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Martina

SOY UNA MALA PERSONA

Sabía que tenía que hacerlo, pero no encontraba el momento ni las palabras adecuadas.

El Jean había sido un gran apoyo para mí durante estas semanas, pero algo dentro de mí seguía sintiéndose mal. Era como si estuviera traicionando mis propios sentimientos y, en parte, traicionándolo a él. No podía seguir así.

Nos juntamos en la cafetería de nuestra primera junta, un lugar pequeño y acogedor donde hablamos por horas. El llegó antes que yo, como siempre, y me saludó con esa sonrisa cálida que tanto me gustaba. Pero hoy, esa sonrisa solo hacía que me sintiera peor. Apenas pude devolverle el gesto.

—Hola, princesa—dijo, levantándose para darme un beso en los labios.

Mantuve el beso unos segundos más sabiendo que era el ultimo, porque era obvio que me odiaría después de hablar.

—Hola, Jean —respondí, intentando mantener la compostura.

Nos sentamos y ordenamos nuestros cafés. Yo removía mi taza nerviosamente, tratando de encontrar las palabras correctas.

Jean me miraba con curiosidad, notando mi incomodidad.

—Marti, ¿estás bien? —preguntó, con esa voz suave que me tranquilizaba. Respiré hondo y decidí que era momento de hablar.

—Jean, necesito decirte algo —comencé, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza—. He estado pensando mucho en nosotros, en nuestra relación.

dia y noche, debatiendo si era lo correcto, si era muy pronto, si era suficiente para el.

Él me miró fijamente, su expresión cambiando a una mezcla de preocupación y anticipación.—¿Qué pasa, Marti? —preguntó, inclinándose hacia mí.

—Jean, eres increíble, de verdad —dije, intentando contener las lágrimas—. Me has apoyado tanto y has sido tan bueno conmigo. Pero... siento que no estoy lista para una relación en este momento.

Su rostro se contrajo de dolor, pero trató de mantener la calma.

—¿Por qué dices eso? —preguntó suavemente—. Pensé que estábamos bien.

Podía notar como mantenía la compostura, pero en el fondo estaba igual de roto que yo. Había hecho exactamente lo que no quería, hacerlo sufrir. Me odiaba por eso, pero sabia que me hubiese odiado más si se enteraba de que no tenia las cosas claras.

—Lo sé, y eso es lo que hace esto tan difícil —respondí, mirando fijamente mi taza—. Pero siento que necesito tiempo para mí misma, para resolver mis propios sentimientos y problemas. No quiero lastimarte, pero sería injusto seguir así cuando no estoy segura de lo que quiero.

— ¿Y si nos damos un tiempo? —pregunto esperanzado— Quizás estoy siendo muy intenso contigo, ¿es eso? lo puedo mejorar, Marti. Tu solo dime que estoy haciendo mal, princesa...

Tomo mi mano y apoyo su frente a ti, yo ya no podía aguantar mis lagrimas. Era lo mejor para ambos, pero no había manera de que entendiera que no era su culpa, que el problema era yo.

Que no podía amarlo si estaba pensando en alguien más.

— El problema soy yo, Jean —respondí— Yo no te puedo dar lo que tu necesitas, yo tengo otros enfoques, tu tienes unos completamente distintos a mi. Es por el bien de ambos.

Se quedó en silencio por un momento, procesando mis palabras.

Luego, asintió lentamente separando nuestras manos.—Lo entiendo, Marti —dijo finalmente, su voz quebrándose un poco—. Si necesitas tiempo, te lo daré. Solo quiero que seas feliz, incluso si eso significa que no estemos juntos.

Sus palabras me rompieron el corazón. No quería lastimarlo, pero sabía que era lo correcto. Me levanté y, sin pensarlo mucho, lo abracé con fuerza.

—Gracias por entender. De verdad, lo siento mucho —susurré, sintiendo cómo una lágrima rodaba por mi mejilla. El la freno pasando su pulgar por mi mejilla.

—Cuídate, Marti —respondió él, devolviéndome el abrazo—. Y si alguna vez necesitas hablar, estaré aquí. Fuimos amigos antes de ser esto, siempre me tendrás como un apoyo, pequeña.

Nos separamos y, con el corazón pesado, salí de la cafetería. Donde menos mal, estábamos al final de la terraza, donde no había ningún espectador. El Jean silenciosamente fue a la caja, recordé transferirle lo que salió lo mío.

Mientras caminaba por las calles, me sentí una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que doliera menos. Tenía que encontrar mi propio camino antes de poder estar con alguien más. Y aunque ese camino parecía incierto, estaba dispuesta a recorrerlo.

Aunque antes de poder renovarme, tenia que cerrar la página con el Gabo, aunque a el no le importara, a mi si. Me importaba y necesitaba saber porque.

Porque más que el mino que estaba dando lo mejor de el por mi, porque, porque no podía quererlo como el a mi. Me sentía una mentirosa, una maraca, por haber dejado pasar tanto rato para confrontar esto.

Este había sido oficialmente mi pololeo mas corto de mi vida.

callaitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora