CAPITULO 19

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TU MERECIDO

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Denisse

Me muevo contra la cama, sintiéndome sola, vacía, grito a mis adentros porque sé que lo necesito y de nuevo me encuentro con las manos en el vientre. El camisón que visto es aperlado, lo que hace que la sangre se note más en la tela y es la misma que escurre en mis piernas.

—¡¡Kylian!!

Grito por todo el palacio que está vacío, no hay ni un centinela y mucho menos está él. Subo las escaleras sintiendo los calambres en mi vientre bajo y hasta en mi espalda, estoy perdiendo a la bebé, la estoy perdiendo y no está él aquí para salvarnos.

—¡¡Kylian!!

Me pego a las paredes porque el dolor me dobla, las lágrimas caen como cuales gotas de lluvia que impactan en el suelo. Mis manos escurren en sangre y los dolores no paran porque sé muy bien que la bebé ya no tiene vida, que la he perdido.

—¡Por favor!

Risas y más risas es lo que escucho, provenientes de una habitación, cuando empujo las puertas, me muerdo el labio inferior y lo corto con mis dientes al ver que Kylian está encima de Dilara. Está con ella, desnudos los dos en la cama en la que compartirnos muchas cosas.

De repente, sé que ya no estoy en el palacio, estoy en nuestro hogar en Bretaña.

—¿Kylian?

—Tú, Dilara.

—¿Sí? —La chica se retuerce por la manera en la que embiste.

—Tú eres mi vida, tú eres mi todo.

—¡Sí! Yo soy todo, tu vida, tu motor de cada día.

Me deslizo contra la puerta, sintiendo como la bebé deja de vivir, un último latido o seré yo que estoy perdiendo la vida. La verdad es que no lo sé, porque todo me duele, porque todo me arde.

Quedo sentada en un charco de mi propia sangre, abrazando mi vientre de embarazada, de la bebé que tanto me pidió, que la hicimos con amor y que fue deseada.

Pero la misma que sé que perdí por su culpa, porque del sueño hay un retroceso, yo estando en los últimos escalones de nuestras escaleras, él llega tomado de la mano de Dilara.

—¿Kylian, qué hace ella aquí?

—¿Tú que haces aquí? Ya no eres parte de la familia, te puedes ir al carajo.

—Pero, Kylian...

—¡Vamos, mi amor! Estoy deseando ya meternos en nuestra cama.

Kylian la sigue como todo un hombre deseando a su mujer, la toma de las caderas y cuando lo tomo del codo se zafa.

—Te dije que te largaras, te pedí perdón millones de veces, no me lo diste, pues se terminó mi tiempo de rogar, vete.

—Kylian, pero yo... Lo nuestro.

—Lo nuestro lo terminaste, mejor para mí, así fui feliz porque ya no te soportaba.

Subo un escalón, intentando tocarlo, cuando siento que empuja sus manos contra mis hombros y ruedo por las escaleras. Duele, todo mi cuerpo duele y me vuelvo a encontrar en un bucle constante: estoy en el suelo llena de sangre, tocándome el vientre, gritando su nombre, subiendo las escaleras, escuchando sus risas y viendo como la hace suya en la que se supone que era nuestra cama.

Un paraíso en ruinas #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora