Capítulo 14: Solo amigos

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Amelia estaba sentada en una cafetería, frente a Natalia, removiendo el café con desgana. Su mente funcionaba a mil revoluciones, repasando cada momento, cada discusión. Apretó el mango de la cucharilla con fuerza, intentando reprimir la frustración que tenía dentro de ella.

- No puedo más - soltó finalmente, rompiendo el silencio incómodo que había llenado el espacio entre ellas. - Sara y yo... ya no somos las mismas. Las discusiones no paran, y me estoy desgastando.

Natalia la observó detenidamente, dejando su taza en el platito. Era compañera de Sara en el colegio, pero su amiga desde el principio había sido Amelia. Hacía tiempo que no la veía feliz con Sara, y con solo oírla hablar de Luisita, ya sabía que ese matrimonio no podían durar. Pero también conocía muy bien el amor que sentía por Sofía. Más fuerte que todo. Se pasó una mano por el pelo y tomó aire.

- Lo siento, Amelia. Sé que es duro. Pero tienes que hablar con Sara. No pueden seguir así, especialmente por Sofía, también es bueno para ella que tú seas feliz.

Amelia asintió, aunque sabía que no iba a ser tan sencillo. El miedo, el compromiso, el qué dirán. Todo eso la tenía paralizada desde hacía meses, pero ya no podía más. Algo en su interior se había roto, y no era sólo el amor.

- Es sólo que... ahora siento que esto ya no tiene arreglo. - La voz de Amelia se quebró un poco, pero recuperó la compostura rápidamente. - Le voy a pedir que durmamos separadas. Al menos por un tiempo.

Natalia suspiró, sabiendo lo difícil que era para su amiga esa decisión.

- Lo mejor será que lo hables cuanto antes. A veces los baches son normales, pero si ya no ves solución... Tienes que ser sincera, por ti, por Sara, y por Sofía.

Amelia se quedó un rato en silencio, observando cómo el café giraba en el fondo de su taza. Después de un último sorbo, dio un largo suspiro y miró a su amiga con ojos de súplica. Natalia no necesitó más, se levantó y se sentó a su lado para abrazarla.

- Voy a hacerlo. - Le dijo Amelia abrazándose a ella. - No puedo seguir posponiéndolo.


Sara estaba sentada en el sofá, con un libro en las manos, cuando Amelia llegó a casa. La luz del atardecer entraba a través de las cortinas, creando una atmósfera extrañamente tranquila, como si el tiempo se hubiera detenido justo antes de una tormenta.

- Sara, tenemos que hablar - dijo Amelia con la voz firme, pero sintiendo cómo se le creaba un nudo por dentro.

Sara la miró por encima del libro, ya previendo lo que venía. Cerró el libro lentamente, colocándolo a un lado, y se inclinó hacia adelante.

- Amelia... por favor, no hagamos esto. Estamos pasando un bache. Es normal, todas las parejas lo tienen.

- Esto no es un bache, Sara. Hemos estado así durante meses... y no puedo más.

Sara tragó saliva, sus ojos comenzando a humedecerse.

- Amelia, tenemos a Sofía. Podemos resolver esto. Solo necesitamos tiempo. Tal vez... terapia.

Pero Amelia negó con la cabeza.

- No es solo un problema que podamos resolver. Yo... ya no siento lo mismo, y no es justo para ninguna de las dos. Sé que no estamos en condiciones de vivir separadas pero voy a empezar a dormir en la habitación de invitados. Por el bien de Sofía, podemos mantener las apariencias, pero puertas adentro... hemos terminado.

El silencio que siguió fue devastador. Sara asintió lentamente, con lágrimas rodando por sus mejillas. Amelia también sentía su propio corazón romperse, pero era lo más honesto que podía hacer. Ninguna merecía vivir en esa mentira.

Pongamos que hablo de Luisita y AmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora