15: A thorn in her heart

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Empezó a llorar en algún momento del camino de vuelta al hotel.

Justo cuando cayó en la cuenta de que, por mucho que hablaran Jennie y ella, jamás habían tratado el tema «parejas pasadas». Nunca habían reconocido que se gustaban mutuamente. Tras los últimos acontecimientos, parecía evidente que la única que sentía algo romántico en aquella relación era ella, la coreana solo la veía como una amiga, así que casi se alegraba de no haberse atrevido a besarla.

Joder, es que Jennie tenía pareja, tenía que tenerla, porque si no, ¿quién era ese chico al que había visto besándola de aquella forma frente a su casa? ¿Por qué no se lo había dicho? Pero, si era su novio, ¿por qué no le había hablado de él?

Se restregó los ojos con las manos y entró sin muchas ganas en el hotel donde había reservado una habitación para pasar la noche con Rosé. Menuda mierda. Quizás si le hubiese confesado sus sentimientos antes, Jennie le habría aclarado que no sentía nada de vuelta y se habría ahorrado ese viaje.

Sabía que era aquella desagradable presión en mitad de su pecho lo que le hacía pensar así, porque, a pesar de todo, Jennie había sido un gran apoyo para ella y gracias a sus conversaciones volvía a hablar con su hermana. Le habría gustado conocerla igualmente, aunque no correspondiera sus sentimientos. Y a pesar de aquel desenlace amargo, nadie podría quitarle las horas que habían pasado juntas. Casi merecía la pena.

Entró a la habitación y su amiga levantó la mirada del libro que sostenía entre sus manos, sonrió automáticamente y gateó hasta el final de la cama mostrando impaciencia por los cuatro costados.

—Ay, qué malas son las despedidas, ¿eh? —se burló al verla llorar.

Pobre, aún no se había enterado, así que negó con la cabeza antes de ponerla al día.

—Tiene novio —dijo sin rodeos—. O eso creo.

Rosé frunció el ceño, obviamente sorprendida y sin comprender qué estaba diciendo.

—¿Qué?

—Que tiene novio.

—¿Qué me estás contando, Lisa?

—Que he visto a Jennie Kim besándose con el chico de pelo rizado de sus fotos, que seguramente será su novio, y que yo soy unagilipollas.

Lo último le salió en un susurro y seguro que su amiga ni siquiera lo entendió porque se mezcló con un sollozo.

—Eh, tranquila. —Rosé la abrazó tras bajarse de la cama—. Lisa, tranquilízate y cuéntamelo todo.

Su amiga le acarició la espalda suavemente mientras la estrechaba entre sus brazos y ella se escondió entre su largo cabello, no le apetecía hablar, pero a la vez necesitaba desahogarse.

—Es... Es increíble, Rosie —confesó—. Jennie es increíble y cada minuto que he estado con ella ha sido perfecto. Es preciosa, te lo prometo—lo último lo dijo mirándola a los ojos con los suyos cristalinos—. Pero sobre todo es adorable, cada vez que se sonrojaba me entraban ganas de besarla, cada vez que nos quedábamos mirándonos me entraban ganas de besarla, cada vez que me sonreía...

—Te daban ganas de besarla —terminó por ella, apartándole un mechón de pelo de la cara—. Y en algún momento de la noche perfecta te ha dicho que tiene novio —probó suerte ante su silencio.

—No. Nos hemos despedido y quería besarla, pero al final solo nos hemos abrazado y ella me ha dado un beso en la mejilla. —Era normal que aún sintiese el fantasma de sus labios en la piel, ¿no? —. Cuando estaba a mitad de camino he pensado que me he cruzado todo el océano para verla, para comprobar que todo seguía ahí teniéndola delante, y sigue ahí multiplicado por mil. Así que me he armado de valor para dar media vuelta, iba a llamar al timbre de su casa y besarla sin decir nada más. Necesitaba sentirla besándome de vuelta.

Distance | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora