Capítulo 15 - Intercambio justo

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El sol comenzaba a ocultarse, y los tenues rayos rojizos que emanaba se colaban entre las cortinas apenas abiertas de las ventanas. En lo que debería ser la tranquilidad de sus aposentos, se hallaba un caos y bullicio, pues numerosas sirvientas estaban yendo de un lado al otro, entrando y saliendo. Llevaban joyería, accesorios y vestidos. Buscaban el atuendo ideal para aquél día tan especial, el debut de la princesa.

La joven solo se encontraba sentada en su tocador, observando a través del espejo el ajetreado movimiento que había en lo que debería ser su lugar seguro. Tenía los nervios a flor de piel, sintiendo un incómodo y doloroso nudo en su estómago. Miraba abstraída lo que sucedía, sin prestar atención, pues sus pensamientos era lo único que ocupaba su mente en ese momento. El temor creciente de tener que aceptar aquella realidad era algo que no quería aceptar. No quería un debut, no quería un pretendiente, no quería una boda, no quería un esposo, no quería una vida marital. No quería asumir esa responsabilidad.

En ese punto comenzaba a plantearse qué era lo que quería realmente. Quizás, una vida sencilla, una vida de aventuras, una vida religiosa. Aunque, a esta última, no podría acceder por lo sucedido con su verdadera madre. Aunque, las otras opciones tampoco eran viables, no a menos que una tragedia sucediera, y eso no era algo que buscara.

Mientras las sirvientas le mostraban los vestidos que serían adecuados para la ocasión, ella simplemente eligió al azar, sin pensarlo demasiado, pues su mente estaba ocupada con otros pensamientos.

Miró hacia la ventana mientras la vestían, el sol pronto dejaría de teñir de rojo el firmamento, dando comienzo a la fiesta. Sin embargo, más allá de la ventana, había algo que le preocupaba. ¿Qué sería lo que Theo estaría haciendo? ¿Estaría llorando? ¿Estaría riendo? ¿Asistiría a la fiesta? ¿O la dejaría sola en aquel evento? Aquellas preguntas aquejaban su mente sin dejarla tranquila. Lo único que podía hacer era dejar que las sirvientas terminaran su trabajo.

En medio del bosquete, la iluminación cálida del ocaso comenzó a estar presente. Frente al altar improvisado estaban ambos jóvenes, ambos hermanos. Presentaban sus respetos una última vez, mientras las lágrimas caían por sus ojos. Estaban tomados de las manos, en una gentil muestra del cariño que se tenían mutuamente, muestra de fuerte unión que tenían ambos.

Lentamente, la mayor de los hermanos se dejó caer de rodillas al suelo, sin poder contener mucho más aquellas lágrimas. Había pasado un año desde aquella pérdida, desde que les habían arrebatado su vida entera. Theo se arrodilló junto a su hermana y la abrazó con fuerza. Ambos odiaban lo que les habían hecho sufrir. Aquél día que debería ser una celebración por muchas cosas, ahora sólo era un amargo recuerdo de un día horroroso.

—¡No lo entiendo! —murmuró molesta la joven.

Theo se apartó para mirarla. Ella mostraba un claro dolor en su rostro.

—¿Por qué nosotros tenemos que estar viviendo aquí? ¡En un bendito palacio! —gruñó con furia—. Y en cambio, ella, está bajo tierra —dijo mientras miraba a los ojos a su hermano—. ¡Ella no merecía eso! ¿Qué hicimos nosotros para ganar este privilegio?

El joven no tenía respuesta alguna para ello, simplemente abrazó a su hermana, dejando que derramara sus lágrimas entre sus brazos. Miró hacia el horizonte mientras acariciaba el encrespado cabello de su hermana, contemplando cómo el sol había comenzado a ocultarse. Su hermana se apartó y observó lo mismo que él, secó sus lágrimas con su muñeca y se puso de pie. El joven hizo lo mismo, era hora de regresar al palacio, la fiesta pronto comenzaría, y él había prometido estar presente.

Sacudieron la tierra que había en sus rodillas, aunque esta apenas se notaba, y comenzaron a caminar para salir del bosquete. Atravesaron los caminos del jardín, hasta llegar a la terraza apenas iluminada por las farolas exteriores. Entraron al palacio y comenzaron a recorrer los laberinticos pasillos que este tenía, el sol ya estaba por dejar su lugar en el cielo al manto estrellado de la oscura noche. Apresuraron el paso al ver que la noche se acercaba con rapidez, pues debían estar presentes cuadno el baile fuera inaugurado y la princesa presentada.

Ciel Rose - El elegido corruptoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora