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Vera:

—¿Te divertiste en el mundo de afuera?—Me pregunta mi maestra y mientras lo hace mi mirada recorre .—¿Del otro lado del muro?

Lleva la misma ropa que traía la ultima vez que la vi, solo que más sucio y más desgastado, sus manos estan sucias al igual que sus pies, su rostro y su cara, su cabello lleno de suciedad también.

—Tu rostro y tu ropas me lo dejan claro.—Contesta.—No te sorprendas, mi niña, ahora si parezco una bruja. Mi apariencia actual encaja con las canciones que cantan los niños.

Trago saliva.

—Tengo la apariencia de comerme un niño.—Ríe y los dientes sucios marcan su sonrisa, noto la ropa con rastro de comida también.

Todo este tiempo la han tenido en este estado.

—Creí..

—¿Qué ya había muerto?—Me interrumpe.—Ellos tenias preparado que estuviéramos las dos juntas, mi niña.

—Tenemos que salir de aqui..

Ignorando mis palabras, continua.—¿Me dirás como es el mundo de afuera y tus aventuras?

—¿Quieres saber como es afuera?  No se me ha olvidado que me entregaste a ese hombre...

—Favor con favor se paga.

—¿Es que en todos estos años jamás te importe?

—Toda persona es remplazable, Vera.

—Tu también.—Contesto.—Si tu mueres encontraran otra bruja para la tribu.

—Asi es, yo también.

—Y aunque consigan una sus pensamientos no cambiaran.—Responde segura.—Tierra quebrada dejo de creer cuando los hombres del rey de Carpathia empezaron a llevarse más vidas. Hace una semana se apoderaron de otra trinchera más... si esto continua.

—No tienen forma de ingresar a Tierra quebrada.—Le recuerdo .—La única entrada y salida la conocen nuestros guerreros y cualquiera preferiría morir antes de dar esa información.

No lo pense antes cuando Isaia dio la posibilidad de volver porque jamás pense que me traicionaría, realmente creí que estaba dispuesto a atravesar las espinas con tal de volver.

Que tonta fui.

 —Es cierto, pero tarde o temprano, el rey avanzara junto a sus tropas.

—Tus predicciones.

—Mis predicciones las mantengo, pero no puedo mantener el rumbo que los dioses decidan tomar.—Continua.—Como tampoco puedo mantener las creencias en las personas.

—¿Eso crees? ¿Qué Tierra quebrada ya perdió la fe en sus dioses?

—Respóndeme tu, mi niña ¿Aun crees ... aun cuando los dioses te pusieron en esta posición?

Trago saliva.

—Eso creí.



Duncan:

—¿Entendí bien?—Repite Maddox de Carpathia, sentado sobre su trono y con una copa de vino en sus manos, copa llena hasta la mitad.—¿Quieres a travesar el muro por tu reina?—Sonríe.—Buena suerte con eso, Duncan.

Se pone de pie y le entrega la copa a un sirviente que corre a recogerla.

Las mujeres que lo protegen y son su guardia real permanecen en la habitación.

El Rey quiere una Reina (#6 Amores en la realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora