16: Without Jennie

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Antes de irse de Seúl pensó que Jennie aparecería por sorpresa de nuevo y se darían el mejor beso de la historia de los aeropuertos. No ocurrió y ella se pasó horas mirando como una idiota hacia todos lados con la esperanza de encontrarse con aquellos ojos gatunos, pero no apareció y ella regresó a la triste realidad que era que Jennie tenía pareja.

Se limpió de mala gana un par de lágrimas y volvió a darle una calada al cigarro. No estaba orgullosa de haber vuelto a ese viejo hábito, pero una semana sin fumar no borraba mágicamente su adicción desde hacía años.

Además, tras su estancia en Corea, lo necesitaba más que nunca. Llamaron al timbre y esperó a que alguien abriese por ella mientras seguía introduciendo nicotina en su organismo sentada en la terraza. Soltó un gruñido al escuchar que volvían a llamar y se levantó enfadada, con el cigarro entre los labios y directa a abrir la puerta.

Se encontró con los ojos claros de Jisoo y la chica le dedicó una sonrisa.

—¿Qué haces aquí? —se extrañó.

—Yo también me alegro de verte. —Soltó una risita antes de dar un paso al frente, casi chocando con su cuerpo—. ¿Vas a dejarme pasar?

—Lo siento.

Se echó a un lado y Jisoo entró dándole un suave pellizco en el costado a modo de saludo.

—¿Cómo estás?

—¿No me ves?

La pelinegra la recorrió con la mirada y puso una mueca.

—Ya no son tus mejores galas y creo que no te has peinado esta mañana, pero no estoy preguntándote por tu estado físico. —Jisoo apoyó las manos en sus hombros y le dio un suave masaje—. ¿Cómo estás?

—Mal, no te voy a mentir.

—¿Has hablado con ella hoy?

No, ni siquiera había abierto su conversación, a pesar de que sabía que tenía un mensaje de buenos días de la coreana esperándola. Jennie le mandaba uno cada mañana, pero de repente se sentía incapaz de hablar con ella con normalidad, porque todo lo que sabía le quemaba dentro y Jennie seguía ocultándolo. Como si no compartieran el mismo nivel de confianza.

—Mi hermana me dijo una vez que me daba miedo a enfrentarme a la realidad, a asumir de una vez que le faltaba una pierna, y creo que me pasa lo mismo con Jennie. No quiero creer que no haya nada romántico entre nosotras. —Miró a la pelinegra, que la tomó de la mano animándola a seguir—. El viaje a Corea me ha servido para confirmar que estoy coladísima por ella, en serio, es la persona más adorable que he conocido en mi vida, y nunca he creído en esas tonterías románticas, pero te prometo que tengo un dolor real en el pecho. Dolor físico.

—Escúchame, estuviste dos años sin hablar con Louisa porque te daba miedo aceptar lo que tuvieras que aceptar. No hagas lo mismo con Jennie. No os habéis dicho nada sobre cómo os sentís. Seguramente, ella está jodida también porque no le estás hablando, y quizás si le dices lo que sientes, te sorprende. ¿Cómo sabes que no piensa que te está perdiendo porque no le has dirigido la palabra en todo el día?

Miró a Jisoo y asintió, se mordió el labio inferior al sentir que le picaban los ojos nada más que de pensar en el rostro triste de Jennie. No quería que lo pasara mal. No era justo que ella se lo hiciera pasar mal.

—Menos mal que estáis aquí.

Escuchó la voz de Rosé tras ellas y se giró para localizarla entrando en la terraza, con los ojos cubiertos de lágrimas y enrojecidos. Llevaba muchos años a su lado y sabía que estaba a punto de romperse a llorar.

Distance | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora