Capítulo 8

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Unas cuantas horas más tarde, con los pies destrozados, agotadas por lo acontecido y hartas de caminar, Rosé se sentó en el suelo, derrotada.

—Me rindo. No puedo más. Si tengo que morir, quiero hacerlo ahora. ¡Ya! El resto, sorprendidas por aquello, la miraron.

—Levanta el culo ahora mismo, si no quieres que yo misma te mate —la amenazó Jennie.

Irene quiso responder, pero de pronto se escuchó el ruido que los cascos de unos caballos.

Rápidamente, y aconsejadas por Edel, se escondieron en el denso bosque, al amparo de unos inmensos árboles. Enseguida aparecieron una docena de hombres y mujeres a caballo que, por su aspecto, armas y armadura, parecían guerreros. A Jennie se le encogió el corazón al verlos. Aquello no se veía bien.

Pero, inexplicablemente, Edel gritó.

—¡Kim Jisoo! ¡Señora Kim Jisoo!
La mujer de cabello negro que iba a la cabeza de la expedición, paró su imponente corcel y se volvió para observar incrédula durante un rato a la muchacha que había gritado.

—¿Edel? ¿Edel Saeli?

La muchacha, emocionada por encontrar una cara amiga, asintió y sollozó. Un instante después, aquella mujer se bajó de su caballo y corrió a abrazarla.

—Edel, ¿estás bien? —ella afirmó con un movimiento de cabeza—. Por buda, muchacha, Bambam está preocupadísimo por ti. El...

—¿Bambam está vivo? —gritó al escuchar el nombre de su hermano.

—Sí... —asintió con cariño la guerrera, al tiempo que se fijaba en el resto de las mujeres que acompañaban a Edel—. Sus heridas sanan bien. No te preocupes, Lisa se ocupa de él.

Emocionada por lo que escuchaba, Edel se tapó la boca y contuvo un gemido. Su hermano, su querido hermano, estaba vivo y a salvo.

Con el susto aún en el cuerpo, Jennie se acercó a Rosé.

—¿Ellos son guerreros? —susurró en coreano.

Su amiga asintió y, con gesto de admiración, contestó en el mismo tono, haciendo reír a
Jennie.

—Ay, hermana, sí. Y creo que acaba de aparecer mi parte del deseo.

—¿Quiénes son? —preguntó la guerrera.

Edel retirándose el pelo de la cara, se acercó a las chicas para presentarlas.

—Ruby Jane, Chaeyoung e Irene. Juntas huimos de la crueldad del señor Coglan y... y... me gustaría llevarlas con nosotros al palacio. Necesitan cobijo.

—Muchachas, Ella es Kim Jisoo, la lugarteniente y general de mi señora.

Kim Jisoo, una mujer imponente, de cabello oscuro y ojos caramelo, al sentir la agitación de ella sonrió, mientras su gente observaba a las tres mujeres que les miraban con cara de susto.

—¡Hola! —saludó Rosé, levantando la mano mientras la guerrera la miraba con severidad.

La lugarteniente se acercó a ellas y las estudió a detalle, una por una. Aquellas jóvenes, a juzgar por su desgarbado y sucio aspecto, debían de haber pasado por el mismo infierno que Edel. Luego clavó la mirada en la delgada joven que la había saludado.

—Hola. Usted no es de aquí ¿o si?

—Aun no —Aquella contestación, que le hizo sonreír, atrajo más la atención de la guerrera, que la repasó de nuevo de arriba abajo, deteniéndose en su cabello dorado.

—¿Quien es usted?

Rosé miró a Jennie y, al ver que su amiga le indicaba con la cabeza que contestara, suspiró y lo hizo al tiempo que se le escapaba una sonrisa.

VOLVERÉ POR TI | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora