Capítulo 15: Para siempre

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Amelia llevaba varios días sumida en el caos emocional que había supuesto su separación con Sara. No era solo la ruptura, sino el eco constante de lo que había sido su vida: los recuerdos compartidos, las promesas de un futuro juntas, y, por encima de todo, la preocupación por Sofía. Por las noches, en su nueva habitación, escuchaba los pasos de Sara al otro lado del pasillo, y cada vez que la niña le preguntaba por qué ya no dormían juntas, Amelia sentía cómo se le rompía un poquito más el corazón. Pero había algo más en ese dolor: la sombra constante de Luisita. Una sombra que no podía apagar ni con el tiempo ni con la distancia.

- Venga, Amelia, te va a sentar bien salir un rato - le había dicho Natalia esa tarde, como si fuera la respuesta a todas sus angustias. Natalia había sido su confidente durante todos esos meses de confusión, y ahora estaba decidida a hacer que su amiga saliera de esa oscuridad que la envolvía. La única cura que Natalia conocía era distraer a Amelia y devolverle algo de ligereza, aunque fuera por unas horas.

- No sé si estoy de humor para esto - respondió Amelia, pero Natalia, como siempre, no aceptaba un no por respuesta.

- Precisamente porque no estás de humor es por lo que necesitas salir. Vamos, te va a sentar bien.

Amelia finalmente cedió. Sabía que Natalia tenía razón en algo: estar en casa, dándole vueltas a todo, no iba a hacer que las cosas mejoraran. Se vistió rápidamente y, sin decir más, ambas salieron hacia "La Luna".

El camino hasta el pub fue relativamente tranquilo, pero a medida que se acercaban, Amelia empezó a sentir un nudo en el estómago. No era la primera vez que había ido allí desde el beso con Luisita, pero sí la primera vez que se sentía tan vulnerable, tan rota. El dolor de su separación con Sara estaba todavía fresco, y aunque sabía que había sido la decisión correcta, no podía evitar sentir que todo a su alrededor se desmoronaba. Y luego estaba Luisita, siempre en el centro de sus pensamientos, como un fuego que no podía apagar.

Cuando llegaron a la entrada del pub, bajo el cartel de la luna creciente, algo en el aire cambió. Natalia, que había estado hablando de cosas triviales para distraer a Amelia, de repente se quedó en silencio. Amelia notó que su amiga miraba hacia adelante, y al seguir su mirada, su corazón dio un vuelco.

Allí, de pie, justo debajo del cartel, estaba Luisita. Parecía más delgada, como si el tiempo que habían pasado separadas también la hubiera desgastado. Su cabello caía suelto sobre sus hombros, y sus manos estaban cruzadas frente a ella, como si se estuviera armando de valor para algo. Había un aire de nerviosismo en su postura, pero también una resolución que Amelia no había visto antes.

Amelia se detuvo en seco, incapaz de procesar lo que estaba viendo. Cada paso hacia Luisita era como caminar al borde de un precipicio, sabiendo que, al otro lado, no había vuelta atrás. Trató de mantener la compostura, pero sentía que el peso de sus sentimientos la aplastaba. Natalia, con un gesto que no pasó desapercibido para Amelia, le dio una pequeña palmadita en el brazo, como si supiera perfectamente que todo aquello no era casualidad.

- ¿Lo sabías? - preguntó Amelia en voz baja, pero Natalia solo sonrió de lado y se encogió de hombros.

- Algunas cosas simplemente tienen que suceder.

Amelia respiró hondo y se acercó a Luisita. El aire a su alrededor parecía más denso, y cada paso que daba la acercaba a algo que llevaba tiempo intentando evitar. Cuando estaba a solo un metro de distancia, se detuvo, sin saber exactamente qué decir. Pero antes de que pudiera articular palabra alguna, fue Luisita la que rompió el silencio.

- Tenía una especie de discurso preparado, pero ahora ya ni me acuerdo. Es súper curioso ¿sabes? Estando con Sebas no me daba cuenta, creía que lo que teníamos era perfecto, que funcionaba a la perfección. Y ahora echo la vista atrás y no entiendo cómo no me di cuenta antes. Pensaba que estaría devastada si se acababa todo con él pero la verdad es que sólo siento alivio desde que lo dejé.

Pongamos que hablo de Luisita y AmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora