22: Contact

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Encontraron un banco no muy lejos de allí y llevaban un rato abrazadas mientras hablaban sobre las distintas constelaciones. Jennie se había acurrucado contra ella y mantenían los dedos entrelazados, sus manos unidas sobre el hombro de la coreana.

Había tenido tiempo de sobra para relajarse, pero el corazón le seguía latiendo a mil por hora, le recordaba lo idiota que había sido al pensar que Jennie no sentía lo mismo, porque aquella forma de devolverle los besos hablaba por sí sola. Al acordarse se mordió el labio inferior y su discurso acerca de las constelaciones se quedó en el aire. Al darse cuenta de que dejaba de hablar, la coreana la miró y ella trató de disculpar su distracción.

—Perdón, me pongo a parlotear de las estrellas y no hay quien me calle.

—Me encanta escucharte hablar de cosas que te apasionan —le dijo y ella no pudo evitar darle un beso suave y corto en los labios. Joder, era fantástico poder hacerlo—. ¿No has pensado nunca en hacer una historia sobre una trabajadora de la NASA o del universo de Star Wars?

—Bueno, tengo una idea rondándome en la mente —confesó—. ¿Quieres saberla? —Sonrió al verla asentir—. Una periodista y una astróloga que se enamoran en las Highlands.

Jennie sonrió antes de tomar la iniciativa y besarla. A ella los ojos se le cerraron solos y se centró en sus labios, en su sabor y sus movimientos, quería poder recordarlo durante los meses que no estuvieran juntas. Ese pensamiento le produjo una punzada en el pecho, pero la dejó a un lado para concentrarse en la forma en que los labios de Jennie acariciaban los suyos. En su presente.

Profundizó el beso, adicta al sabor de su boca en muy pocos ensayos, y el suspiro que se le escapó a la coreana le hizo estremecer, por la novedad y las ganas de más. Con ella siempre tenía ganas de más.

Apenas se separaron y Jennie le acarició la punta de la nariz con la suya, con aquel gesto consiguió que sonriera y sonrió ella también. «Te quiero», eso le diría en ese mismo instante mientras se moría bajo el marrón de su mirada, porque lo sentía muy profundo y porque la única vez que se lo había dicho estaba borracha y fue por teléfono.

Una mierda de declaración.

En vez de hablar volvió a besarla igual de suave, quizás Jennie pudiera escucharlo también de esa manera, implícita y silenciosa. La coreana separó sus manos entrelazadas y ella echó de menos el calor de su palma, pero casi de inmediato la sintió posarse sobre su mejilla y la sensación era igual de alucinante. Se separaron despacio, a pesar de que sus bocas no parecían muy dispuestas a ello y sus labios permanecieron unidos unos segundos de más.

—Está siendo perfecto —susurró Jennie apoyando su frente sobre la suya—. Tenías razón.

—Siempre la tengo. —Sonrió y le gustó escucharla reír en esa postura, la más íntima hasta la fecha—. Eres perfecta.

Jennie apretó los labios, suprimiendo una sonrisa, y ella buscó rápidamente su hoyuelo con la vista. Adoraba su timidez y aquella forma de devolverle los besos. Se habría quedado unas cuantas eternidades en ese mismo banco, pero el teléfono de la coreana empezó a sonar y se vio obligada a dejar que se apartase de ella. Jennie la miró mientras contestaba, como si estuviese deseando colgar ya, y la hizo sonreír, respiró profundo y esperó pacientemente a que terminase de hablar.

—Creo que a mi madre no le da demasiada seguridad que estemos en mitad del desierto a esta hora. Le da un poco de miedo que no conozcamos este sitio.

—Bob le hablará de lo tranquilo que es todo, ¿no?

—Eso espero. —Jennie hizo pucheros mientras la miraba y ella se derritió una vez más—. No me quiero ir.

—Mañana estaremos juntas todo el día.

Distance | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora