Entre la oscuridad, se ha vuelto a encender nuestra chispa y me alegro tanto de ello.
-Duerme, mañana hablaremos de todo esto- me susurra al oído. No quiero dormirme por si se va, por si huye y me deja sola. Otra vez.
Cierro los ojos y la tranquilidad me lleva a un mundo mejor, un mundo compuesto de Max, yo y nuestra magia.
Me despierto por el ruido de la cafetera. Estoy acurrucada en el sofá y estoy muy feliz. Me levanto y veo a Max preparar el desayuno.
-Buenos días- dice sonriendo. Le sonrío y le abrazo por detrás, puedo ver su sonrisa pícara.
-Tienes que dejar de quererme- digo sabiendo que le podría hacer daño con estas palabras.
-No puedo.
-Inténtalo, nos separamos porque no éramos compatibles. Piénsalo.
-¿Y si nunca te dejo de querer?- se gira y me besa con auténtica pasión. Oh, que bonito.
Nos sentamos en la mesa y nos comemos las tortitas que ha preparado mi príncipe. Todo sería más fácil si no nos quisiéramos.
-¿Cómo me has encontrado?- pregunto rompiendo el incómodo silencio que crecía entre nosotros.
-Me han ayudado las revistas y Jeremy.
-Es verdad- sonrío. No puedo dejar de mirarle, temo que si le dejo de mirar desaparezca, como un espejismo.
-Tenemos que hablar de nosotros.
Asiento y bebo de mi taza de café.
-Está todo arreglado, ¿no? Te podría prometer no volver a cagarla más pero es inevitable cometer errores.
-Si me lo pidieras- sugiero y a él se le iluminan los ojos. Se levanta y se arodilla ante mí.
-Señorita Roberts, ¿me permite usted ser mi novia?
-No lo dudes- me levanto y nos besamos intentasmente.
Un año después
-Levantate- grito a Max como una posesa.
Resumiré este año.
Después de volver a estar juntos, Max se mudó conmigo a California dejando a su padre en Chicago. Rompimos una vez a causa de que me ocultaba cosas pero, hemos vuelto y somos muy felices. No tenemos planeado ni casarnos ni tener hijos, mejor. Max trabaja como secretario en una empresa de moda y yo bueno, sigo siendo modelo en la misma agencia.
He aprendido que mi vida es una auténtica montaña rusa: tengo subidas gloriosas y bajadas desastrosas. Pero mira, soy feliz y he aprendido a perdonar a tal desgraciado que pensé que me destruyó la vida.
-¡Joder Max! Tenemos que subirnos al puto avión dentro de dos horas- chillo para que me escuche.
Como no pille el vuelo a Oregón me voy a cagar en los antepasados de Max.
Me visto con mis vaqueros favoritos y me los remango. Me pongo una camiseta negra y lista.
-Buenos días, princesa- me saluda con un beso en la mejilla.
-Venga, vístete.
Una hora más tarde, estamos en el aeropuerto. Estoy muy nerviosa y no sé por qué. Es mi "padre" no tengo por qué estar nerviosa.
-¿Estás bien?- me pregunta Max. Asiento y muestro mi mejor sonrisa. Pasamos la puerta de embarque y los nervios crecen más y más.
"Welcome to Oregon City" leo a lo lejos. Después del viaje en avión me tranquilice un poco. Es increíble que vaya a conocer a la nueva familia de papá. Controlo la respiración por si me va a dar algo.
ESTÁS LEYENDO
Pídeme un beso
RomanceNadie conoce mi historia y pocos se atreven a descifrar los misterios de Julie, ¿serás tú quién pueda acabar entenderme? Amor, desamor, sufrimiento y felicidad son las palabras clave para saber qué es vivir. Yo no sé. Me siento desafortunada por ell...