Capítulo 3.

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Capítulo 3.

Dos semanas habían pasado ya, dos semanas en la que Aiden se había portado más frio y distante que de costumbre desde que llegue nunca se había portado así de hecho, y mi madre, bueno ella no dejaba de regañarme porque piensa que soy una estérica que solo ve lo malo de la situación (si le conté lo que pasó la noche de los rayos).

Iba de salida, cuando escuche la conversación de uno de los hombres que trabajaba para Aiden.

-No me importa… algo se me ocurrirá… si no lo hago el patrón podría matarme igual… si así de impórtate es… adiós-

No sé porque carajos me detuve a escuchar o a entrar a la habitación, o porque me importaba tanto si tenía que ver con Aiden.

-¿Qué es tan importante?- pregunte, el hombre dio un salto de impresión y me miro dudoso de contármelo -Vamos talvez pueda ayudar- comente.

-Señorita Daniela, con todo respeto dudo mucho que pueda ayudar- comento

-Eso no lo sabes- le dije.

-Bien, confiare en usted, hay un paquete que me será entregado, pero no lo puedo recibir, la policía está muy al pendiente de esa entrega y si me reconocen podría cagarla completa- confeso.

-¿El paquete es grande?- pregunte curiosa y negó con la cabeza.

-Es más bien un sobre. El contenido dentro es información muy valiosa y confidencial para el señor Aiden- aclaro.

-Bien, háblale al de la entrega, que llegue al restaurante vestido totalmente de blanco, dile que deje el sobre en el suelo bajo el mantel de la mesa y que solo ordene agua, yo lo traeré- informe. El hombre solo asintió y me dio las gracias con completo alivio.

Si bien no estaba de acuerdo con esto, pero algo se me había pegado de tanto mirar documentales de detectives, tenía astucia y quería muy en el fondo tener un pretexto para interactuar con Aiden, pero esto último jamás lo aceptare en público.

Horas más tarde un hombre mayor llego completamente de blanco, se sentó y luego sutilmente dejo algo bajo el mantel, me acerque a él y como habíamos acordado ordeno una botella de agua, había dos policías armados a la distancia obviamente lo estaban siguiendo, entregue su orden de inmediato dedicándole una sonrisa lo más tranquila posible, una vez entregado deje caer el servilletero, me agache y recogí las servilletas junto al sobre regresando hacia la cocina, había sido tan fácil que me recordó cuando le cogía galletas a escondidas a mi madre en Colombia.

Que pasaba conmigo en mis manos tengo la posibilidad de hundir a Aiden y yo… yo estoy ayudándolo, y ni siquiera sé por qué o bueno tal vez solo estoy negando el porqué . Los policías ni siquiera se dieron cuenta que yo tenía el sobre.

Horas después regrese a casa, cuando entre Aiden estaba sentado en el mueble de la sala con un trago de tequila en la mano el cual se llevaba sutilmente a la boca y sorbia, parecía algo cansado, clave mi mirada en el suelo e intente pasar, pero me detuvo tomándome de la mano, lo último que quería era tratar con un ebrio, dejo el vaso a un lado y me miró fijamente.

-No piensas al menos saludar- se quejó -Que malos modales tienes Dany- dijo sonriendo.

-Buenas tardes- dije en un hilo de voz, por un momento nadie dijo nada y me sentí obligada a romper el silencio -Aiden creo que deberías volver a la habitación después de todo es tuya y yo podría dor…- me interrumpió.

-¿Cómo llego ese sobre a tus manos?- cuestiono serio mirando el sobre que casualmente si traía en mis manos, ni siquiera supe en qué momento lo saqué de mi delantal, quizá pretendía dárselo o quizá no.

-¿Ah?- solo señalo el sobre -Ni siquiera es tuyo- proteste.

-¡Oh! sí que lo es, reconozco la firma de mis socios a kilómetros y si mal no recuerdo el encargado de esa entrega era…- lo interrumpí.

-¡No le hagas nada!- le suplique -Yo… yo escuche una conversación y él, tenía problemas con la policía así que fue más fácil para mi traerlo, dijo que era importante para ti así que aquí esta- confese entregándole el sobre.

-¿Por qué me ayudas Dany?- pregunto.

Iba a responder, pero en ese momento entro una mujer rubia muy elegante y claramente con más silicona que esas estrellas de reality show, no debía tener más de treinta años.

-Mónica- la llamo él sorprendido.

La mujer me echo una ojeada rápida y con eso entendí que mi presencia no era grata -Yo mejor me voy- dije saliendo del lugar.

Ya iba llegando a mi habitación cuando caí en cuenta que mi bolso y mis cosas seguían en el suelo de la entrada, me golpeé mentalmente a mí misma regresándome por mis cosas. Entre de golpe a la sala y me detuve en seco al ver la escena donde aquella mujer besaba apasionadamente a Aiden, ambos voltearon y reaccioné a la voz de la tal Mónica.

-Pensé que ya te habías ido niña- sonó molesta por mi interrupción.

-Solo vine por mis cosas, ustedes continúen- dije tomando mi bolso y haciendo una señal para que continuaran, luego me di la vuelta y me fui derechito para la habitación.

¡Que zorra!

Trate de cerrar la puerta de la habitación cuando Aiden apareció y la empujo, ni siquiera puse resistencia total era su habitación no la mía así que lo deje entrar.

-Dany yo…- intento explicar algo, pero igual no se lo permití.

-No, no me digas, no quiero saberlo-

-¿Estas molesta?- pregunto enarcando una ceja

-Molesta yo, porque o que- me hice la que no pasaba nada.

-O es que acaso estas celosa- acuso.

-ppff, por favor celosa de quien o que, no seas ridículo-

-Ya acepta que te importo, no te arriesgarías tanto por mi si no te importara-

-Mira Aiden, si hice lo que hice con el asunto del sobre fue únicamente porque tú también me has hecho favores y de alguna forma he de pagártelos, no lo hice porque me importaras; y si te dije que volvieras a esta habitación, es porque es tuya, no porque quiera dormir contigo, sé muy bien cuál es mi lugar aquí y créeme estaría más cómoda durmiendo en el sofá de la sala que con tigo- confese, aunque parte de esa confesión fue mentira y me ardía el pecho sostuve mi mirada, firme con la suya.

-Sabes que jamás te dejaría dormir ahí, me importas demasiado, yo…-

-Y dale con eso ¡tú no me amas Aiden! Tú lo único que quieres es que te habrá las piernas igual que lady silicona, una vez satisfecho te iras con otra, yo no soy el juguete de nadie así que busca cumplir tu capricho en otra parte- solté irritada.

-¡Y dale con eso, que no eres mi capricho!- protesto.

-Sabes que, vete al diablo, no quiero hablar en este momento- dicho eso me metí al cuarto de baño y empecé a ducharme, escuche como maldecía mientras serraba la puerta de la habitación de golpe y se marchaba, me acerque al espejo y vi como mi mirada se nublaba se enrojecían mis ojos y brotaban algunas lágrimas rebeldes, pero las limpie, respire y me resigne a lo que nunca iba a pasar.

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