Capítulo 1 - Muna hafun

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Hace mucho tiempo, en este mundo, gobernaba el caos. No había reglas ni límites, pues la magia era completamente libre y, debido a esa libertad y al caos salvaje, la corrupción se había adueñado de todo, llevando al mundo al borde de la destrucción. Este mundo estaba destinado a perecer, pero entonces, tres doncellas y un caballero, emergieron a estas tierras.

Los cuatro buscaron la fuente de todo el caos, hasta que llegaron frente a quien lo había desatado. Un ser de corrupción pura, cuyo único fin era ver caer el paraíso. Lucharon contra este ser, y luego de siglos de lucha, finalmente lo derrotaron, pero su alma permanecía, no podía ser destruida, o al menos no sabían cómo hacerlo en ese momento.

Decidieron sellar aquella alma de corrupción pura en las profundidades de nuestro mundo. Cada uno aplicó un sello en la cámara donde depositaron y encerraron el alma. Tras esto, cada uno decidió tomar la forma de un animal que habitaba en el mundo, para así poder vigilar los sellos con mayor facilidad.

Amaraya, la mayor de los cuatro, tomó la forma de una mariposa de color negro, y decidió, por su afinidad con el elemento de la oscuridad, de encargarse de las almas de los difuntos, siendo conocida como Diosa de la muerte: Recolectora de Almas.

Ellunet, la gemela menor de Amaraya, la imitó, tomando la forma de una mariposa, pero esta vez de un color blanco puro. Por su afinidad con el elemento de la luz, ayudó a construir y a crear las almas de quienes habían sido destruidos por la corrupción, siendo conocida como Diosa de la Vida: Creadora de Almas.

Mebloh, el de en medio, tomó la forma de un cisne, de un intenso color azulado, y con su afinidad con los elementos de aire y agua, purificó el aire y limpió las aguas, también ayudó a perdonar las malas acciones de las personas que vivían aquí. Fue conocido como Dios de la Compasión: Patrono de los Lagos.

Por último, Felixia, la más joven de todos, tomó la forma de un fénix, y con su habilidad elemental de fuego y tierra, reconstruyó los terrenos destruidos por el caos y las luchas, trayendo fertilidad para que la vida pudiese surgir. Fue conocida como Diosa de la Fertilidad: Moldeadora de Volcanes.

El mundo continuó su curso, los dioses vivían entre los humanos sin que estos se percataran de su presencia, y así poder controlar que la corrupción no pudiera adueñarse del mundo otra vez. La vida era tranquila, la paz era indiscutible. Y el amor entre los dioses había surgido. Mebloh y Felixia habían declarado su amor, y todos sabían de ello. Su amor parecía ir bien, al punto de que hicieron la promesa de un hijo.

Pero sin aviso, y sin que nadie lo esperara, todo comenzó a derrumbarse. Hubo grandes tormentas y catástrofes azotando el mundo, y es que, cuando fue el turno de Felixia de comprobar los sellos, ella se enamoró de una persona, con quién traicionaría a Mebloh, llegando a tener una hija con esa persona.

Mebloh, completamente dolido, al ir a vigilar los sellos en su turno, la corrupción tomó oportunidad de jugar con su mente, deteriorándola, y provocando que cediera ante su poder. Preso de los celos y la rabia por haber sido traicionado, enfrentó a Felixia, y ella en un acto cobarde, prefiere quitarse la vida. Mebloh tomó la misma decisión, porque a pesar del odio y rabia que sentía, amaba demasiado a Felixia como para vivir sin ella.

Debido a eso, el sello que mantenía cautiva el alma corrupta se debilitó, por lo que comenzó a filtrarse y expandirse lentamente por el mundo.

— ¿Es por eso que hay marus corruptos? —preguntó un niño rubio que estaba sentado en su cama, hecha de paja, junto a su madre.

—Supongo que sí —respondió la madre—, es una historia muy antigua, pero explica muchas cosas.

Ciel Rose - El elegido corruptoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora