Capítulo 3 - Krarros (carroñeros)

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El sol radiante comenzaba a ponerse sobre el horizonte, el calor abrasador de verano comenzaba a menguar con la llegada de la noche. Llevaban días viajando, tantos que habían perdido la cuenta del tiempo transcurrido desde a tragedia en su hogar. Aunque a pesar de que el dolor aún estaba presente por haberlo perdido todo, en este momento lo que más les preocupaba era conseguir un lugar donde hospedarse. Llevaban días sin pisar un pueblo, días sin reabastecerse de alimentos, días sin poder bañarse y disfrutar de una cama recién hecha. Pero, sobre todo, días sin poder disfrutar de la tranquilidad que los lugares seguros, como los pueblos, les brindaban.

Ninguno de los dos tenía experiencia en combate, por lo que lo único que podían hacer era que uno se quedara haciendo guardia, mientras que el otro descansaba. Durante el día buscaban alimentos en los bosques cercanos. Llevaban mucho tiempo comiendo vayas que apenas los saciaban. Habían intentado cazar alguna presa pequeña, pero debido a la poca experiencia cazando, o más bien nula, no lograban siquiera acercarse a las alimañas. Las alimañas son animales, en su mayoría pequeños, y son inofensivos. Suelen ser las presas ideales para un cazador, pero, para infortunio de ellos, no podían darse el lujo de atraparlas.

El camino les resultaba extrañamente tranquilo. A decir verdad, gran parte del trayecto había sido algo aburridamente relajante. Lo más peligroso con lo que se habían cruzado fue con una jauría de rosvorf hace unos días atrás. Los rosvorf son una especie de animal de gran tamaño, híbrido entre león y lobo, el cual posee alas con las que acecha a sus presas. Suelen hacer sus nidos cerca de las montañas, montañas las cuales estaban cerca de ellos. Por suerte, Sephire pudo espantarlos, con un rápido movimiento de sus manos creó una fuerte ventisca, la cual los empujó. Aunque tuvo que realizar esto varias veces, Theo la ayudó lanzando esferas de aire que empujaban con fuerza al impactar sobre el cuerpo de los rosvorf, provocándoles cierto dolor debido a la potencia del impacto.

Lo cierto es que, ambos agradecían, en gran medida, haber podido conservar sus catalizadores, pendientes que llevaban colgando en sus puntiagudas orejas, los cuales tenían engarzados una piedra de cianita cada uno. Ellos llevaban una cianita debido a su tipo de control elemental, aerasurea, magia de viento. Ellos habían conseguido su gema desde muy pequeños, con la primera muestra de control mágico, apenas a los dos años. Lo cierto es que, nunca habían tenido la necesidad de utilizar sus poderes, por lo que el catalizador solo funcionaba meramente como una herramienta para controlar sus poderes y que estos no causaran estragos, pues un marus sin catalizador es incapaz de controlar su poder.

El día poco a poco comenzaba a perder la luz, pero con la claridad que aún había, lograron ver un cartel que indicaba que había un pueblo a unos pocos minutos. Sephire y Theo se miraron con alegría, podrían finalmente hospedarse en algún lugar cómodo, tomar un baño y relajarse por finalmente tener algo decente para comer. Theo le ordenó al caballo que comenzara a galopar, emocionado por poder descansar con tranquilidad. Y, efectivamente, como el cartel les había indicado, el pueblo estaba a tan solo diez minutos. Diez minutos que para Theo pasaron enseguida, pero, para Sephire, quien podía oir a la distancia, habían transcurrido extremadamente lentos. Y es que, Theo no se imaginaba lo que les esperaba al llegar a aquel lugar.

El manto estrellado comenzaba a observarse en el firmamento, pero las tonalidades naranjas del sol escondiéndose aún pintaban el cielo. Llegaron al pueblo, y el escenario que encontraron no era para nada algo agradable, si bien a Sephire no la tomó por sorpresa, Theo sí se sorprendió.

Un pueblo completamente inundado en la tristeza, con sus pobladores lanzando cuerpos a fosas comunes, cuerpos que algunos estaban en un avanzado estado de descomposición, emanando un olor realmente desagradable. Había casas destruidas y podían verse algunos heridos. Pero antes de que los rayos del sol se ocultaran por completo, todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo para pasar a esconderse en las viviendas que aún quedaban en pie.

Ciel Rose - El elegido corruptoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora