O8: Cat Eyes

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Jennie tenía los ojos de una preciosa gata, pero se los había imaginado de mil formas distintas y en todas ellas encajaban a la perfección con el tono de su piel. Llevaba semanas sin poder quitárselo de la cabeza, desde que vio aquella fotografía en la que podían apreciarse parte de sus piernas.

Jennie era castaña, seguramente tenía el pelo largo —lo intuía por el detalle de que se hizo una coleta, pero quizás se equivocaba—, y tenía los ojos sexis. Por las fotos que le mandó para que le ayudara a elegir entre la falda y el pantalón sabía que era de cintura estrecha y caderas anchas. Perfecta. A ella siempre le había llamado la atención esa zona de la anatomía femenina. No se consideraba superficial, pero había que admitir que los ojos también tenían voz y voto en esas cuestiones, y Jennie era realmente atractiva de cintura a mitad de los muslos.

En la falda que llevaba en la foto se podían distinguir pequeñas flores, así que Rosé se pasó días diciéndole «es de las pijitas seguro, de las que te gustan». La misma frase todo el tiempo, calcada y repetida, como si fuera un loro. Muy pesada, pero tenía razón, eran su tipo y si Jennie encajaba en él iba a encantarle un poco más. Y a su amiga le decía «No. No me gusta», aunque la realidad era que le gustaba mucho, pero vivía en Corea, joder.

Un segundo.

Joder.

Vivía en Corea.

—¡Rosé! ¡Rosé! —llamó a su amiga corriendo pasillo adelante, hacia su habitación.

Abrió la puerta de par en par, entró como si fuera la suya propia y la despertó tirándose sobre su cuerpo en la cama con poco cuidado.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó desorientada y asustada.

—¿Cómo vais en la clasificación para el mundial de Corea?

Rosé pestañeó varias veces y se llevó las manos a la cara para frotarse los ojos ahogando un bostezo, ella aprovechó para rodar y tumbarse a su lado mientras esperaba a que se despejara un poco.

—Nos quedan varios partidos aún.

—Joder, Rosie, necesito ir.

Ante esa frase, su amiga abrió muchos los ojos como si acabara de tener una revelación de las importantes y se incorporó en la cama, quedándose sentada a su lado.

—Joder, Lisa, necesitas ir.

—A ti no puedo engañarte, y sé que ya lo sabes porque soy muy obvia, pero es que uf, estoy loca por ella. Necesito conocerla en persona.

—Más que obvia, así que sí, lo sé. —Rosé agarró sus mejillas e hizo que la mirara fijamente a los ojos—. Dios, ¿y Katie?

—Mierda. —Se dejó caer bocarriba y se tapó la cara con las manos—. Hablaré con la entrenadora, a ver si me deja ir al menos como sustituta.

—Marcia está enamoradísima de ti, suspira por tus huesos.

—¿Qué dices?

Se rio mientras su amiga se colocaba de lado en el colchón para mirarla bien y su sonrisa se desvaneció al verla tan seria.

—Tíratela y así echará a Katie —y lo decía en serio.

—No.

—¡Lisa! ¿Quieres ir a Corea a conocer a «culito de Beyoncé» o no?

—Sí, pero

—En el entrenamiento de esta tarde dalo todo y alégrale la vista y luego ve a su despacho a hacer eso que se te da tan bien hacer.

—¿Y si en realidad no se me da bien?

—Jisoo está contenta, te sigue buscando.

—Pero

Distance | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora