Dolor en la Sangre [Inazuma Eleven]

Capítulo 16

♤1 mes después♤

-¡Ha llegado el correo! _anuncia Vivien al ver el buzón de casa, lleno_ A que hay una para mí, mamá, seguro que mi hermanito ya me ha contestado _dice muy emocionada.

Aquel día volvían de haber ido de compras, tomaron los sobres antes que el escaso personal de la casa, y comenzaron a buscar.

- Veamos... Facturas, facturas... _habla revisando las cartas una por una, nada más que servicios de la casa que había que pagar.

La pequeña no perdía la ilusión, viendo ansiosa a su madre.

- Hay una para Vivien Rosellini _afirma, causando que la sonrisa de la nombrada, brille más. 

- ¡Bien, carta de Jude!

Hasta que notó el nombre del remitente.

- No, hija... me temo que no lo es... _niega, entregándole el sobre.

- A,ca,de,mía / Cam,bri,dge / Pa-ra / ni,ñas... Es de mi nuevo colegio... _lee bastante desanimada.

La mayor leyó la carta en silencio, obviamente había más formalidades que mensajes asi que no aburriría a su hija con esas palabras.

- Lo siento mucho, hija... sé que esperas la respuesta de Jude con anhelo... pero quizás su carta tarde más en... _había tratando de animar a su niña.

- No, mamá... estuve pensando y creo que ya se porque no me envía una _admite, suspirando pesadamente.

- ¿Que pensaste, mi amor? _pregunta angustiada.

- Seguro que a mí hermanito lo adoptó una familia pobre... y no pueden pagar el envío de la carta _dice, viendo a su madre_ Yo vi cuanto pagaste para enviarla hasta Japón. Es mucho dinero.

- No habia pensando en eso... si siguiera en el horfanato seguro que le habrian permitido que te envíe su respuesta _responde antes de oír lo del dinero_ Tú no te preocupes por eso, mi niña... Puedes escribirle todas las cartas que quieras, aunque quizás él no pueda responderte, al menos estarán en contacto _afirma con una sonrisa.

- ¿Y si ahora vive en otra cuidad? Se sentirá muy triste si yo le escribo y él no puede responderme _admite algo desanimada.

- Mi pequeña... _habla abrazando a su hija_ No me imagino lo que siente tu pobre corazoncito... _susurra acariciando el cabello de la menor.

Pero trataría de animarla sea como sea.

- Por cierto... te aceptaron _anuncia tomando la carta_ Empiezas la próxima semana.

- Que ilusión _responde un poco más feliz. 

Y así, los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y estos últimos en años. Nuestra historia continúa exactamente el día que se festejaba el cumpleaños número 14 de Jude Sharp. 

Sus padres organizaron una gran fiesta para celebrar la fecha, esta se llevaría acabo al final del día. 

Su día comenzó de forma relativamente normal, se despertó a la hora de siempre y se preparó para ir a la secundaria. Al bajar al comedor, sus padres los recibieron con regalos y abrazos.

Aquel niño que fue una vez, ahora se había convertido en un joven gallardo y de gran porte, sin nada que envidiarle a un legítimo príncipe. Usaba sus rastas bien peinadas en una coleta, y unas distintivas gafas azules que cubrían sus ojos. 

- ¡Feliz día, hijo mío! _se oye por parte del padre de este.

- Y que cumplas muchos más _afirma la mujer, entregándole su primer regalo.

Claro que cosas materiales, no le habían hecho falta, pero era el cariño con el que sabía que sus padres esperaban ese día, lo que le daba valor a todas aquellas cajas envueltas en elegantes y variados colores.

Desayunó con normalidad antes de irse a la escuela, en esta sus mejores amigos lo recibieron con su respectivo saludo, los regalos esperarían a la fiesta.

Jude estudio en aquella prestigiosa, y exorbitantemente costosa Academia desde que llego a la familia Sharp, pero por consejo de su madre, mantuvo oculto su pasado al punto de hacer todo lo posible por olvidar la vida que había tenido hasta aquel día en que su vida cambió. 

La Royal Academy, en los salones solo se oían los apellidos más influyentes de todo el país, hijos de políticos, médicos de prestigio, la joven crema y nata de la alta sociedad paseaba libremente en aquel ambiente diseñado solo para ellos, los pocos afortunados que podían costear cierto estilo de vida.  

Pero claro que la exigencia de las autoridades de aquel colegio, no se quedaban atrás, formando caballeros de prestigio y señoritas de noble linaje, tenían la dura labor de educar a la joven aristocráticia de su país.