19. Solo era un reto

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Anuncio: Este capítulo cuenta con algunos cambios en su contenido, pero no cambia el contexto de la historia, solo esta mejorado, por si quereis pasaros a releerlo. Disfrutadlo.

19. Solo era un reto

Matt

Marzo de 2026

18 años

Han pasado años desde esa caída, pero eso no quiere decir que yo no tenga pánico a volver a caer, pero, lo bueno de caer es levantarse y aprender del proceso, por ende ahora soy mejor.

Fue un milagro que pudiera volver a jugar, creo que incluso lloré de la emoción, el futbol es mi vida.

Este año era mi penúltimo y desde ya nos preparaban para el último partido que se jugaría el curso que viene, pero al ser el más importante vendrán observadores de universidades y necesitamos impresionarlos.

Ahora me encontraba guardando el equipo para el próximo entrenamiento, no quedaba mucha gente en el instituto, solo algunos que hacían extraescolares y los del equipo de fútbol junto a las animadoras.

—¡Hey Taylors! —gritó alguien desde la otra punta del pasillo.

Me giré instintivamente mientras cerraba la taquilla, logré ver que se trataba de Max, uno de mis mejores amigos, llegó nuevo el curso pasado, y se ganó su hueco entre los populares cuando casi todas las chicas estaban coladas por él, lo que facilito su aceptación entre nosotros, Max era pelirrojo, ojos verdes, estaba en forma, y sí, era muy atractivo, podía entender la larga cola de chicas tras él, pero eso solo era su físico porque Max siempre tuvo algo, él era... Diferente.

—Dime —contesté cuando ya estaba cerca.

—Esta noche hay fiesta en casa de Travis, vienes ¿verdad?

—Oh, mierda, se me había olvidado, pero sí, ahí estaré.

—Genial, tío —nos chocamos las manos y él continuó su trayecto parando a alguna persona para informar lo de la fiesta.

Tenía que avisar a mi madre, así que la llamé, pero no me lo cogió, normal, ya hacía unos años cuando cayó en la bebida, era duro, pero tenía una reputación que mantener, no podía permitirme ser débil.

Levanté la vista del teléfono por pura inercia y me choqué con unos ojos castaños que tanto conocía a pesar de estar tanto tiempo sin hablarnos, es muy extraño ver a la persona con la que antes pasabas horas hablando y que, en cambio, ahora ni una maldita palabra os dirigís.

Pude ver en sus ojos miedo e impresión, pero no dijimos nada, solo nos quedamos en un desafío muy adictivo de miradas, nos sobresaltamos cuando mi móvil sonó en mi mano y tuve que apartar la mirada de ella para fijarla en la pantalla iluminada con el nombre de mi madre.

—Mamá —saludé, la castaña seguía enfrente de mí, ahora un poco incómoda.

—¿Pero mira quién es? —alargó la última palabra, estaba borracha, y bajo la expectación de Harley tenía que fingir el triple, porque ella sabía leerme muy bien, mejor que nadie a pesar del tiempo que hayamos permanecido alejados.

—Oye, esta noche no me esperes despierta, llegaré bastante tarde.

Ella nunca nos espera.

Cállate conciencia.

—Ay, mi niño grande, alguien tiene planes, ji, ji, ji, no te esperaré —se me formó un nudo en la garganta.

—Mamá, te tengo que dejar —cerré los ojos en un intento pésimo de controlar lo que sentía, me giré un poco y baje la voz —ten cuidado, por favor —supliqué y recé para que no lo escuchará Harley —hasta luego, te quiero.

Los hilos que nos unenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora