Su puño se encajó en mi brazo, produciendo que soltara un quejido de dolor. Esto dejaría nuevos moretones sobre los que ya estaban en mi piel.
—Vuelve a responderme una sola vez más y te irá peor mocosa —advirtió mi padre.
Su voz firme hizo que diera un sobresalto. Sus ojos sin nada me miraron con frialdad antes de caminar hasta la salida para perderse a quién sabe dónde.
Froté mi brazo adolorido observando cómo la piel rojiza iba tomando más intensidad. No lloré, ya estaba acostumbrada a esto. Sabía perfectamente que no le gustaba que lo contradijera, pero me sentía irritada por todas las situaciones que me habían tocado vivir en el último día, especialmente por la actitud de Bill, quien a la mañana siguiente de esa incómoda interacción se la había pasado riéndose de mí a mis espaldas con su grupo de amigos.
Ahora tenía que salir de casa y volver a enfrentarme con su presencia, porque la única clase que tenía este día también la compartía con él.
Tomé una chaqueta para cubrir mis brazos lastimados y salí de allí sin perder más el tiempo.
Llegué mucho antes de que la clase empezara y, al igual que las últimas veces, me encontré con una sala completamente vacía.
Una chica llamada Liz se había acercado a hablarme el día interior, pero noté que su interés era más que nada porque yo era algo así como la novedad y ella parecía querer saber todo de todos. Aun así, me dejó una buena impresión y pensé que era bastante simpática. Me había alegrado poder interactuar normalmente con alguien. No es que en mi antigua universidad fuera especialmente popular, pero me nutría de un buen grupo de amigos con los que hacía trabajos y salía de fiesta de vez en cuando. Y por supuesto estaba Madi, una amiga que pretendía conservar toda la vida, porque siempre había estado a mi lado en los buenos y malos momentos.
La llegada de mis compañeros a la sala de clase hizo que saliera de mis pensamientos. Un chico de un bonito y largo cabello castaño se sentó en el asiento de adelante. Mientras sacaba las cosas que utilizaría, hicimos contacto visual, me dio una sonrisa de lado y luego siguió con lo suyo. Vi a Liz aparecer por la puerta; en cuanto me vio, hizo una seña y se apuró para sentarse a mi lado.
—Casi creí que no alcanzaría a llegar, hoy toca con el profesor Gómez, llegas un minuto tarde a su clase y te quedas fuera... —su respiración agitada corroboraba que se había apurado en llegar.
—Sí, había escuchado sobre él, dijeron que el otro día dejó a dos personas fuera por esa razón, da algo de miedo.
Liz asentía y sonreía a la vez mientras sacaba su computadora. Ella era moderna, mientras que yo seguía allegándome al uso de lápiz y papel.
Gómez apareció en la sala y todo el mundo se quedó en silencio. Por lo que había oído, el prestigio de ese maestro era impresionante, pero también era conocido por su mal humor y exigencia. Cerró la puerta y eso solo significaba que nadie más podría pasar. Bill aún no había llegado, di una mirada rápida para verificarlo. Una parte de mí se alegraba, pero otra seguía sintiendo esa curiosidad extraña por él y quería verlo.
Habían pasado unos cuantos minutos cuando tocaron la puerta, todas las miradas se giraron para ver quién era la pobre alma que haría enfurecer al profesor y ahí estaba Bill, con la expresión seria que solo cambió cuando le devolvió la sonrisa al profesor.
—¡Mi alumno estrella!, pasa muchacho.
Gómez le dio una palmada en la espalda para que pasara y Bill le dijo algo que pareció hacerlo reír, ni siquiera sabía que el maestro podía lucir tan contento.
—¿Por qué lo deja pasar? —le susurré a mi nueva amiga de cabello rosado.
—Bill es su favorito, bueno de él y de todos los maestros, las reglas que aplican para el resto no lo hacen para él...
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STALK | Bill Kaulitz
Mystery / ThrillerTras tener que cambiarse de hogar por el trabajo de su padre, Kiara inicia su año universitario en una nueva ciudad. Alejada de todos sus amigos, solo intenta encajar con el resto, hasta que Bill Kaulitz comienza a enredarse en su camino y no de la...