NARRA ALAN
—¿Me estás mintiendo no es así? —pregunté tartamudeando. Esa verdad me ha golpeado dejándome completamente noqueado. No puedo creer que esto esté pasando. Las palabras de Sol me han dolido en el alma. No concibo que Susy sufriera y esté sufriendo por mi culpa. Tenemos un hijo, esta posibilidad se había instalado en mi pecho hace unos días, confirmar solo trae mucho más dolor. Había no solo dejado a Susy, sino también a nuestro bebé. Ella debió de haber sufrido y pasado por mucho.
—Es la verdad Alan, le pedí a Susy que me ayudara a interpretar a uno de mis protagonistas y como acabas de escuchar eso era solo parte de uno de los diálogos de ese personaje. No tiene nada que ver contigo, ni siquiera sabía que tú y Susy estaban juntos. Ella jamás me dijo nada, nunca me imaginé que pasara todo esto. ¿Por qué no me preguntaste? Te lo hubiera aclarado ese mismo día y nada de esto estuviera pasando. Por favor, Dios, cuida a Susy y a su bebé —Dice Liz y eso me sacó de mi aturdimiento. Debo ir a buscarlos, no puedo quedarme aquí. Saqué mi teléfono y le marqué a Aitana, después de varios timbres ella contestó.
—¿Para qué me hablas infeliz? —me preguntó muy molesta.
—Solo necesito saber en qué hospital están, por favor, Aitana. Por favor —le pedí y después de un largo silencio menciona el hospital y me sorprendo porque están en Bella Vista a unas horas de aquí. Estaba por abrir la puerta cuando esta se abre de par en par dejando ver a mi abuela y su cara no era nada agradable, sus ojos brillaban de pura rabia. Ella caminó hacia mí y sin darme oportunidad de hablar me dio una cachetada.
—¿Es así como honras a tus padres Alan? ¿Acaso tu madre y tu padre no te han enseñado y explicado en cómo se debe tratar a una mujer? ¿Cómo se te pudo siquiera ocurrir dañar a esa pobre niña? Es que me duele demasiado, lo que debe de estar pasando o sintiendo ella en este momento —Alana llegó hasta su lado al verla toda alterada.
—Cálmate abuela, la verdad que todo esto ha sido solo un malentendido. Alan no tiene la culpa en un 100 por ciento. Ven cálmate y escucha —le dice y ahora sí parece calmarse, sigue a Alana hasta uno de los muebles. Entre Liz, Sol y Alana le explicaron cómo habían sido las cosas, pero igual su nieto era el malo de la historia directa o indirectamente. Rebeca viene a mi lado y mi abuela la mira de pies a cabeza.
—¿Jovencita y usted quién es? —Rebeca ella entrelaza su brazo con el mío.
—Yo soy la novia de Alan —dice y mi abuela me mira directamente a los ojos y niega cortando nuestra mirada.
—Llama a Ernesto, Aitor por favor —Aitor sale de la casa y regresa con Ernesto.
—¿Me mandó a llamar señora? —pregunta Ernesto diligentemente.
—Si Ernesto, por favor ordena que lleven a la señorita a un hotel mientras nosotros solucionamos estos problemas. —la escuche decir y no sé porque internamente me alegré. No quiero tenerla cerca ni de Susy y mucho menos de mi hijo.
—Alan por favor di algo, yo vine a acompañarte —me dice suplicando y yo negué.
—Lo sé y te lo agradezco, pero esto es algo que debo o debemos hacer en familia. Por ahora estarás más cómoda en un hotel —le digo y ella se cruza de brazos, pero se siente derrotada al ver que no irá con nosotros. Afortunadamente no había movido las maletas así que todo fue tan sencillo como que tomara sus cosas y saliera detrás de Ernesto. Todos nos subimos en las camionetas, evidentemente yo me subí en la de mi abuela. Escuchar sus sermones me hacía falta y todo lo que estos me hacían sentir.
—Es que por más que trato de entender, no puedo. ¿Por qué demonios no le preguntaste a Susy o a tu hermana? No que siempre vienes y sigues actuando bajo impulso. Te miraba como el más centrado de todos y mira es todo lo contrario —siguió mi abuela por casi todo el camino hasta Bella Vista.
—No lo sabía abuela, si, asumo que es mi responsabilidad, pero ahorita lo único que necesito es estar cerca de Susy y de nuestro hijo. Saber que están bien. esa es mi prioridad —le confieso con lágrimas en mis ojos. En este momento tengo miles de preguntas. Mas hoy es la primera vez que me permito llorar frente a mi familia, dejando ver lo afectado que estoy por todo esto. Durante el camino, el llanto fue mi compañía junto con la ansiedad, angustia, miedo, y preocupación. Llegamos a ese hospital donde me bajé casi de inmediato. Nos indican por donde debemos ir y mi corazón bombea super fuerte en mi pecho. Mis padres estaban viendo hacia los cuneros. Todos nos acercamos, especialmente yo por una esquina. Había tres bebés dentro de diferentes incubadoras. Uno de ellos tiene el color de piel como el de mi muñeca y mi cabello un poco castaño. Se miraba tan delicado, frágil y hermoso, por alguna extraña razón estaba seguro de que ese bebé era el mío.
—¿Cuál es el bebé? —cuestiona emocionada mi abuela y pongo atención a la respuesta de mi madre. Ella apunta al pequeño que ya había sentido como mío. Pego mi frente al cristal con mi mirada fija en él, mentalmente enviándole todas mis energías y fuerzas.
—¿Se ha sabido algo de Susy? —pregunta nuevamente y esta vez miro a los ojos a mi mamá, suplicando por una respuesta positiva.
—El diagnóstico es muy reservado, por los momentos está en coma inducido para ayudar a que el cuerpo se recupere. El sangrado interno fue controlado y fue una muy buena noticia. Ahora solo debemos esperar para ver cómo evoluciona, su madre y hermanos están de viaje. Lo que significa que somos lo único que tiene Susy en este momento –explica.
Todo este sufrimiento de Susy y mi hijo lo llevaría marcado para toda la vida. Sabía que esto solo era el comienzo de mi sufrir, un sufrimiento que yo mismo provoqué y que remediarlo, sería casi imposible.
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Jugaste y sufrí
RomanceSusana Libón Park o Susy Li como la llama su madre, es una joven a la que la vida no le ha sonreído en lo absoluto. Desde muy pequeña le ha tocado vivir un infierno a manos de su padre, donde ella y su familia sufren de violencia domestica después d...