11. Una despedida excelente

23 3 4
                                    

11. Una despedida excelente

Matt

Febrero de 2020

12 años

—¡Un nueve! —Erin y yo nos giramos hacia la dirección donde provenía el grito. —¡Tenemos un nueve, chicos¡ ¡Un nueve! —Harley se acercaba feliz.

—¿Qué dices tía? ¿Un nueve? — exclamó el chico que tenía al lado.

Ahora Erin y Har eran buenos amigos, y a mí me dolía, aunque más o menos habíamos retomado nuestra relación después de que el mes pasado, habláramos, e hiciéramos un acuerdo, intentaríamos ser amigos de nuevo.

—Sí, un jodido nueve, en lo de música.

Erin chilló y se acercó a Har muy feliz, ella lo recibió con los brazos abiertos, para que ambos se fundieran en un reconfortante abrazo, y yo solo observara como ellos podían hacerlo, y yo nunca pude abrazarla. Erin se percató que yo estaba en mi mundo.

—Matt, ¿no estás feliz? —Me obligué a mí mismo sonreír.

—Sí, claro que sí, ¡tenemos un maldito nueve! —Me acerqué a ellos.

Los tres gritábamos y reíamos muy felices, fue uno de esos recuerdos que quieres meter en el fondo de tu cerebro, y nunca olvidar.

—Bueno, Harley, ¿empezamos la sesión? —Erin cuestionó a la castaña, ella asintió, y junto a Erin, se alejaron, dejándome ahí solo.

Desde hace poco los dos paseaban por el patio dando vueltas infinitas, hablando de sus cosas, según sé—que no es mucho—Har hablaba de sus problemas, y aquí es cuando me vuelvo a preguntar: ¿Por qué con el sí y conmigo no? Ellos llamaban a eso "sesión de psicología", vaya estupidez, algunas veces los interrumpía, para hacer la broma y esta vez pensé en hacer lo mismo.

Me acerqué sigilosamente como un ninja, y justo cuando iba a interrumpir, los escuche hablar, cosa que me dejó congelado.

—¿Pero cómo hago eso? —ella preguntaba.

—No lo sé, pero es más sano decírselo. Har... —apreté los dientes, yo soy el único que la llamaba así, era algo nuestro y no me apetecía compartirlo.

—Harley. —le corrigió y yo sentí un gran alivio.

—Harley, claro..., mira, él te quiere, no como tú seguramente, pero él te aprecia.

—No lo creo, él, él no sabe nada... —¿De quién hablaban?

—Entonces cuéntale tus demonios, demuéstrale esa parte de ti.

—¿Y si se va?, quiero decir, todos se van, ¿y si me abro, confió en él, se va, y yo me vuelvo a cerrar? —confesó Har.

Este fue el momento exacto donde descubrí o me pude hacer una idea de quién se trataba, hablaban de mí, si ahora alguien se acercara a preguntarme cómo estaba tan seguro, le diría que ni idea, pero ellos hablaban de mí y esta teoría daba paso a otras, porque ¿y si se alejó por esto de sus problemas?, porque mi versión fue que ella un día se fue de mi lado, pero, ¿y si había un trasfondo más profundo a sus acciones?

—Eso no es verdad, conmigo te has abierto, y sigo aquí.

—Eso es porque tú no sabes nada.

Me acerqué sigilosamente, intentando ignorar la cantidad de preguntas que me acechaban en ese momento, me asomé por en medio de ellos y exclamé:

—Bu.

—¡AHHH! —gritaron a la vez, les había asustado, y era muy gracioso ver sus caras.

—Joder tío, ¿qué te pasa?

Los hilos que nos unenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora