13. ¿POR QUÉ NO ME ACUERDO DE NADA?

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NARRA ALAN

—Y el premio al más idiota es para Alan Galeano. Espero que tus asunciones sean ciertas porque si no son reales quedarás como un completo idiota lo cual para mí ya eres. El detalle es que no solo la hiciste sufrir a ella, si no que sufrirás tú porque después de lo que hiciste ya no hay vuelta atrás. Lo más probable es que ya hayas perdido el amor de Susy —expresó Aitor mientras manejaba a la universidad ese día.

No dejé que sus palabras entraran a mi sistema. Como ya lo dijo ya estaba hecho y equivocado o no, ya la había alejado de mí. Este mes se me había hecho eterno. La tortura de verla todos los días y no poder acercarme a ella. Tampoco podía hacer contacto visual con ella porque se negaba a verme a los ojos. Su actitud sí que me sorprendió, no esperaba que todo quedara hasta ahí, creí que al decir que me iba ella se acercaría a mi o insistiría en querer algo conmigo. Sin embargo, es todo lo contrario ella solo me ha evitado. Ahora no sé qué me duele más, si esta indiferencia de su parte o que aun cuando sé que solo estaba conmigo por interés aquí estoy perdidamente enamorado de ella.

Mañana era mi viaje y quería hacer algo que hacía con ella casi todas las noches y era ver las estrellas por última vez. Para mi sorpresa ella estaba viendo por el telescopio, se sorprendió mucho al verme. Más sus enormes ojos ya no me miraban con aquel brillo que lo hacían antes. Por primera vez pude verla molestarse ante mi presencia y sus palabras lo confirmaron, no me aguantaba estar tan cerca de ella y no poder besarla. Me arrepentiría de esto, pero necesitaba despedirme de esos labios que solo me invitan a besarlos. En las noches no hay día que su recuerdo me abandone. Sus gestos, su entrega me hacen creer que ella no estaba jugando y tanto el empujón como la cachetada que recibí me lo confirmó. Ella estaba realmente herida por lo que había hecho. Como dijo Aitor ya había perdido el amor de Susy. 

Me quedé en el jardín por un momento más. Me senté en una de las sillas y cerré mis ojos. Todos los momentos que pase con Susy en este lugar comenzaron a venir a mi como un sueño. En todas las imágenes ella sonreía y nunca vi algo negativo en ella. La duda de ir a donde Liz y preguntar me carcomía ahora, pero ¿para qué? Ya era muy tarde para hacer algo que debí haber hecho hace mucho tiempo. Desordené mi cabello con mis manos en frustración antes de levantarme y caminar de regreso hasta mi habitación. Subí y miré las maletas a un lado de la cama, me debatí en si había tomado las decisiones correctas o sólo había actuado por dolor e impulso. Di vueltas en mi cama durante toda la noche, nuestro vuelo era hasta medio día. Quería poder hablar con ella una última vez para aclarar esto que me había orillado a actuar de esta manera. 

El sol ya estaba iluminando mi ventana así que me levanté de esta ya no había caso de seguir aquí. Al bajar me sorprendí al no sentir ningún aroma al desayuno. Luego me golpeó mentalmente al recordar que es sábado, su día libre y que lo más probable es que estuviera en su habitación preparándose para ir donde su familia. Al no ver a nadie me aventuré a ir hasta allá. Para mi mala suerte me percaté que no hay nadie en la habitación, ella ya se había ido. Siento el peso de mis acciones caer sobre mí, pues no pude ni aclarar lo que había pasado, ni verla antes de irme.

—Se cuidan mucho, recuerden ser el apoyo del otro. Si necesitan apoyo ustedes ya saben a quién llamar —nos dice mi madre cuando estábamos listos para tomar el avión.

—Si, mamá. Yo te cuido a tu bebé —dice Aitor y ella le da un golpe en la cabeza.

—Se lo que parí querido hijo y quien más me preocupa eres tú. Espero que no te metas en problemas Aitor y cuida bien donde metes tu caimán —le dice y mi padre y yo estallamos en una carcajada.

—Mamá, aligátor se escucha más como yo, a las mujeres les gusta más ese seudónimo para mi amigo fiel —le dice besando su frente.

—¿Se les olvida quien les nombró sus pipis de pequeños? —menciona y nos ganamos la atención de las personas que pasaban a nuestro alrededor.

Jugaste y sufríDonde viven las historias. Descúbrelo ahora