Capítulo 12

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A partir de aquella desagradable discusión, Jennie no volvió a comer, desayunar ni cenar en el salón principal. Se negó. No quería ver el desagrado que causaba en la princesa cada vez que la miraba, ajena al hecho de que ella la seguía con los ojos con inconsciente deleite.

Una semana más tarde, Jennie habló por fin con Malee, sintiendo la culpa después de que sus amigas le hicieran entender que en parte también había sido responsabilidad suya. Después de todo, no podía llevar nuevos habitantes a una casa que no era la suya sin permiso.

—Lo siento de verdad, siento lo del perrito, pero le juro que cuando lo vi, pensé en Maud y en lo feliz que le haría —se disculpó, sentada en el salón principal.

—No te preocupes niña —asintió la mujer—. Mi nieta es una mujer con mucho carácter que a veces le hace ser descortés.

—Si sólo fuera descortés... —gruñó Jennie, haciendo sonreír a la mujer—. Le prometo, Malee, que retengo mucho mi lengua, porque si no...

La mujer miró a la joven que estaba sentada ante ella. Su atrevimiento al hablar y su manera de gesticular le divertía, y eso le agradaba. Es más, cada vez que la pequeña Maud estaba con ella, la escuchaba reír como nunca antes en su vida; incluso los criados estaban más alegres. Sin duda,
aquella muchacha con su alocado comportamiento estaba animando la vida de su nieta más pequeña y del palacio, aunque no la de la princesa.

—De verdad, Ruby, no te preocupes. Y ya que estamos, déjame agradecerte lo feliz que haces a mi Maud.

Al pensar en la pequeña, la morena sonrió y se retiró con delicadeza el cabello de la cara.

—Maud es una niña impresionante. Me encanta su alegría cuando aprende algo o se sorprende. Ver esos claros ojitos sonreír, me entusiasma. Aunque no pueda decirle lo mismo de los de su nieta mayor. Entre usted y yo, Malee, a veces parece que desea estrangularme y echarme de comida a los pollos.

La mujer soltó una gran carcajada qué le hizo sonreir más a Jennie.

—Ay, Ruby, ¡qué cosas más graciosas dices! Es imposible no sonreír contigo.

Levantándose de su silla, Malee se acercó hasta el enorme ventanal al tiempo que miraba el retrato de su nieta, sobre la pared.

—Lisa no lo ha pasado bien en la vida. Perdió a sus padres demasiado pronto y a su mujer también. Inevitablemente, todo eso ha hecho que su carácter sea tosco y rudo. Y aunque yo sé que tiene un enorme corazón, creo que lo ha acorazado para que no se lo vuelvan a romper.

Jennie se levantó de la silla al escucharla y se acercó a la mujer para mirar de cerca el
impresionante retrato.

—¿Cree que su nieta es así debido a la muerte de su mujer?

—En cierto modo, sí. Ella nunca quiso conocer a nadie. Desde pequeña me dejó muy claro que no quería cargar con la muerte de nadie y...

Aquello sorprendió a la joven, que tomó las manos de la anciana.

—¿Cargar con la muerte de alguien? ¿A qué se refiere?

Con gesto triste, Malee asintió y la miró directamente. —Sobre nuestra familia pesa, desde hace siglos, una terrible maldición. Todo Manobal perderá a su pareja en el momento de mayor felicidad. Y así lleva ocurriendo desde hace más de doscientos años. Ella... lo sabía y...

—Un momento, Malee —dijo Jennie interrumpiendola—. ¿Me está diciendo que cuando un Manobal se enamora y llega al punto más alto de ese amor, su pareja muere?

—Sí niña. Mi padre murió al día siguiente de mi nacimiento. Mi marido murió veinticuatro horas después de nacer mi hijo, la madre de Lisa murió poco tiempo después de darla a luz y... Sana al día siguiente de su boda, justo después de haber decidido que adoptarían a Maud como su hija legítima.

VOLVERÉ POR TI | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora