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Continuación del capítulo anterior...

Se que dije que no iba a tomar, pero pasaron cosas. No pueden juzgarme, no cuando mi compañero de escabio es Otamendi.

—Maca, listo boluda.— Ota me sacó el trago de la mano.

—Eeeh que ortiva.— alargaba las palabras, parecían que no tenían un fin.

—Na, no es de ortiva, pero mira como estas.

—Se puso la gorra.— hice el sonido de la sirena de policia.—Vení, vamos a bailar.

Literalmente lo arrastré hasta donde había gente que bailaba.

—Sos una rara de mierda.— se me reía por como bailaba.

—Por eso no me quiere Enzo.— hice una mueca mientras mis ojos se cristalizaban debido a las lágrimas.

—¿Qué? para Maca, recién te estabas riendo, ¿estás bien?.— levanté ambos pulgares de mi mano, indicándole que estaba bien, aunque no lo estaba.— ¿te gusta Enzo?

—Shhh.— llegué a taparle la boca con la palma de mi mano.— te pueden escuchar.

—Pero si no grité.

—Igual, sshhh, la víbora puede estar cerca.

—¿Qué víbora?.— preguntó confundido.

—Bianca.— hice el gesto de silencio y él se empezó a reír.

—¿Por qué le decís víbora?.

—Porque es mi enemiga, pero en realidad, es linda. Desde el primer día me habló bien, y yo soy mala, porque viboreo con Julián, le sacamos el cuerito y ella es buena.— empecé a lloriquear y fue el límite para que Nicolas me llevará adentro de la casa.

—Estás mal, Maca.— con ayuda de él pude subir la escalera hasta poder llegar al baño.— vamos a hacer una cosa, vos entra, lavate la cara y calmate un poco, yo te espero acá afuera.

—Si general.— entré al baño y al verme en el espejo casi me desmayo, que vergüenza, tengo todo el rimel y delineado corrido. Me lavé la cara, especialmente las zonas donde tenía maquillaje corrido; sequé todo lo mojado con la toalla mientras la puerta se abrió de golpe, haciéndome asustar.

—Mira como estas.— Enzo se mordía el labio para no reírse.— pareces un mapache.

—¿No te enseñaron a golpear la puerta?.— le reproché, dejando a un lado mis mejillas rojisimas por la vergüenza.

—Es mi casa, no tengo que pedir permiso para entrar.

—Es mi casa también.— hipé y luego me reí porque me causó gracia.

—Uuh, vos estás para atrás.

—Mmh si.— dejé toda la toalla manchada de maquillaje y la tuve que tirar al canasto para lavarla.—¿y Ota?

—Se fue con una mina.

—Me dijo que se iba a quedar afuera esperandome.

—Bueno pero ahora estoy yo.

—Si....– me hice la boluda porque me estaba mirando fijamente a través del espejo, agarré un rimel que tenía por ahí.

—¿Qué vas a hacer?.

—Me voy a maquillar para volver abajo.

—Ah, encima queres seguir de joda.— me sacó el rímel de la mano y lo tiró por algún cajón.

—Dame el rimel.— me quejé porque ya estaba medio mandón.

—No.

—Pendejo de mierda que sos.

—¿Yo pendejo? entonces vos sos una trola de mierda que le gusta moverle el orto a todo el mundo.

—A todo el mundo no.

—Encima te haces la viva.— no me di cuenta lo cerca que estábamos por una discusión que nació de la nada.

—Es que a vos no te puedo mover el orto.— hablé mirándolo directamente a los ojos. Había sorpresa y gracia en su rostro.

—Si podes.— con su mano en mi cintura me dió vuelta, dejándome de espaldas a él, pero de frente al espejo. Mi culo estaba pegado a su entrepierna.— movete dale.

Tragué saliva, nunca creí estar en una situación así con Enzo. Lentamente comencé a moverme contra él, con pequeños movimientos circulares.

—¿Qué pasa?.— me preguntó cuando detuve mi acción, tratando de reincorporarme pero él no me dejó.

—No puedo.— susurré.

—¿Te sentis mal?.— ahora si se alejó de mi, tomándome por mis mejillas para que lo vea.

—Estoy bien, solo que no puedo hacer esto.

—¿Por qué?.

—Porque vos estás en pareja, nosotros somos amigos.

—Es para reforzar la amistad.—proponé, llevándose toda mi atención. Dejándome confundida y eso lo aprovechó para acercarse a mi. El olor a fernet en él era muy fuerte.

—No Enzo.

—¿No?.— estaba tan cerca que sus labios ya estaban rozando los míos. No soy tan fuerte.

Negué con un movimiento de cabeza, pero ya era tarde porque él me tenía contra la pared, atacando mis labios, por inercia mis manos se deslizaron hacia su pelo, tirando de él cuando el morocho mordía mi labio. Se sentía tan bien ser besada por él, ejercía cierta dominación en el beso, lo que provocaba que sea manejada fácilmente.

—Mirate, pareces toda una desesperada por un beso.— dijo al separar nuestros labios. Pasando su dedo pulgar por mis labios, quienes se encontraban rojizos e hinchados.— tengo unas tremendas ganas de cogerte.

Lo último dicho por el moreno me sorprendió, pero era lo que necesitaba.

—Mira como te brillaron los ojos, pensar que te haces la buenita y ahora me rogas con la mirada para que te rompa toda, ¿no?.— asentí desesperadamente, mis manos picaban de urgencia para podes tocar al morocho.

—¿ENZO?.— la puerta fue tocada con insistencia, era Bianca. — me dijo Nicolas que estabas acá.

—Ya voy.—gritó antes de cerrar los ojos con fuerza y agarrarse los pelos por frustración.

Mi mirada estaba sobre el piso, no me atrevía a mirarlo; sentí su cuerpo alejarse del mío y a los segundos salió, dejándome sola en el baño.

—Vamos.— la voz seca de mi amigo se escucho hasta donde yo estaba.

Se me pasó un poco la borrachera, pero no el pedo melancólica.



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• • • •

La última parte del capítulo!!
Nos vemos en el próximo 💓

¿Qué piensan de Maca?

¿Qué piensan de Enzo?

¿Qué les gustaría que pase?

Los leooo!!!





Con mucho amor.
Josefina.

Daylight. ENZO FERNANDEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora