía mucho que hacer más que esperar a que el cenizo volviera.
Además, Denki estaba ocupado, Shoto estaba por ahí perdido. Lo único que le quedaba era ser paciente y esperar a que el cenizo terminara con sus deberes.
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Arreglo Matrimonial ||KatsuDeku||
FanfictionLa vida de Izuku cambia por una simple noticia; es el prometido de Bakugou Katsuki.