36

764 60 34
                                    

La idea de irme se volvió casi un pensamiento intrusivo en mi mente. Fue como una extraña y pequeña obsesión que se hacía cada vez más grande a medida que pasaban los días.

Una parte de mí sabía que no era una opción para nada razonable; aquí estaban mis estudios, una casa por la que mi padre seguía pagando y también era el hogar de Bill... Por otro lado, este definitivamente no era mi lugar. Mi casa, la universidad e incluso los viajes en autobús me recordaban la miseria por la que pasé, el miedo y mi incapacidad de reaccionar bien ante ello.

Quizás esto solo era algo sin sentido, quizás en otra ciudad sería exactamente lo mismo, porque huir de un lugar no te hacía sanar mágicamente, pero quería intentarlo: mi vieja ciudad, poder reunirme con Madi como antes, ver a mis antiguos amigos, visitar los lugares a los que me acostumbre...

Cuando fui allí ni siquiera pude disfrutarlo, porque surgió todo el tema del supuesto embarazo y además estaba peleada con Bill; ahora las cosas iban bien otra vez y me sentía emocionada de volver con esta clase de sentimientos, ya sin miedos ni problemas.

La gran pregunta era, ¿Bill me seguiría? A estas alturas ni siquiera era necesario cuestionarlo; por supuesto que lo haría, solo tenía que pedírselo, pero su vida estaba aquí y yo no me sentía con el derecho de hacer que realizara tantos sacrificios por mí. Además, estaba Tom; ¿cómo podría decirle a Bill que dejara a su hermano tirado en una ciudad para irse conmigo? Era cruel.

De verdad quería irme, tomar la ruta fácil y escapar del epicentro de todos mis miedos, pero no lo haría, no podría hacerle algo así a Bill.

Lo miré cocinar junto a Tom; preparaban la cena en mi cocina. Como Bill se estaba quedando conmigo, Tom solía visitarnos a veces.

Bill se veía tan animado, tan feliz; para él las cosas estaban mejor que nunca. Me preguntaba por qué para mí no...





*

Una semana después las cosas parecían ir mejorando. No hubo ningún incidente y Bill prácticamente no se despegaba de mí.

Por lo que supe, a pesar de que Chris tenía permitido volver a la universidad, había faltado a sus clases desde el día en que todos terminamos en la estación de policía y nadie sabía nada de él, ni siquiera sus amigos cercanos.

Las noticias no hicieron más que tranquilizarme; podía moverme con tranquilidad del ala norte a sur en la universidad; caminar por cualquier rincón del campus sin miedo; me sentía aliviada. Por esa misma razón pensé que nada sucedería si recorría los lugares por mi cuenta y fui hasta la azotea en una hora libre. Bill vendría aquí cuando terminara su clase. 

Mientras dejaba que él sol calentara mi piel, la cual estaba mucho más pálida de lo normal por la anemia, me puse a fumar un cigarrillo. Ya no lo hacía tan frecuentemente como antes. De fumar cajetillas enteras por el estrés, ahora quizás fumaba dos cigarrillos a la semana, a veces uno, y hoy en específico me apetecía.

Aún seguíamos en invierno, pero la parte del invierno donde el sol calentaba por algunas horas antes de volver a ponerse frío. Era agradable y como el médico me había recomendado tomar un poco de sol todos los días, además de un montón de suplementos alimenticios para tratar la anemia y otras deficiencias, pensé que lo mejor era venir aquí a diario, aunque normalmente Bill siempre me acompañaba.

Mientras el humo del cigarrillo se disipaba en lentas espirales blanquecinas, me había puesto a pensar en mi vida. La idea de irme de la ciudad aún seguía rondando mi mente, por mucho que intentara evitarlo; la única persona que sabía sobre esto era Madi; por lo mismo aprovechaba cada pequeño momento de tiempo en soledad para hablar con ella al respecto.

STALK | Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora