19: Desire

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No sabía que enviar unas flores a domicilio pudiera ser tan complicado.

Se había metido aproximadamente en unas diez páginas de floristerías de Busan, incluso había llamado a una de ellas que ofrecía sus servicios vía WhatsApp. Al final decidió gastarse un poco más y las encargó en el sitio que le aseguraba que el ramo llegaría sin falta el día del cumpleaños de Jennie. Y ya que se iba a gastar un poco más, añadió a su compra un jarrón que le pareció bonito para que colocaran allí las flores. Se moría por poder ver su cara cuando lo llevaran a la panadería y deseó ser ella misma la que se lo entregase, y no un repartidor cualquiera.

Hizo clic para finalizar la compra antes de suspirar algo nerviosa, esperaba que le gustara el regalo de verdad.

—¿Vamos? —escuchó a su espalda y cuando se giró vio a Rosé observándola desde el marco de la puerta.

Asintió, se bajó un poco la camiseta tras levantarse y cogió su teléfono antes de acercarse hacia su amiga.

—¿No crees que es soso? —quiso saber, caminando a su lado hacia la salida.

—¿El qué?

—Enviarle flores y ya está.

—Le van a encantar y lo sabes.

—No, no lo sé, quizás necesita algo más.

—¿Por qué va a necesitar algo más?

—Algo que le haga saber que todo lo que ha hecho ha sido para mejor, que yo también quiero que se sienta bien con respecto a lo de su padre. Taehyung el año pasado la llevó a un restaurante y a un hotel de los caros, pero ese tipo de lujos no sé cuándo voy a poder dárselos.

—¿Le has preguntado a Jennie si necesita esos «lujos»? Quizás Taehyung no acertó con ese regalo y a ella le gusta más que le lleven unas flores a la panadería.

—Solo quiero que sepa que estoy aquí para ella y que voy a hacer que esto funcione.

—¿Cuánto dinero tienes ahorrado? —preguntó de repente y se sintió algo emocionada por si se le había ocurrido alguna idea.

—Tengo trescientos dólares disponibles, lo demás lo estoy guardando para Moapa Valley. Y realmente esos trescientos me gustaría seguir teniéndolos para poder ir a Corea.

—Oh, vaya, es que la única opción que se me ocurría era esa, porque estoy segura de que con tu simple presencia allí sería feliz.

—De momento lo tengo complicado, necesito encontrar algún trabajo para tener ingresos y poder viajar más veces. Estoy muerta de nervios nada más de pensar que en un mes la veo

—Y que la besarás por fin.

—Uf.

Rosé le dedicó media sonrisa.

—¿Ya os habéis dicho las ganas que tenéis de besaros?

—Muchas veces.

—¿Y habéis hablado de cosas más picantes? —insinuó levantando las cejas un par de veces.

—No.

—¿No?

—No —Sonrió divertida por su tono sorprendido.

—¿Por qué?

—No lo sé. Ella es tímida y yo soy demasiado lanzada, no quiero que me bloquee en WhatsApp.

—Vale que sea tímida, pero se pondrá cachonda, ¿no? ¿Tiene algo que funcione entre las piernas?

—Supongo.

Distance | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora