¿Cómo, demonios, no oí que alguien más estaba siguiéndome?
Acababan de atacar la casa de los Kaulitz a piedrazos y yo no encontré nada mejor que salir de allí corriendo. Sin pensar que también había peligro afuera y ahora estaba en esta terrible situación.
Guiada por un miedo descontrolado, intenté safarme como pude, forcejeando con brazos y piernas, pero la persona me retenía con fuerza y asfixiaba con más brusquedad su mano contra mi boca, haciendo que mis gritos se ahogaran.
La persona, o más bien, el hombre, porque definitivamente esas manos eran de un hombre, empezó a arrastrarme hacia atrás. Nada de lo que yo hacía servía para liberarme y que ninguna palabra o sonido saliera de la boca de mi captor me hacía sentir aún más terror. Lo desconocido daba miedo.
Me di cuenta de que los gritos de Bill tampoco se oían, quizás se había alejado demasiado o había ido por el camino contrario. Esa idea me hizo entrar en la completa desesperación porque incluso si él era parte de todo este juego macabro, incluso si al final resultaba que contrató a esta persona para atraparme y atemorizarme, sabía que él era el único capaz de sacarme de esta situación. Diría salvarme, pero tenía claro que ese ya no era el caso.
Las lágrimas caían por mis mejillas mientras el desconocido seguía arrastrándome.
¿Iba a morir? ¿Ese era mi destino, ese era el propósito de todo esto, asesinarme?
Insistí tanto en seguir mi corazón y había resultado en esto. Me sentí tan frágil, tan indefensa entre estas manos fuertes y perversas. Estaba claro que la fuerza física de un hombre era superior a la de la mayoría de las mujeres, pero nunca esperé tomar esto en carne propia, ni sentirme impotente por no lograr liberarme a pesar de llevar mi cuerpo al límite para intentarlo.
No podía morder su mano, porque esta estaba tan pegada a mi boca que ni siquiera podía separar los labios. No podía golpearlo porque mis brazos habían sido amarrados junto a mi estómago por su propio brazo y las patadas no servían de nada, ni siquiera podía alcanzar algún lugar sensible, simplemente llegaban a parar al pavimento, sus pies o las pantorrillas.
Sentí que estaba en una crisis nerviosa o quizás un ataque de pánico. Pensé en todas las personas que quise: en mi padre a pesar de todo el daño, en mi madre a pesar de su abandono, en Madi, en Bill, pensaba en Bill. Él había provocado todo esto y aún así seguía en mi mente. Iba a morir pensando en él, qué final más triste.
Cerré los ojos ya desesperada. Mis pies se arrastraban pesadamente por el pavimento y entonces me caí al suelo de espaldas, justo encima de la persona que me estaba intentando secuestrar.
—¡Kiara...!
La voz de Bill.
—Kiara, por Dios.
Prácticamente se lanzó a mí. A penas podía distinguirlo en la oscuridad. No sé qué fue lo que hizo para dejar al desconocido así, parecía estar noqueado, no se movía, incluso su agarre se había debilitado, sus brazos parecían los de un muñeco de trapo. Sentí el ruido de una piedra chocar con el pavimento, ser arrojada y me di cuenta de que Bill lo golpeó con eso.
Me vi envuelta en sus brazos y lo escuché llorar desconsolado. Apretaba mi cuerpo con fuerza, hundiendo su cabeza en mi hombro. Yo no podía llorar, nuevamente estaba en una especie de shock, pero mis brazos igualmente le correspondieron.
—Por favor, no huyas de mí, no... —su voz se rompía en medio de las palabras, oía sus sollozos demasiado cerca, como si fueran parte de mí. — Mierda, pensé que te había perdido. Lo vi, lo vi corriendo detrás de ti y luego los perdí a los dos, mierda...
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STALK | Bill Kaulitz
Mystery / ThrillerTras tener que cambiarse de hogar por el trabajo de su padre, Kiara inicia su año universitario en una nueva ciudad. Alejada de todos sus amigos, solo intenta encajar con el resto, hasta que Bill Kaulitz comienza a enredarse en su camino y no de la...