Seúl, julio de 2023.
El día en Seúl era gris, lluvioso y oscuro. Se diría que estaban «cayendo chuzos de punta», pero aquello no desmejoraba el estado de ánimo del grupo de amigas reunido en un bar de lo más chic, en Gangnam street.
-Brindo por mi separación de Kai -gritó alegremente Jennie-. Dios mío de mi alma,
¡casi la cago al pensar que era el hombre de mi vida! No vuelvan a dejar que se me nuble la razón por otro imbécil que sólo encuentre divertido estar más estupendo y guapo que yo.-Amen, linda-aplaudió Rosé.
-Brindo por ti y por esa sensatez que a veces brilla por su ausencia -añadió Irene, levantando su copa-. Porque esta vez se manifestara y te hiciera ver que era mejor convivir con él un tiempo antes de celebrar la boda, llena de glamour. Si hubiera sido así, ahora todo sería más complicado, te lo aseguro.¡Qué razón tenía Irene! Meses atrás, les había confesado, emocionada, que Kai y ella estaban planeando casarse y celebrar una boda por todo lo alto en la misma catedral en la que, años atrás, se habían casado el príncipe Carlos y lady Diana Spencer.
Aquello las dejó atónitas. Sus amigas pensaban que si había algo destinado al fracaso, era aquella relación.
Kai era un tipo demasiado engreído para ella. Jennie se había criado con un padre feriante que apenas la cuidó durante su infancia. Su madre murió cuando ella nació, por lo que para él, la niña siempre fue más un estorbo que un beneficio.
Cuando llegó a Seúl, el primer trabajo que encontró fue de camarera en un bar de turistas. Durante años trabajó sin descanso, incluso se matriculó en un curso de informática y en otro de karate. Allí fue donde conoció a Rosé, una rubia de mitad Neozelandesa, alta y divertida que, al igual que ella, había emigrado para buscarse la vida como estilista.
Precisamente, gracias a Rosé y a sus contactos, consiguió un trabajo en EBC, una cadena de tiendas de ropa de jóvenes diseñadores. Allí pudo demostrar que, además de tener buen gusto para conjuntar y vestir los modelos, sabía aconsejar a otras jóvenes. Por eso acabó siendo la encargada de ventas del departamento de grandes firmas.
Años después, en una de las competiciones de karate, conocieron a Irene y Seulgi. Un matrimonio que, debido al traslado laboral de Seulgi, acabaron viviendo también en Seúl. Ella era contable e Irene médico de familia.
-Vamos a ver chicas. No lo negaré. Tuve unas buenas consejeras -asintió Jennie mirando a sus amigas-. Menos mal que las escuché y no me casé con él. Dios mío, ¡son las mejores!
Rosé e Irene se miraron y sonrieron. Kai y Jennie no estaban hechos el uno para el otro y cualquiera que pasara con ellos una sola tarde lo veía. Aunque a ellos les costó más de dos años de relación.
-Nunca imaginé que Kai pudiera hacerme algo así. Qué cayera tan bajo... Me ofendió cuando dijo «que la juventud de esa chica le había nublado la razón». Y ya, cuándo el muy imbécil apostilló «que yo ya tenía una edad como para entender que esa chica le gustara», me remató. ¡Me estaba llamando vieja! Pero, Dios, si sólo tengo veintinueve años.
-¡Imbécil! -bufó Irene al escucharla.
-¡Me llamó vieja a la cara! Cuándo, precisamente con veintinueve años estoy en mi mejor momento -gruñó Jennie-. Cómo alguna vez se le vuelva a ocurrir a alguien llamarme vieja, les juro que le arranco la cabeza.
-Hombres, hermana, hombres -suspiró la rubia.
-Cariño, don Tiquismiquis y tú no tenian futuro. Te lo dije cientos de veces, pero nunca quisiste escucharme -murmuró Irene, con la sinceridad y la seguridad que le daban sus instintos de supervivencia-.
Ese engreído nunca me gustó. A Rosie y a mí nos miraba por encima del hombro cada vez que nos veía, y luego, cuándo tú estabas delante, disimulaba como un auténtico embustero.
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VOLVERÉ POR TI | JENLISA
FanfictionDos mujeres con las almas enlazadas en el tiempo y 300 años de diferencia ¿qué podría pasar? . . . . ©️ Esta historia es una adaptación de la novela "Te esperaré toda mi vida" de Megan Maxwell. Todos los derechos a ella por la maravillosa idea...