Capítulo 14 - Vals de las luciérnagas

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El sonido del viento meciendo las ramas de los árboles era una gentil melodía que invitaba a la paz y, acompañada de la cálida luz del verano, invitaba a refugiarse bajo las sombras de los árboles que se hallaban en el bosquete de la reina, un pequeño refugio natural hecho artificialmente para escapar de las ajetreadas rutinas reales. Ahora era usado como un pequeño refugio, en el que los hermanos se escondían de los ojos críticos de las personas que no compartían su misma fe.

Ambos hermanos se encontraban arrodillados frente a un pequeño altar improvisado, con sus manos unidas con los dedos entrelazados. Se encontraban con sus ojos cerrados, en un estado de tranquilidad y paz mental, algo que les era otorgado por aquella meditación espiritual que realizaban.

A unos metros de ellos, los príncipes observaban con admiración la escena que tenían frente a ellos. A decir verdad, creían que aquella ceremonia sería algo más interesante y místico, pero lo cierto, es que no se alejaba mucho de la realidad de sus vidas cuando iban a una misa. Los príncipes guardaban silencio, pues, aunque no compartían las mismas ideologías, sabían que debía respetar aquel ritual sagrado. Sobre todo, por la fecha que estaban conmemorando.

—¿Sabes qué es a lo que le rezan exactamente? —susurró el príncipe acercándose a su hermana para que no fuese escuchada por los jóvenes devotos.

—Theo me dijo que esta celebración se llama Odisea Divina. Conmemoran el fallecimiento de dos de sus cuatro dioses.

—¿Cuatro dioses? —preguntó sorprendido, apenas levantando la voz. Rihanna rápidamente lo hizo callar con un siseo.

—Sí, eran hermanos, y sólo quedan dos con vida. Uno de ellos sucumbió ante la corrupción, y se dirigió a asesinar a su hermana por celos. Pero ambos terminaron perdiendo la vida.

—¿Y por qué rezan entonces?

—Guardan luto por la pérdida. Tal y como nosotros lo hacemos el Día de la Caída.

El joven príncipe no dijo más nada, aquello había sido suficiente para entender la importancia de aquel ritual. Theo levantó la cabeza cuando terminó de recitar sus oraciones, se inclinó suavemente hacia adelante y se puso de pie. Hizo una última reverencia, y dio tres pasos hacia atrás sin dejar de mirar el pequeño altar. Su hermana, Sephire, aún seguía presentando sus respetos, por lo que no la molestaría. Volteó, entonces, en dirección hacia los príncipes y al llegar frente a ellos hizo una pequeña reverencia.

—Debo agradecerles a sus altezas por permitirnos a mi hermana y a mi continuar con esta tradición. Esto significa mucho para nosotros.

—No hay de qué —respondió Orleph moviendo la mano en señal de poca importancia—. Este es el segundo día de festividad, ¿no es así?

—En efecto.

—Me intriga saber, ¿qué es lo que hacen realmente los primeros días?

—Lo cierto, es que nosotros solos no podemos llevar a cabo todo lo relacionado a esta festividad, tan solo presentar oraciones los primeros dos días. Normalmente, en los primeros dos días, se prenden velas para presentar respetos, se enciende incienso para rezar. En algunas comunidades y pueblos se realizan misas.

—Entonces, ¿qué harán el tercer día? —preguntó con suma curiosidad, examinando cada reacción de Theo. Buscaba saber qué es lo que hacía tan importante en aquella festividad que la hacía durar tantos días.

Theo sonrió.

—El tercer día es lo divertido. Se realizan fiestas, las calles se llenan de luces y las personas salen a divertirse. Se prepara comida en abundancia, nadie escatima en nada. Es un ambiente muy alegre en verdad. Aunque —suspiró mirando de lado hacia su hermana, recordando la gran pérdida que ambos habían sufrido hace, exactamente, un año—, este año no podremos hacer nada parecido.

Ciel Rose - El elegido corruptoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora