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Vera:

"Te quiero conmigo esta noche, mi reina"

Las siete palabras en esa oración aceleran mis latidos, el calor sube a mis mejillas porque bien podemos ser de mundos diferentes, pero su expresión y su tono me dicen que eso significa lo mismo que en Tierra quebrada.

Pasar la noche con el es algo incluso más intimo que un beso... y nosotros no...

—No puedo hacer eso.

Me observa en silencio, sin pestañar.

—No puedo hacerlo, aunque sea una bruja yo no puedo...—Me detengo y continuo.—En tierra quebrada no...

Hay leyes y yo... 

Ante los ojos de mi tribu no es mi pareja, no estamos comprometidos y menos hemos realizado una ceremonia en la que nos juremos fidelidad ante los dioses.

Aunque el lo diga, aunque me llame "Mi reina", no sirve de nada y ahora quiere....

La pureza de una mujer en tierra quebrada debe mantenerse hasta el día del juramento a nuestros dioses y no debe romperse, ni mancharse hasta la noche de bodas y es al día siguiente donde la prueba se da, una mancha de sangre le demuestra a la tribu que su pareja elegida ha permanecido pura hasta ese día.

Nosotros, no... yo ya he echo demasiado con solo besarlo.

No importa si soy una bruja o una chica normal, la pureza en mi tribu define quienes somos.

—Estas en Beltza, no en tierra quebrada.—Viene hacia mi y atrapa mis labios. Mi boca le responde y mis manos arrugan la tela que cubre sus pectorales.

Jadeo y los brazos me empujan contra el, mi cabeza me da vueltas en cuanto más crece el beso y aunque tenga la mitad de su guardia sobre mi, se que puedo pararlo, puedo hacerlo, lo que pasa es que no estoy segura de querer apartarlo.

Acabo sobre la cama, con el sobre mi y yo atrapada en medio de sus brazos. Su mirada oscura me observa con un brillo más y esos ojos me recorren el cuerpo, sintiéndome expuesta y desnuda.

—Mi reina...—Arrastra la palabra.

Se inclina a besarme los labios y siento la mano hundiéndose dentro de la falda de dormir que llevo.

Por favor no lo hagas...

Se detiene.

Si no para le hare daño.

No quiero dañarlo...

El rey no se quita, pero se aleja un poco observándome, me mira a detalle y a diferencia de la primera vez que recorrió mi cuerpo, ahora no me siento expuesta y siento que el no sabe como reaccionar.

Trago saliva y mis manos arrugan la sabana debajo de mi, la cual suelto y subo a su rostro, mis dedos lo rozan y el me toma de la muñeca bajándola.

—Sal de aqui.

La orden es clara, el se aparta dándome la espalda. Me acomodo la falda y lo miro.

—Vera, no lo repetiré.

Pongo los pies fuera de la cama y me dirijo a la puerta, un trueno me sobresalta y el lo nota, siento que quiere decir algo, pero sus labios vuelven a cerrarse.

Mis manos sostienen el pomo de la puerta y la abro.

—Buenas noches, rey.

Salgo de la habitación y regreso a la mía, escondiéndome entre las sabanas y esperando que la tormenta acabe.

El Rey quiere una Reina (#6 Amores en la realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora