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Martina

ME SUDA HASTA LA ZORRA

En unos quince minutos tenia que dar la primera prueba de admisión, matemáticas. Puta que odiaba matemáticas con la vida.

No esperaba mucho de mi en esa prueba, me iba como la mierda siempre. Y dudo mucho que esta seria la excepción.

Por lo menos me habían asignado con el Javier y la Shanon, aunque podía notar como estaban las cosas de tensas después de que la polola del Javier se quedara en la casa de la shanon con su hermano y ella no dijera nadita.

Era medio enredado, pero básicamente, el Javier fue a la casa de la Shanon solo—nadie sabe porque—y se pillo a su polola en la pieza del hermano de la Shanon jugando play—tampoco se sabe que hacían esos dos.

Y se armo como un escándalo, pero fue el real, los dos andábamos en las mismas, pero nos quedamos yeison.

Sospechoso, pero no me incumbe.

Cuando estaba haciendo la fila para la sala vi una peluca rubia unos pasos más allá. Con un aro en la oreja que conocía.

El Gabo.

Me hice la loca, como que no me di cuenta, deje mis cosas, tome la hoja y me senté adelante del susodicho sin mover ni un milímetro los ojos de la prueba.

Paso el tiempo donde lamentablemente sentía la mirada atrás mío, me empecé a preguntar si mi pelo estaba lindo, si mi espalda se veía ancha, si tenia algo pegado o el poleron manchado.

Di todo de mi para concentrarme en la prueba de mierda y lo logre a medias. La termine y la entregué yéndome rapidito al baño.

Me acomode el pelo y el labial mate. Bellísima.

Salí y lamentablemente me estaba esperando al lado de la puerta.

— Hola —lo salude y seguí avanzando mientras prendía mi celular.

— Hola po' —devolvió el saludo siguiendo mi ritmo— saluda bien...

vi su intención de acercarse y atine a ponerle la mejilla, encontré demasiado desubicado lo que pretendía hacer.

— ¿Qué te pasa, menso? —le pregunté frunciendo el ceño.— no te pasí pa' la punta.

el se rio y me abrazo por los hombros.

— Ya po' si podemos ser amigos o no —habló mientras caminábamos— ¿o acaso vas a volver a ser la mina calladita que conocí?

Hacia rulos con su dedo índice en mi pelo y yo no podía mas de la incomodidad.

— ¿Por qué mejor no webeaí a una mina sin pololo? —pregunte soltando su brazo.

Sabia que no podíamos ser amigos por el hecho de que ya habían pasado cosas entre nosotros y aparte había sido un completo saco weas.

— ¿Estaí pololeando? —pregunto frunciendo el ceño.

— Si, es de conocimiento publico —le respondí— que te vaya bien...

Le di unas palmaditas en el hombro y me fui dejándolo tieso, según me había comentado la Jose el Gabo no era de meterse en relaciones.

Fui a la entrada donde me estaba esperando el Jean, me vino a buscar para llevarme a almorzar con la baes, alegando que tenia que gastarla en algo.

¡viva la Baes!

Fuimos a comer y en el camino no pude evitar pensar en el Gabo, en amistad, en sus cambios de humor y claramente en que insistiera que yo era callada.

— ¿Tas bien? —me pregunto a la vez que me limpiaba la barbilla, donde me había chorreado salsa de soya— Estas callada...

BASTA

¿De verdad era callada?

— ¿Tu encuentras que soy callada? —le pregunte insegura.

El Jean se limpio las manos con su servilleta y me miro con dulzura.

— Eres muy parlanchina, amor —respondió— No con toda la gente obviamente, pero cuando agarras confianza se nota que te encanta hablar. Y eso me encanta de ti.

basta, me moje...

El Jean era tan perfecto para que me daba miedo no ser lo mejor para el, tenia muchas dudas aun sobre eso.

Aprovechando nuestra cercanía me incline para darle un piquito, luego otro, otro mas, y por ultimo tomo mi mandíbula suavemente y me dio un beso mas largo. Separados, no pude evitar sonreírle y darle otro piquito más para por fin separarnos.

— ¿Eso te tiene tan pensativa? —pregunto afirmando su mano en mi muslo y dejando caricias suaves, de vez en cuando apretones.— ¿o es otra cosa?

apoye mi mentón en la palma de mi mano y lo mire cansada.

— Hace tiempo el Gabo dijo que yo no valía la pena por ser tan callada y hoy me lo cruce y me pregunto si iba a seguir siendo la misma mina callada de siempre...

— ¿Y quien es el Gabo? —me pregunto atento.

— ¿Te acuerdas cuando me fuiste a buscar al liceo y estaba discutiendo con un loco? —El asintió— ese es el Gabo.

No vi una expresión de enojo, o que se tensara, no vi nada raro, nada malo.

— Ah, ese. —dijo como con desagrado— ¿El es alguien importante en tu vida como para que te moleste su opinión hacia ti? —negué— has pensado que simplemente esta picao' porque tu no te obsesionaste con el como usualmente pasa cuando son tiraamigos...

Lo pensé muchas veces, pero finalmente llegaba a la conclusión de que era egocéntrico de mi parte.

— Y no es ser narcisista, Marti. Aparte que, igual puedes hablar con el y no se, decirle que si son amigos a pesar de todo que pare de decirte eso, aunque no es algo malo, si a ti te incomoda tienes que decirle.

¿Y el enojo? ¿Los celos?

— ¿no te molesta? —le pregunte cautelosa.

— Obviamente no, princesa. Confió en los limites que pones con tus amigos, es una decisión tuya, yo solo te voy a apoyar en lo que decidas.— su mano derecha acaricio mi mejilla— aprecio mucho que me lo contaras y confiaras en mi.

Deposito un beso en mi frente y después en mis labios.

No podía con tanto amor, ese nivel de madurez me estaba matando. Me encantaba su forma de pensar, pero de cierta manera ese miedo de no ser suficiente volvía.

Yo no era tan madura como el, quizás el espera otras cosas de mi, que yo en una de esas no puedo darle. Me estaba dando miedo y mucho pánico no ser lo que el Jean esperaba.

Y peor aun, mi mente me traicionada con recuerdos del Gabo, de cuando la pasábamos bien y eso si que me tiene mal, la culpa de estar con el Jean y pensar en el Gabo.

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