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MARTINA

SEMANA CULIA FOME.

No habíamos hecho nada, ni en clases ni fuera del liceo. Lo único que hacía era salir con Violeta, pero íbamos a mi casa a dormir.

En temas de salud, tenía que hacerme exámenes por la anemia, porque sí, soy anémica.Los había aplazado hace semanas, pero para hacérmelos no debía fumar, beber ni consumir sustancias ilícitas.

Cosas que estuve haciendo todo este tiempo, algo de lo que no estaba orgullosa para nada.

En cuanto al nuevo, no había pasado nada. Al Joaco se le había olvidado decirle y preguntarle si tenía pareja o no.

Un golpe en la mesa me despertó de golpe, quejándome por la luz.

— Despierte, mamita, recreo —escuché a la Javi hablar.

Despejé la cabeza y me di cuenta de que todos me miraban. Los miré, alzando una ceja con duda.

— ¿Qué pasó? —pregunté.

Todos se rieron y se levantaron.

Luego noté que también estaba el Kevin, así que me acerqué a él.

— ¿De qué se reían? —le pregunté, pasando un brazo por sus hombros. Él me abrazó por la cintura, y empezamos a caminar siguiendo al grupo.

— Te costó caleta despertarte, loca —respondió riendo.

Sonreí ante eso; era una dormilona empedernida, a veces demasiado.

— Oye, ¿te puedo preguntar algo? —dije, esperando a que los otros avanzaran un poco y frenamos.Asintió, mirando cómo el grupo se detenía en el barandal.— ¿El Gabo tiene mina? —pregunté directamente.

El Kevin se rió y me hizo un gesto con la mano que no entendí.—  Algo así, no entendí muy bien, pero parece que sí.

Hice una mueca, y mi amigo me despeinó el pelo.

No dijimos nada más y nos unimos al grupo, incluido el Gabo.

Lo miré de reojo y me centré en la Javi, que estaba hablando de carretear.

— ¿Qué se hace hoy, familia? —preguntó, mirándonos.

— Estudiar.—

Dormir.—

Tomar —murmuré, mirándola.

Los que más bebían del grupo, sin duda, éramos yo, la Javi y la Sharon.

Ella me sonrió, y la conversación giró hacia otro tema.

Por mi parte, me dediqué a observar a la gente. Me gustaba ver qué hacía cada uno.

— Marti —me llamó la Violeta—, ¿Acompáñame al baño?

Asentí, y fuimos con las chiquillas, dejando a los hombres solos.

Miré al Joaco, y este me guiñó un ojo antes de acercarse al Gabo.

Después de un rato, en el que nos retiramos a otra parte para conversar, vi llegar al Joaco con el Javier.

Nos dispersamos cuando sonó el timbre del cambio de hora, quedando con la Vale y mis dos amigos.

— El Gabo dijo que eres bonita —me susurró el Joaco—, dijo que lo siguieras en Instagram.

Lo miré asombrada.

— ¿Y por qué el weon no me puede seguir a mí? —pregunté.

Él se encogió de hombros y se fue con el Javier.

Le conté a mi amiga, y ella tuvo la misma reacción.— Que se da color —comentó.

Tomé mi celular y le envié una solicitud, aunque me pareció extraño.

Después de un rato, me aceptó y me siguió de vuelta.

Puse al tanto a la Violeta y se emociono.

— Es bonito para ti, te encantan de esos —murmuró cuando estábamos mirando su perfil.

Era bonito, pero le bajo un punto lo egocéntrico que se veía y parecía que era.

callaitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora