Ninguna recordaba ya cómo pasaban sus horas antes de conocerse. No recordaban lo que era no ocupar cada momento libre en enviar un mensaje a la otra. Y aunque aun no lo admitieran, tampoco recordaban en qué pensaban antes de pensar todo el tiempo la una en la otra. Es curioso lo obvio que podía resultar con el tiempo, pero que para ellas fuera inconcebible aún. Quizá ahí resida la magia de la sutiliza de un sentimiento que nace tan poco a poco que cuando te das cuenta, es tan grande que lo ocupa todo.
Era mayo, el viento soplaba suave y la temperatura en Madrid era de 26 grados. Hacía calor aunque no tanto como para que fuera insoportable. Esa mañana le tocaba abrir la librería a Luisita. Siempre llegaba por las mañanas con un humor envidiable. Tarareaba canciones más viejas que las pesetas, canturreando sin mucho tino. Era de esas personas que se saben dos palabras de la letra y la repiten como loros y de las que se inventaba melodías y letras de cualquier tontería que le venía a la cabeza. Llevaba días desbordando alegría. Era verdad que solía ser positiva y enérgica, pero hasta ella se sorprendía de estar sonriendo tanto y sintiéndose tan bien.
En la librería no había mucha gente, acababa de entrar un cliente que buscaba varios libros para sus sobrinos y estaba haciendo muchas preguntas. Luisita tenía el móvil en un estante por debajo del mostrador y lo sintió vibrar varias veces. Quería concentrarse en atender bien al cliente pero sin querer su mente se escapaba a los mensajes que seguramente habría recibido.
Se apresuró un poco más de lo normal aunque el chico no lo notó y se fue más que satisfecho. Ella enseguida comprobó las notificaciones y su sonrisa se hizo aún más amplia.
***
-Ya he llegado. Normalmente no me gustan los días de papeleo pero ahora lo veo diferente.
¿Tienes muchos clientes hoy?
¿Mucho trabajo?
***
Luisita y Amelia llevaban chateando toda la mañana, como hacían cada día, desde que se daban los buenos días hasta que se deseaban buenas noches. Hacía días que solo dejaban de hablar para dormir. Sentían una extraña necesidad de contárselo todo y esa necesidad se alimentaba cada vez más con la satisfacción que les daba descubrir lo bien que se entendían y lo mucho que tenían en común.
***
-Perdona, no hay mucha gente pero ahora atendía un chico que quería libros para sus sobrinos. A ver muy majo el chaval pero un poco cortito el pobre. Por qué lo ves diferente ahora?-¿Tú qué crees?
-¿Porque estás cansada de las últimas guardias?
-Frío, frío
-¿Porque te estresa tener papeleo pendiente? A mí tener cosas pendientes me pone de los nervios.
-Ni te estás acercando
-Jooo dímelo
-Quiero que lo adivines
-Porque puedes chatear con la gente, por ejemplo una librera rubia muy maja que te cuenta cosas chulis
-Que tonti eres. ¿Con qué gente piensas que hablo? Yo solo hablo contigo.
Bueno y con Sara para saber si Sofía está bien.-Le pasa algo a la peque?
-Nada grave, hoy se levantó con un poco de malestar pero no tenía fiebre y estaba bien para ir al cole. Me ha dicho que después del desayuno se le veía mejor cara, seguramente no sea nada.
-Aish bueno por suerte como Sara está ahí en el cole le puede preguntar a los otros profes. ¿Nadia era la profe de Sofi?
-Nooo Natalia! jajajaja
-Más o menos jajajaja
-Si si... oyeee
-Queee
-¿Has escrito algo más? Tengo muchas ganas de leer otro capítulo.
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Pongamos que hablo de Luisita y Amelia
FanfictionUn día te levantas ya cansada de darle vueltas en tu cabeza y dices, o lo escribo o reviento.