Capítulo 5: Compartir

306 28 5
                                    


Tan sólo habían pasado unos días, pero tenían la sensación de que habían sido meses. No dejaban de hablar, de contarse y preguntarse de todo. Ambas tenían amistades y círculos de confianza, pero con nadie compartían la relación tan estrecha que estaban creando entre ellas.

La profesión de Amelia la obligaba a trabajar por turnos. Su horario variaba según la semana, de mañana, a tarde o noche. Los primeros días habían podido coincidir en la librería porque Amelia hacía turno de mañana y se pasaba un rato por la tarde. Los siguientes días, cuando tenía turno de tarde y de noche, se pasaban horas chateando, aunque no se vieran en persona, se contaban todo de su día. Estaban constantemente explicándose mutuamente lo que hacían o contándose cualquier cosa. Se habían contado muchas anécdotas del pasado, de sus familias, de amores, primeras veces, miedos e ilusiones. Parecía que entre ellas nunca acababan los temas de conversación ni las ganas de seguir.

Cuando hacía ya casi un mes de su primer encuentro se sentían mejores amigas. Era extraño para ambas por lo breve de su relación pero tampoco le daban muchas vueltas. Disfrutaban de tener alguien con quien compartir sin cuestionarse por qué disfrutaban tanto.

- Si quieres que vaya voy pero sabes que no me apetece mucho. Esos rollos se alargan mucho. - Sebas estaba mirando un partido de Tenis mientras Luisita se debatía si debía insistir o no. Había ganado dos entradas para ir al preestreno de una película en el festival de cine que hacían ese fin de semana y le parecía lo más lógico ofrecerle a Sebas que la acompañara, pero en el fondo se alegraba de la negativa porque prefería ir con otra persona. - Mateo o Marina seguro pueden acompañarte y les hará más ilusión que a mí.

-Sí, no pasa nada, no te preocupes.

-¿Seguro que no te importa? - Esa vez Sebas se giró para mirarla y asegurarse que no estaba enfadada.

-No, tranquilo. Seguro alguien me acompañará. Así también descansas que últimamente el trabajo te tiene agotado. - Luisita sonrió y se acercó para darle un beso.

-Gracias bebé - Satisfecho con la respuesta de Luisita, volvió a poner su atención en el partido.

Luisita apoyó su espalda contra el lado contrario del sofá. Se estiró como poniéndose cómoda pero en realidad su objetivo era que Sebas no viera la pantalla de su móvil. No es que le quisiera ocultar nada pero prefería evitar preguntas incómodas que no estaba segura de poder contestar.

Abrió el chat con Amelia, hacía dos minutos que se habían explicado lo que iban a cenar cada una. Luisita sabía que ella libraba ese sábado así que le preguntó directamente si tenía algún plan.

*No tengo nada pensado, ¿por?* - Mintió. Había quedado con Natalia para tomar algo pero no quiso decirlo porque suponía que Luisita iba a ofrecerle un plan y no se equivocaba. Quedaron en encontrarse en la entrada de las salas de cine media hora antes del pase. Luisita quería pedirle cenar juntas, pero pensó que Amelia preferiría cenar con Sofía y acostarla antes de salir. Se dieron las buenas noches como llevaban haciendo cada día desde que se intercambiaron los teléfonos y se acostaron con un cosquilleo en el estómago. Una sensación que hacía mucho no sentían.

Cuando Luisita llegó, no pudo creer la cantidad de gente que había abarrotando la acera, incluso parte de la calle. Había varios policías controlando el tráfico, prensa de varios medios, incluso una alfombra roja. Nunca había asistido a un evento así y no esperaba que estuviera todo tan abarrotado. Venía nerviosa desde casa, había tardado una hora en prepararse cuando ella solía estar lista en quince minutos. Decidió ir andando para dar un paseo y relajarse y parecía que lo estaba consiguiendo pero al acercarse y empezar a ver la multitud, todos los nervios volvieron de golpe. Y si no la veía, y si les costaba encontrarse, y si pensaba que la había plantado, y si la plantaba ella, y si... madre mía... Los pensamientos de Luisita se cortaron en seco.

Amelia estaba de pie a unos metros de la multitud. Llevaba unos vaqueros ajustados, una camisa a rayas con cuatro botones desabrochados y el pelo suelto. Tecleaba en su móvil un mensaje para Luisita mientras ésta misma se estaba acercando a ella con la boca seca y la mente en blanco. Amelia tenía una figura de infarto que cualquier chica envidiaría, aunque no era envidia lo que sentía Luisita precisamente.

Ambas sonrieron ampliamente cuando hicieron contacto visual. Luisita se detuvo y Amelia siguió andando hacia ella. La rubia dio un suspiro mientras su subconsciente recitaba, vuelvo a respirar y comienzo a temblar. Cada paso que das...
Amelia llegó hasta ella y la saludó con dos besos, uno por mejilla.

-Estás... increíble. - Luisita ni siquiera se planteó disimular. Sobretodo porque ni ella era consciente de lo que sentía exactamente.

-Hola a ti también. - Sonrió Amelia. - Me gusta tu camiseta.

Luisita también llevaba vaqueros, aunque los suyos eran más holgados y con un roto en la rodilla. Lucía una camiseta de algodón blanca con las letras de la serie Friends.

-Creo que no voy suficientemente elegante para lo que hay aquí montado.

-No digas tonterías, estás muy guapa. - Amelia se acercó a ella para darle dos besos y cogerla del brazo para entrar. - Vamos ya, así podemos tomar algo antes de la peli.

Se sentaron en una de las mesitas del pequeño bar que había dentro. A pesar de la multitud de fuera, en el interior no había tanta gente, o quizá fuera que ellas se concentraron la una en la otra y ni se fijaron en el resto. Amelia pidió una copa de vino tinto y Luisita una cerveza.

- A mí me encantan todo tipo de películas menos los dramas. Me afectan demasiado y acabo triste durante semanas. En cambio las películas de terror apenas me afectan, puedo mirar una masacre sola a oscuras y después dormir como un bebé. - Luisita se alzó de hombros y dio un trago largo directamente del botellín.

-Uf, qué horror. Yo no puedo, soy muy miedica. Cualquier escena un poco oscura ya me da miedo. - Amelia puso cara seria y tragó saliva. - ¿La peli de hoy no es de miedo no? - Había aceptado el plan al instante, ilusionada por pasar tiempo con Luisita, que no había caído en la cuenta de preguntar qué peli verían.

-Tranquila, he visto el trailer y es una película romántica. Lo que más me llamó la atención es que la protagonizan dos chicas. No he visto muchas pelis de este estilo.

-Ah menos mal, románticas me encantan. Cuánto más cursi y pastelosa, mejor. De chicas no hay mucho repertorio donde elegir, por desgracia. Yo tampoco he visto muchas.

-¿Cuál es tu peli favorita? - La rubia casi se reprendió a si misma de no haber preguntado eso antes.
-Mmm... - Amelia frunció los labios a un lato de la boca y miró de lado. - Pues no sé, los clásicos románticos. Como Ghost, por ejemplo.

- Es preciosa esa peli pero tiene mucho drama para mi gusto. Yo prefiero que sean comedias y que tengan buena dosis de escenas de miradas profundas y besos intensos.

Por un momento el salón se quedo en silencio. Luisita y Amelia se miraban a los ojos con sonrisas tímidas dibujadas en los labios. No pensaban en nada pero sentían el cosquilleo de una semilla germinando. El hormigueo de un sentimiento creciendo desde el vientre a la punta de los dedos. Aunque podía parecer que el silencio se debía a que te habían quedado absortas  por el momento, lo cierto era que habían perdido la noción del tiempo y ya todo el mundo estaba dentro de la sala viendo comenzar el pase. Corrieron a la sala cogidas de la mano entre risas tontas, buscaron sus asientos con la linterna del móvil y se sentaron aun con los dedos entrelazados. Ninguna soltó el agarre que se sintió seguro en la penumbra de la sala.

Luisita estaba concienciada a contenerse de hablar, no quería incordiar a Amelia o que pensara que era una maleducada. Amelia por su lado no se cortó en acercarse al oido de Luisita para decirle lo que le apetecía en cada momento. Los susurros le erizaban la piel de la nuca y la ponían tan nerviosa que le costaba concentrarse. Quiso intentar provocar la misma sensación en Amelia, aunque ésta no parecía ponerse nerviosa. Le gustaba la sensación y se alegraba de que Luisita se soltara un poco.

Ninguna se llevó un gran recuerdo de la peli en sí, pero la noche que habían compartido podrían jurar que fue la mejor de muchas.

Pongamos que hablo de Luisita y AmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora