Capítulo 13

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- Vivien, ella es mi madre Vittoria _presenta, Beatrice a su pequeña

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- Vivien, ella es mi madre Vittoria _presenta, Beatrice a su pequeña.

La niña hizo un ademán en saludar, pero fue interrumpida por una frase que no entendió, por el idioma.

- Giancarlo esta afuera, comenzaremos a instalarnos lo antes posible, mamá... ¿donde estan..? _pregunta hasta que es interrumpida por una nueva voz, bajando las escaleras.

- ¡Hermanita! _saludan efusivamente.

Un hombre y una mujer entraron y abrazaron a Beatrice.

- Pensamos que nunca volveríamos a verte _afirma ella tras separarse del abrazo.

- Ha pasado muchos años, te ha sentado fatal la edad _bromea el mayor de los tres.

- No saben como los heche de menos _añade con una sonrisa_ Vivien, ven aquí, mi amor.

La pequeña caminó tímidamente, viendo a aquellas personas. 

- Ella es mi hija, Vivien _presenta mientras carga a la pequeña_ Giancarlo esta algo ocupado, pero ya viene. 

- Que niña más bella _comenta la tía.

- ¿Por que nunca nos dijiste que tenias una hija, Beatrice? _pregunta haciéndose el ofendido_ Es un gusto, princesa.

- Es una larga historia, Vivien, estos son mis hermanos, Paul, el mayor y Danielle, la menor _presenta en la lengua de la niña.  

- ¿Tan mal te caemos que ni siquiera le enseñaste el idioma a tu hija? Muy mal de tu parte _corrige la hermana menor.

- Ya les contaré... _admite en un suspiro.

- Bueno, lo positivo es que no estará sola, loa niños volverán de la escuela en un rato _afirma Paul.

Y tal cuál, mientras la tía jugaba con su sobrina, enseñándole algunas palabras en francés, un autobús escolar llegó a casa, de este bajaron dos niños, corriendo a casa a saludar a sus padres. 

- Papá, me he sacado una estrella dorada en matemáticas _anuncia el niño, corriendo a los brazos de su progenitor, Paul.

- Ese es mi campeón, felicidades _afirma orgulloso.

- Mamá, mira que lindo me ha quedado mi cuadro _habla la niña, yendo con su madre.

- Es precioso _afirma al ver el trabajo.

- ¿Quien es ella? _pregunta el niño.

- Vivien, ella es es Odille, mi hija. Odille, ella es Vivien, la hija de tu tía Beatrice _presenta la mayor.

- Y este chico es Dilan, mi hijo _presenta Paul_ Ustedes tres serán grandes amigos, a que sí, por que Vivien y sus padres van a vivir con nosotros _propone con una sonrisa.

- ¡Que ilusión! Vamos a ser como hermanitas, ven, vamos a jugar con mis muñecas _invita la pequeña, tomándole la mano. 

- Yo quiero ser el dragón _anuncia el niño, yendo tras ellas.

- Chicos, Vivien no sabe hablar el idioma, así que sean amables con ella mientras se adecua _indica la matriarca del hogar.

- Si, abuelita _asienten antes de ir corriendo escaleras arriba.

- Ya les dije que no se corre dentro de la casa _indica, pero no la oyeron_ Que niños _ríe levemente.

Ese mismo día, la familiar Rosellini se encontraba instalando sus pertenencias en sus nuevas habitaciones, Beatrice ayudaba a su hija a guardar su ropa mientras su madre, como buena abuela, peinaba a su nieta con unos bellos listones nuevos, comprados únicamente para ella. Los demás niños se encontraban haciendo sus tareas con ayuda de sus padres.

- Ya está _anuncia antes de salir y ver a su pequeña con las mismas trenzas que le hacia su madre_ ¿Te gusta la nueva casa? _pregunta acariciando la cabeza de su hija. 

Vivien asintió con la cabeza, pero algo estaba mal en ella.

- ¿Quieres contarle algo a mamá? _pregunta mientras sienta a su hija en sus piernas. 

- Voy a ver a los demás _habla la abuela antes de salir de la habitación, dándoles privacidad. 

La puerta se cerró, y Vivien miró los ojos de su madre.

- Extraño mucho a mi hermanito... ¿ya estará en casa de sus nuevos padres? _pregunta triste.

- No lo sé, bonita... pero se me ocurre algo _motiva con una sonrisa.

- ¿El que? _pregunta emocionada.

- Puedes escribirle una carta, así el sabrá de tí y tú de él, cuando te conteste _propone.

- Que buena idea, le voy a contrar todo _asiente.

Ese domingo, Beatrice llevó a su hija y sobrinos de paseo por la cuidad, Vivien memorizo todo lo que pudo para contarle a su hermano como era aquella gran cuidad.

Por la noche dedicó una hora completa a escribir cuatro hojas completas, contándole a Jude todo lo que le había pasado desde que salió del horfanato.

- Pero... no sé donde vive, ¿como sabrá el cartero a donde debe llegar la carta? _pregunta al terminar se escribir.

- Para eso, es esta carta adicional _afirma Giancarlo, acercándose a su hija.

- ¿Que hice ahí?

- Aquí, le pedimos a la directora del horfanato que le envíe la carta a Jude, así podrá leerla, además de enviarle la dirección de la casa para cuando él te responda _propone la esposa, con una sonrisa.

- ¡Es una gran idea, mamá! ¡Gracias, papá! _responde emocionada, abrazándola. 

Aquello hizo que la pareja se quedara atónita unos segundos.

- Vivien... me dijiste "mamá" _habla con la voz quebrada. 

- Y a mí, "Papá" _prosigue el hombre.

Y en efecto, aquella era la primera vez que la niña se refería a sus padres adoptivos como tales, hasta entonces ellos no le decían nada, para que fuera al ritmo de la pequeña. Casi dos meses después de su adopción, pasó.

- Ups... _susurra, cubriéndose la boca_ ¿No, debí, estuvo mal?  

- Todo lo contrario, mi amor... Me acabas de hacer la madre más feliz del mundo _afirma tomando las manos de su pequeña, antes de abrazarce efusivamente. 

- Y a mí el mejor padre del universo _responde el esposo..

No se sintió diferente a oír a un bebé decir "Mamá" o "papá", Beatrice lloró de alegría al oír que alguien la llamaba así por primera vez en su vida. Y la reacción de Giancarlo no fue diferente.

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Dolor en la Sangre [Inazuma Eleven]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora