El inicio de todo

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Ayutthaya, Tailandia, 1329.

Prampriya Manobal corría asustada por el empapado y verde descampado, sujetando su avanzado embarazo con ambas manos.

Keeva, la hechicera, la seguía con la maldad ardiendo en su rostro deseoso de venganza.
Un día antes, en el castillo de Ayutthaya, el enlace entre Sean Takkur y lady Marian Rattana se había tornado en fatalidad. Por error, durante los festejos, una flecha de los Manobal había acabado con la vida de Brendan, el hijo de Keeva.

Atrás quedaron los días de plácida vida y las noches de quietud. Keeva había perdido a su
adorado hijo y su furia era imparable.

—Detente, Prampriya, no tienes escapatoria —chilló Keeva con los ojos encendidos por la venganza.

La joven, asustada, no quería dejar de correr, pero el agotamiento provocado por el peso del bebé en su vientre y la proximidad del acantilado, le hicieron parar. Si seguía avanzando caería al
mar. Estaba acorralada. No podía huir. Por ello, y a sabiendas de que iba a morir, se volvió hacia su perseguidora y, mirándola a los ojos, gritó con aplomo:

—Te juro, Keeva, que aun muerta no descansaré hasta vengar la muerte de mi esposo. ¿Por qué lo mataste? ¿Por qué?

—Porque lo amabas. Como yo a mi hijo.

Delirante, la hechicera se acercó a ella y aferró con fuerza el colgante que Prampriya lucía en el cuello, arrancándoselo de un fuerte tirón.

—¡Devuélveme la joya mi familia!

Aquel medio corazón tallado en piedra blanca era, junto con la otra mitad que su difunto marido aún llevaba en el cuello, la joya más preciada de su clan. La desesperación de la joven hizo reír a la hechicera que, enloquecida por los acontecimientos de los últimos días, se aproximó hasta casi rozarle la cara con su aliento.

—No, Prampriya, no lo devolveré —siseó.

—¡Mátame a mí, pero deja vivir a mi hijo! —gritó la futura madre al ver cómo la enloquecida mujer miraba su estómago.

Durante unos segundos Keeva dudó. Pero no; quería hacer daño, y tras pensar en una venganza perdurable en el tiempo, exclamó levantando las manos.

—No los voy a matar Prampriya. Vivirás para ser testigo del dolor que sufrirá tu hijo el día que sea feliz. Porque yo, Keeva Raeburn, hechicera de Ayutthaya, maldigo a todos los Manobal a partir del nacimiento de este niño.

—¡Noooo! —gritó horrorizada Prampriya, mientras escuchaba las voces de los guerreros que se acercaban para auxiliarla.

—No serán felices. ¡Nunca! Su felicidad me la llevo con el colgante —bramó
enloquecida—. Todos perderan a su ser amado en el momento en que su corazones rebosen de felicidad. Sus vidas serán una pura agonía, desamparo y soledad; porque cualquier Manobal que ame, verá morir a su pareja. Y este hechizo sólo se desvanecerá cuando uno de esos amados vuelva a encontrar el colgante.

—Keeva... no —imploró Prampriya, al ser consciente de lo que la miserable mujer pensaba hacer.

Dicho aquello, la hechicera sonrió y se precipitó al vacío desde el impresionante acantilado de Ayutthaya, desapareciendo para siempre una vez que cayó en el mar.

Y la maldición de Keeva inundó de tristeza, durante siglos, a todos los Manobal.

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Buenaaas. Oigan esta es mi primera adaptación, trataré de actualizar todos los días. Pero tengan e paciencia si? Y no se olviden de dejar sus estrellitas!!

VOLVERÉ POR TI | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora