O9: Crazy for Jennie

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LISA: En unos minutos empezará a venir gente.

LISA: ¿Me vas a echar de menos?

JEN: No me va a dar tiempo a echarte de menos, yo también voy a salir.

LISA: ¿Karaoke?

JEN: Sí. Cuando a Nayeon le da por algo

LISA: Dile que te grabe.

LISA: Así te escucho cantar también.

JEN: Ni loca ;-)

LISA: Casi cuela.

LISA: :-P

JEN: «Casi».

Se mordió el labio inferior mientras miraba la pantalla y suspiró al oír que sonaba el timbre. Era hora de despedirse.

LISA: Empiezan a llegar.

LISA: ¿Hablamos luego?

LISA: Si estás despierta.

JEN: Me hablas y lo vemos.

LISA: Pásatelo bien.

JEN: Intenta no forzarte mucho en la pista de baile, que tienes que descansar los músculos. Y espero que ese «odio» a tu cumpleaños desaparezca <3.

Un corazón. Le había mandado un corazón.

¿Había gritado en voz alta o solo dentro de su cabeza? Miró a Rosé, que pulsaba el automático para abrir la puerta del portal y ni se había sobresaltado ni la miraba raro, así que, dentro de su cabeza, el grito solo había resonado dentro de su cabeza.

Por un corazón.

LISA: <3

Uf. ¿Por qué era tan intenso? ¿Y qué podía significar aquel emoticono? ¿Un abrazo? ¿Una forma inocente de decir que la apreciaba como amiga? ¿Un beso? ¿Cómo besaría Jennie? ¿Y por qué no dejaba de preguntárselo? Pensaba en su sonrisa a todas horas —a todas— y aquella noche había soñado con ella por primera vez, nada romántico ni remotamente cariñoso, pero le había encantado que se colara en su subconsciente. Parecía ser que su mente quería cada vez más y más de ella, conocerla de otra forma y a fondo, y ya que ir a Corea estaba difícil, se conformaba con encontrarse con ella cara a cara en sus sueños.

Les quedaba poco para clasificarse para la final, si lo conseguían, serían las elegidas para representar a las universidades de Estados Unidos en Seúl, y estaba dándolo todo para que fuera así. Le debía la vida a Rosé, porque también se estaba esforzando al máximo para que ese viaje se hiciera realidad. No sentía las piernas tras el entrenamiento de aquella tarde.

Sus amigos le habían organizado algo por su cumpleaños y lo mantenían en secreto con una discreción envidiable. Solo sabía que habían preparado varios tableros de distintos juegos sobre la mesa. Rosé abrió la puerta y los invitados comenzaron a entrar en el piso.

Era hora de socializar.

Ya no fumaba marihuana, pero mantenía su dosis diaria de nicotina y en aquella ocasión hizo una excepción, porque no estar hablando con Jennie la llevaba a pensar en Louisa y en todo lo que pasó, así que estaba tirada en el sofá dándole caladas al segundo porro de la noche.

Distance | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora