Obito no dejaba de ver los ojos de kakashi. Este le impedía ver otra parte que no fueran sus ojos bañados en deseo.
Las piernas del Omega se enredaron en la cintura del Alfa. Ambos con la ropa suficiente como era costumbre.
No era la primera ni la segunda vez. El sexo entre ellos se hacía cada vez más constante; kakashi sonrió ante el pensamiento.
— kakashi... —El alfa quiso deshacerse del agarre del Omega. Aún cuando ya eran varios encuentros, obito seguía sintiéndose incómodo.
—Relajate... — kakashi junto sus frentes—, Solo... ¡Mgh! Relajate.
Kakashi dejó que sus feromonas inundaran la habitación, tentando al Alfa, seduciendolo. Las embestidas se tornaron rudas, el largo del pene entraba y salía rozando las paredes anales, la próstata del Omega.
Sin darse cuenta, las manos del peli-plata de dirigieron a la espalda, y por encima de la ropa, comenzó a acariciarla.
Obito no desvío la mirada; estaba hechizado por los ojos del Omega, por su rostro lleno de placer, por sus gestos extasiados.
—¡Obito..! — kakashi se aferro a la espalda del uchiha. Sus labios alcanzaron los del Peli-Negro.
Obito se paralizó. Dejó de embestir para separarse de golpe.
Ambos se miraron; obito sorprendido, kakashi angustiado.
—obito... —El Omega vio como el Alfa se separaba por completo de él.
Obito se mantuvo en silencio, se sentó en la esquina de la cama y busco calmarse. Kakashi esperaba alguna reacción de molestia.
—Lo siento, n-no me siento bien. — el uchiha se la ventó del lugar y se acomodo la ropa—. De verdad lo lamento.
—¿Tanto te afecta besarme? —Pregunto el Omega antes de que obito saliera.
El uchiha no contestó.
Lo último que vio kakashi esa noche fue una mirada arrepentida.
