Capítulo 10

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Casi media hora después, la, recién agrandada, familia, llegaba a su hogar, callado por tantos años, sin las risas de un niño para llenar de vida el lugar

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Casi media hora después, la, recién agrandada, familia, llegaba a su hogar, callado por tantos años, sin las risas de un niño para llenar de vida el lugar.

- Nos alegra tanto que estés con nosotros, Vivien, ya verás que vamos a ser los mejores amigos _afirma Beatrice, mientras su esposo cargaba a la niña en brazos. 

Bien dicen que los padres se vuelven locos cuando les llega una niña. 

- ¿Ya llegaron? _pregunta una mujer, saliendo de la cocina, usaba delantal y uniforme negro. 

- Vivien, ella es Martha, nos ayuda con los quehaceres de la casa. Martha, nuestra hija Vivien _presenta la madre.

- Que hermosa criatura _comenta a modo de saludo.  

- Esta es nuestra casa, y ahora es tuya también _habla el hombre_ aquí esta la cocina, la sala principal _indica mientras le dan un recorrido a su hija.

- Que tele más grande, ¿podemos ver una película? _pregunta Vivien, emocionada..

- Claro, y pediremos pizza para cenar, ¿te gusta la pizza? _pregunta el mayor.

- Es deliciosa, hace mucho que no la pruebo _asiente.

- Entonces pizza será _asegura Giancarlo..

- Por haya esta el jardín, hay una piscina que seguro te va a encantar, y un columpio para que juegues _informa la mayor.

- Muchas gracias _sonrie al ver el lugar, era más bonito que en su imaginación.

- Ahora vamos arriba, aquí dormimos nosotros y ahora... esta es tu propia habitación _anuncian antes de abrirle la puerta de su nuevo dormitorio. 

Los ojos de Vivien brillaron, su padre la bajo de sus brazos para que pudiera pasear a sus anchas.

- Esperamos que te guste, nos tardo mucho tiempo dar con este tono tan bonito _comenta Beatrice.

- Entonces si estaban eligiendo el color... _susurra la pequeña.

- ¿Que pasa? _preguntan preocupados, los adultos.

- Mi hermanito dijo que ustedes no venían por mí, por que estaban eligiendo el color de mi habitación. Por eso vinieron después de mucho tiempo _afirma asombrada.

- Masomenos... _asiente la mayor_ pero algo de razón si tuvo... ¿quieres que guardemos tu ropa en el armario? Hay una sorpresa para tí _propone tratando de cambiar de tema, no podían revelar sus planes aún. 

Abrieron una puerta, dejandole ver el walking closet.

- Que ilusión, cuantos vestidos bonitos _habla la ojirosa_ ¿puedo ponerme uno mañana?

- Claro que sí, aunque faltan muchas cosas... este fin de semana pasaremos el día de compras, también tenemos que ir a medirte el uniforme, comprar material escolar, y lo más importante, inscribirte en una escuela _propone mientras toma con dulzura las manos de su hija.

- Gracias, ustedes son muy buenos _agradece más que alegre. 

Minutos después, la pequeña maleta estaba vacía.

- Listo, ¿que tal si mientras papá pide la pizza, nosotras hacemos palomitas? _habla la madre.

- Vale _asiente super contenta. 

Y así pasaron los días, convirtiéndose en semanas, la vida de Vivien no podía ser más dichosa, tenía unos padres maravillosos que la amaban más que a nada y para añadir, una linda casa. 

Al día siguiente apenas despertó y desayuno, corrió hacia el jardín de la casa.

La pequeña Vivien había pasado tantos días de tristeza hasta entonces que se sintió libre por primera vez, recordando el primer día que llegó al horfanato, aquella libertad era lo que más agradecía al mundo, asombrada con todo lo que la rodeaba, una felicidad que no perdería por nada. 

Sus padres la miraban enternecidos por la dulzura en aquellos ojos.

Aun faltaban unos días para que pudiera inscribirse a la escuela así que pasaba el día con su madre mientras su padre trabajaba, pero siempre se daba el tiempo de comer con su familia y salían juntos los fines de semana.

Beatrice le enseñaba todo lo que le gustaba hacer, claro, con el visto bueno de la pequeña, la repostería era su pasatiempo favorito.  

Pero también les gustaba peinarse, jugar a las muñecas y salir a hacer la compra juntas.

- Que duermas bien, mi pequeña _se despiden mientras la arropan en su camita.

- Igual ustedes, hasta mañana _responde dulcemente.

Los esposos dejaron la luz de noche encendida y se fueron a dormir, pero en eso, Vivien se levantó y abrió las cortinas. Viendo hacia el cielo y buscando alguna estrella que, según ella, pareciera mágica.

- Hoy tampoco vino... _susurra mientras abraza el conejo, aquel compañero del pinguino que tenia su hermano_ Mañana vendrá a visitarme, por favor, por favor, por favor _desea mientras cierra los ojos con fuerza, para que el deseo se hiciera realidad.

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Dolor en la Sangre [Inazuma Eleven]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora