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Había despertado, pero me negaba a abrir los ojos. Estaba cómoda, las mantas que me arropaban mantenían mi cuerpo caliente, pero había algo más: un extraño peso rodeando mi cintura y mi rostro acurrucado en lo que parecía el pecho de otra persona.

Me quedé así un rato, mi mente no estaba del todo clara, solo estaba dejándome llevar por la agradable sensación, pero entonces, como una especie de flashes, llegaron a mí algunas escenas de lo que había ocurrido la noche anterior, siendo el encuentro con Bill lo que más me alteró.

Abrí los ojos mientras me imaginaba el peor escenario y ahí estaba él, dormido, abrazándome. Me quedé observándolo, nunca lo había tenido tan cerca como para poder hacerlo, tampoco en una situación en la que Bill no notara que lo estaba mirando. Siempre había pensado que era hermoso, por eso muchas veces mis ojos estaban puestos en él sin siquiera ser consciente de ello, pero también lo odiaba. En parte por su acoso, en parte porque un lado de mí deseaba que las cosas entre nosotros hubieran sido diferentes.

Quite su brazo con cuidado de mi cintura e intente apartarme de él sin que se despertara. Quería irme de allí lo más rápido posible, en el mejor de los casos antes de que abriera los ojos, porque realmente no sabría qué decir en esta situación y él seguramente se aprovecharía de ello para molestarme.

Apoyé ambos brazos en el colchón y me levanté lentamente. Lo vi removerse en la cama, pero para mi suerte no despertó. Busqué con la mirada mis zapatos y los encontré junto a los de Bill, mi bolso al lado de estos, ordenado en una fila. Acomodé mi ropa en el espejo de pie que estaba en una esquina de la habitación y me permití observar por mera curiosidad su cuarto. Todo estaba limpio y ordenado, algunos póster de bandas de rock decoraban las paredes, había una cámara sobre su escritorio, un ordenador blanco y a un lado un delineador negro de ojos. No es que me hubiera pasado el tiempo pensando en cómo sería el lugar donde dormía mi nemesis, pero de imaginarlo hubiera sido igual a lo que estaba viendo. Se ajustaba a la perfección a lo que Bill demostraba ser.

Escuché ruidos en una de las habitaciones contiguas, como si alguien se estuviera levantando también, así que sin perder más el tiempo salí disparada de allí, caminando en puntas para no hacer ruido, como si fuera una especie de ladrón. Lo más difícil fue bajar por las escaleras, que, como eran de madera, hacían cierto ruido al pisarlas. Ya en la primera planta fui directo hasta la puerta que daba a la calle, pero antes de salir pude ver a Tom mirándome desde el inicio de las escaleras. No le dije nada, ni él a mí, solo intercambiamos una mirada sin ningún tipo de intención, solo el de habernos visto el uno al otro y entonces cerré la puerta, pudiendo por fin escapar de las tierras enemigas.

*

Me daba vueltas en la cama y cubría mi rostro con la almohada cada vez que recordaba lo que había pasado en esa fiesta. Me sentía avergonzada, nunca me había sucedido algo similar. Ni siquiera me había quedado a dormir en la casa de mi ex novio y ahora resultaba que Bill me había estado abrazando toda la noche. ¿Por qué había hecho eso? Lo único que se me ocurría era que quizás lo usaría más adelante en mi contra. Tal vez se inventaria que había dormido con él, aunque ambos teníamos puesta toda la ropa o quizá me había filmado borracha, pero estaba segura de que algo tramaba con todo esto. No era propio de él ser así de gentil conmigo.

Sabía que los mensajes de Bill no tardarían en llegar, se había hecho costumbre que me escribiera a diario y luego de lo de anoche tenía aún más sentido que lo hiciera hoy, así que antes de seguir esperando preferí ser yo la que hablara primero esta vez.

Sabía que los mensajes de Bill no tardarían en llegar, se había hecho costumbre que me escribiera a diario y luego de lo de anoche tenía aún más sentido que lo hiciera hoy, así que antes de seguir esperando preferí ser yo la que hablara primero es...

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STALK | Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora