12: I'm dying to kiss you

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Salía de los vestuarios mirando la hora en el reloj de su muñeca para calcular si Jennie estaría libre para hablar cuando llegara a casa, iba tan inmersa en su propia burbuja que los detalles del mundo externo se veían borrosos y chocó con alguien nada más cruzar el umbral de la puerta.

—Lo siento —se disculpó de forma automática y cuando se dio cuenta de quién era, le dio un empujón suave entre risas—. ¿Qué haces aquí, Jisoo?

—He quedado con Rosé.

—¿Con Rosé? ¿Os habéis hecho amiguitas? —insinuó, que ella supiese aquellas dos no se veían fuera del contexto de las partidas en su piso, frunció el ceño al caer en la cuenta de algo—. ¿Sigue comprando?

Rosé y ella pactaron empezar aquel año abandonando el consumo de marihuana, y la expresiva mirada de Jisoo se tradujo en un pinchazo en su pecho al sentirse traicionada por su amiga. ¿Por qué había vuelto a fumar esa mierda?

—Oh, no —murmuró Jisoo y cambió el peso de su cuerpo de pie, algo incómoda, antes de conectar de nuevo sus miradas—. Joder, soy una bocazas.

—No pasa nada —le quitó importancia, apretándole suave en el hombro—. Se lo preguntaré a ella directamente, no te preocupes. Y ya que estás aquí, también quería hablar contigo.

—¿Conmigo? —Jisoo alzó las cejas.

—¿Te sorprende que quiera hablar contigo? —Soltó una risita, pero la verdad era que le confundía su reacción.

—Últimamente no haces por hablar conmigo.

Jisoo no se cortaba a la hora de decir las cosas a la cara, y en aquella en concreto tenía que darle la razón.

Karla la dejó porque decía que pasaba demasiado tiempo con sus amigos y era cierto que la mayoría de veces que se veían quedaban también con el resto del grupo, pero con Jennie era distinto. Prefería quedarse en casa para estar horas frente a la pantalla del ordenador, a solas con ella, perderse en sus ojos a través de todos esos píxeles, y quizás estaba descuidando un poco sus amistades.

Caminaron juntas hacia el interior del polideportivo para no obstaculizar la salida de los vestuarios, y observó a Jisoo, que esperaba una respuesta en silencio. Recordó la última vez que se acostaron y lo mal que se sintió al imaginarse que era Jennie. Quería confesarlo todo y pedirle perdón, porque sabía que aquello podía hablarlo con la pelinegra tranquilamente sin que le molestara. O eso esperaba.

Jisoo se cruzó de brazos, se apoyó en la pared una vez estuvieron a solas en el pasillo y acabó perdiendo la paciencia tras unos segundos de silencio.

—¿Ha pasado algo?

—Lo siento, de verdad, sé que he estado un poco perdida los últimos meses.

—Te perdono si no le dices a Rosé que por mi culpa sabes que sigue fumando.

—Está bien —aceptó y se apoyó justo a su lado, acariciándole los tatuajes de su brazo con un dedo—. Han pasado muchas cosas en mi vida y necesito hablarte de algo que lleva dando vueltas en mi cabeza desde el día de mi cumpleaños, cuando tú y yo

—Mierda, te diste cuenta, ¿verdad? —habló de forma apresurada con angustia reflejada en el rostro.

—¿Qué? —preguntó algo desorientada.

—Lo siento mucho. No sé qué me pasó.

Jisoo se tapó la cara con las manos y ella la observó más confundida que antes.

—¿Es por no habérmelo hecho de vuelta? Sabes que no necesitas

—No —Jisoo la interrumpió de nuevo antes de suspirar, y conectó sus miradas—. Te prometo que nunca me había pasado y mucho menos había tenido la necesidad de hacerlo estando contigo.

Distance | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora