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La puerta del baño se azotó y escuché aquellos pasos tan conocidos. Inmediatamente abrí la puerta del cubículo y me encontré con Bill. Una sonrisa de suficiencia apareció en su rostro, extendió sus brazos para que fuera hasta ellos y así lo hice, como si un imán invisible me atrajera a ellos. Me abrazó e inmediatamente su calidez calmó mi cuerpo inquieto.

—Este lugar me trae buenos recuerdos...—. Escondí mi rostro en su pecho, sintiéndome completamente avergonzada; se refería a lo que hicimos en la fiesta. —Tenemos que salir de aquí, lo haremos rápido, dame tu mano.

Lo mucho que me gustaba la persona frente a mí no era normal. Todo lo que decía le hacía cosquillas a mi estómago, cada toque enviaba descargas eléctricas por mi cuerpo. ¿Él también se sentiría de esta forma conmigo? No lo sabía, así que lo único que pude hacer fue seguirlo, tomando su mano, sintiendo el calor al que me estaba acostumbrando.

Bill me sacó de allí corriendo sin soltar mi mano en ningún momento, él estaba para mí. Seguía siendo una incógnita la razón que lo había traído hasta aquí, aunque lo más probable era que fueran celos por Georg; sin embargo, estaba feliz. Me sentía en una especie de película, como la protagonista que escapa del altar con su verdadero amor en lugar de quedarse en un matrimonio que no quería.

—¿Te llevo a casa o prefieres escapar a un lugar conmigo? —Nos habíamos detenido, ambos nos mirábamos mientras intentábamos recuperar el aliento.

—Quiero ir contigo.

Sonrió con satisfacción y volvió a coger mi mano, llevándome hasta su auto.

*

El lugar que había prometido Bill resultó ser la azotea de uno de los edificios más altos de la ciudad. Había parado a comprar en una tienda de conveniencia bebestibles con algo de comida para llevar y nos habíamos instalado allí, con la comida puesta sobre su chaqueta de cuero y uno sentado al lado del otro.

La vista era espectacular, cada pequeño cambio de color en el cielo era como estar viendo arte en vivo y aun así, casi todo el tiempo, preferí tener los ojos puestos en Bill. Su perfil era perfecto, la forma en que sus labios se movían cada vez que hablaba y cómo sus ojos se mostraban tan expresivos hacía que se me fuera la cabeza.

—Hay algo que quisiera saber, solo si me lo quieres contar, por supuesto... —Bill asintió, esperando oír mi pregunta a la brevedad —¿Por qué antes te metías tanto conmigo?

Se tomó una pausa antes de responder, parecía incluso estar aclarando aquella respuesta para él mismo. ¿Era posible que él tampoco lo supiera? Porque eso parecía ahora mismo.

—Supongo que quería tener tu atención... —masculló finalmente —ya sé que no fue la forma correcta...

Le dio un sorvo a la botella de jugo individual que había traído, como intentando tragar aquello que acababa de decir, yo hice lo mismo con la mía.

Bill se había portado como un niño... Y era un adulto. Ni siquiera era una actitud tolerante en la infancia. ¿Molestar a la niña que te gusta? Eso estaba mal, resultaba más grave si era por parte de alguien que ya estaba lo suficientemente crecido para razonar.

Yo quería a Bill, me gustaba, pero aún no le perdonaba todo el daño de esos meses. Sabía que él necesitaría hacer mucho mérito para que yo lo superara.

—Yo aún no te he perdonado todo eso, me hiciste sufrir, viste que estaba sufriendo y aún así seguiste... —Bill agachó la cabeza, sus ojos estaban mirando sus manos inquietas.

—Ya lo sé, créeme que si pudiera empezar las cosas entre nosotros de una forma diferente, lo haría. Antes pensaba que ni siquiera te interesaba. Mis amigos me metieron cosas en la cabeza y yo quería que me notaras. Esa fue la única forma en la que me respondías, por eso fui tan lejos.

STALK | Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora