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—Chris me dijo que él no fue el único detrás de todo lo que me hicieron, que había una segunda persona...

Lo vi fruncir el ceño y acercarse a mí. Su silueta alta vino en mi dirección, sentándose en la esquina de la cama, pero esta vez mi propia cama. Había dejado el hospital ayer; un ataque de pánico no era razón suficiente para dejarme hospitalizada.

—¿Otra persona? Al principio pareció escéptico, pero al ver que mi expresión no cambiaba, supongo que terminó por darse cuenta de que le decía la verdad. —¿Quién?

—No lo sé, no me lo dijo...

—Mierda...

Se levantó de la cama y dio unos cuantos pasos alrededor. Se veía molesto.

—¿Kate? —dijo de pronto y hice contacto visual. Fue ese tipo de momento en donde hablas con alguien por una especie de telepatía gesticular.

—O George...

Había estado pensando en eso desde ayer.

En el pasado sospeché de él en alguna oportunidad, pero fue un momento tan efímero, con tan poca evidencia y pistas inconsistentes que al final terminé creyendo que solo exageré y en realidad Georg no tenía nada que ver. Ahora pensaba que fue un error de mi parte.

A veces las personas de las que menos dudas resultan estar involucradas... Los lobos disfrazados de ovejas.

—¿Georg?

Pareció extrañado al principio, pero luego su expresión se transformó a una más receptiva. Fue como si de pronto un montón de cosas llegaran a su mente y explotaran, o tal vez simplemente pensó "oh, Kiara debe tener razón sobre Listing".

—Yo lo cité en la azotea, pero cuando llegó no hizo nada para ayudarme; al contrario, terminó ayudando a Chris... algo me dice que hay algo extraño allí. Se acercó nuevamente, sentándose a mi lado; sus ojos oscuros estaban atentos a los míos, dispuestos. —Quiero averiguar si Georg está involucrado en esto también —finalicé con decisión.

—Cuenta conmigo para eso entonces.



*


Al llegar la noche le escribí a Georg para quedar una vez más.

Tenía algunos mensajes no leídos que me envió el mismo día en que Chris me atacó en la azotea

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Tenía algunos mensajes no leídos que me envió el mismo día en que Chris me atacó en la azotea. Casi quise poner los ojos en blanco por tanto cinismo.

No lo habría culpado por no saber reaccionar, pero sí por ayudar a Chris. Esa era una deslealtad terrible.

 Esa era una deslealtad terrible

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STALK | Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora