Capítulo 19.
Escribir estas palabras duele, es como abrir y ponerles limos nuevamente a las heridas causadas por toneladas de recuerdos lindos, pero ya no hay vuelta de hoja, es hora de acabar de una vez por todas con mi pesadilla, la pantalla de mi celular se ilumino sacándome de mis tristes pensamientos.
-Hola preciosa- era un número desconocido, pero por la voz supe de quien se trataba.
-Cédric- lo salude con la voz más fría que podía tener.
-Si, sabes hubiésemos tenido una linda conversación si no hubiésemos sido interrumpidos por tu sombra-
-¿A si? Mejor dime que quieres de una vez- cuestione estresada.
-A ti, te quiero a ti- confeso -Entiendo que tu marido no está en condiciones de entrometerse entre nosotros porque el ya…- le corte antes que lo dijera y me apuñalara el corazón con sus palabras
-Mañana frente al parque a las 9:00 AM ahí me encontraras- propuse.
-Bien- acepto complacido antes de cortar la llamada.
Estaba segura de lo que aria, amaneció al cabo de unas horas y estaba lista para lo que sea que pasara.
-Te amo mi amor- dije dándole un beso corto a Esteban en la coronilla.
-¡Toro!- llame a mi mano derecha, Toro ha estado desde que Aiden no está, él ha sido mi mano derecha y aprendí que puedo confiar plenamente en él, por algo era el mano derecha también de mi marido.
-Dígame señorita- se acercó.
-Lleva esta carta a la tumba de mi marido y luego llevas a mi hijo a la casa de Mónica y le das esta otra carta, ella está esperándolos- le ordene.
El hombre asintió y se marchó con mi pequeño en brazos, ya había arreglado todo para que Mónica no sospechara, le mentí diciendo que iría con Armin a comer y que me tardaría mucho.
El plan había iniciado, la hoja afilada de un puñal escondido en la costura interior de la manga de mi chaqueta lo confirmaba, camine hasta el punto de reunión acordado donde había una camioneta esperándome.
-¿Armas?- me pregunto un hombre robusto.
Alce mis brazos como respuesta y me revisaron antes de subir a la camioneta y también antes de entrar a la casa en busca de armas, por suerte no encontraron el puñal escondido.
-Daniela- me llamo Cédric.
-Cédric- correspondí.
-Ven acá- ordeno.
Le obedecí me acerque y el me beso en los labios, con todo el asco del mundo tuve que corresponder al beso y fingir que me encantaba, luego me dirigió por los pasillos de su casa llevándome hasta una de sus habitaciones, cerró la puerta dándome la espalda (gran error amigo) en un movimiento rápido y preciso deje caer la hoja del puñal tomándola entre mis dedos, lo tome con fuerza abalanzándome sobre el en el momento justo que se daba la vuelta hacia mí.
Le hice dos cortes en el cuello para que no pudiera gritar, lo vi sangrar, maldecir por lo bajo y luego caer al piso, apuñé la hoja entre mis manos y con toda la fuerza y coraje que podía reunir la enterré en su pecho, sintiendo como se desangraba bajo mis manos, verlo morir me complacía.
-Por mis padres- volví a apuñalarlo.
-Por Aiden- lo enterré una vez más.
-Por los niños con los que has traficado- una vez más.
-Y por mi- le enterré la hoja hasta que mis manos dolieron y empezaron a sangrar, también me había herido las palmas de las manos por usar la hoja del puñal sin empuñadura, pero el dolor no era nada para la satisfacción que sentía al verlo morir.
Tome su arma y le dispare en la cabeza -Nos vemos en el infierno maldito perro- no seguí disparando puesto que sabía que no estaba sola en la casa y necesitaría las balas, escuche a los agentes irrumpir la casa y empezar una balacera, un hombre llamo a la puerta, la abrí y dispare contra el matándolo, arrastre el cuerpo de Cédric con todas mis fuerzas por el pasillo hasta dejarlo a los pies del teniente.
-Prometí que lo mataría y que luego me entregaría- le tendí mis muñecas sangrantes para que las esposara, no lo hiso, no lo vio necesario, me llevo a su auto y luego nos dirigimos en carretera a la delegación, una sonrisa torcida me acompaño por todo el camino, no me arrepentía de matarlo si con él conseguía que la amenaza para mí y mi hijo se extinguiera.
El teniente hiso unas cuantas llamadas y se dirigió hacia mí con una cara de decepción.
-Hice lo que pude Daniela, pero el juez decreto que tu condena deberá pagarse aquí, en México- confeso.
Mi sonrisa se esfumo y se trasformo en una cara de seriedad.
-Eso no era parte del trato, el trato era que lo mataba, me entregaba y me enviarían a Colombia, si me quedo aquí la gente restante de Cédric me buscara y me matara también- explique alterada.
-Tranquila, no te pasara nada, yo mismo me are cargo de tu protección dentro de la prisión federal de Baja California- aclaro.
-Tu no entiendes eso será inútil, sácame de aquí- ordene con desespero y angustia.
-No puedo hacerlo lo siento- dijo cerrando la ventanilla que nos dividía en la patrulla.
Resignada solo veía pasar casas y arboles por la ventanilla de la patrulla mientras pensaba: “¿Cuántos años estaré aquí? ¿mi hijo estará bien? ¿Qué pasará después?¿será que moriré aquí?” de repente un loco se nos atravesó.
-¿Y este que…?- intento hablar el teniente, pero en ese momento el auto del tipo loco freno de golpe haciendo que la parte trasera de su auto impactara con la delantera del nuestro provocando que el auto volcara, hubo gritos por parte de todos y después todo fue oscuridad ¿estaba inconsciente o estaba muerta?
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MAFIOSA
ActionElla era una princesa que ascendió a reyna en el mundo de la mafia, no sin antes unos sacrificios. Te demostrara que hasta los mafiosos se enamoran.